La lengua viperina de Edgar Allan Poe
Páginas de Espuma publica el segundo volumen de ensayos de un autor que también revolucionó el género de la crítica, en la que combinó la erudición con la provocación, su sello propio
Que Edgar Allan Poe es uno de los maestros del cuento es un hecho indiscutible desde que Baudelaire viera en él un modelo a seguir y con su traducción al francés lo sacara del olvido en que había quedado tras una ... temprana muerte relacionada con su mala tolerancia al alcohol. En las páginas del autor nacido en Boston a principios del siglo XIX, reconoció Baudelaire frases y temas que él también había pensado, pero «mejor escritos» y veinte años antes. Con sus cuentos, que iban desde lo detectivesco al género de terror, abrió nuevas puertas a la narrativa estadounidense, aún en fase embrionaria.
Baudelaire «supo entender que las aportaciones de Poe iban más allá de la mera cosmética, eran esenciales para entender los objetivos de la literatura, tanto en su voluntad de conmover al lector como en los métodos para realizarlo», señala Antonio Jiménez Morato , traductor de Poe. «El padre del cuento moderno, que eso es Poe, lo fue por la sistematización estética y el enfoque crítico de su obra», pero también fue el padre de la crítica moderna, «hecha desde la prensa de modo militante y combatiente».
Poeta, autor de una vasta colección de cuentos, Poe fue un afiladísimo ensayista que superó ese clima laudatorio que se estilaba en la crítica literaria de la época, basada en los amiguismos, y propuso un tono más valorativo, un diálogo con los textos erudito a la par que periodístico. No en vano se desempeñó como director del 'Southern Literary Messenger', donde fue despedido por su adicción a la bebida, y después asumió responsabilidades similares en el 'Burton's Gentleman's Magazine' y Graham's Magazine, ambas de Filadelfia, y en el 'New York Mirror' y 'Brooklyn Journal'.
«Poe marcó senderos que luego siguieron autores posteriores. Emancipó la literatura estadounidense de la británica en una época en la que se valoraba mucho más lo que se producía en Europa»
En ellos publicó poemas y relatos, pero sobre todo ensayos y críticas para tratar de fijar un canon de garantías para la incipiente narrativa norteamericana. Su obra ensayística es amplia, tanto que Páginas de Espuma editará hasta cuatro volúmenes para recopilarla. El primer volumen, con la traducción de Antonio Rivero Taravillo , salió en 2018, y en él se incluyen sus primeros textos, la mayoría de ellos análisis y reflexiones sobre la poesía y la narrativa británica. El segundo, publicado ahora, se centra en la obra de los autores estadounidenses.
«Poe marcó senderos que luego siguieron autores posteriores –apunta a ABC Jiménez Morato, traductor de este segundo volumen de ensayos –. Emancipó la literatura estadounidense de la británica en una época en la que se valoraba mucho más lo que se producía en Europa. Él defendió que lo que estaban haciendo en EE.UU. era equiparable en logros a la literatura británica, y con criterios de calidad. Sobre 'El último mohicano', por ejemplo, valoró sus buenas intenciones pero no le atribuyó ese carácter de estreno. Poe contribuyó a que la narrativa estadounidense cogiera cuerpo».
Su manera de entender la crítica coincidía con los postulados de Bulwer : «Tener el valor para acusar osadamente, magnanimidad para rehusar la envidia, benevolencia para buscar el mérito oscuro allá donde se halle. Ha de poseer talento para apreciar, y cultura para comparar: ha de tener vista para la belleza, oído para la música, corazón para la emoción». Pero Poe le añadía un toque personal: «Talento para el análisis y una solemne indiferencia al insulto». No tenía inconveniente en destrozar libros menores, aun a riesgo de ganarse enemigos.
«Se lo tenía por un tipo que quería buscar problemas y que no se callaba las cosas. A algunos autores los acusó de plagiar, sobre otras obras argumentó por qué no deberían ser tan prestigiosas...»
«¡Bien!, ¡aquí lo tenemos! Este es el libro: el libro por excelencia, el libro profusamente elogiado, que ha de embelesarnos y en el que debemos mirarnos: el libro "atribuido" al señor Desconocido, y que "se afirma que ha salido de la pluma" del señor Asterisco, el libro que ha estado "a punto de aparecer", "estaba en imprenta", "en proceso", "en preparación" y "anunciado"; el libro que antes de su publicación iba a ser "gráfico", a priori "talentoso" y solo Dios sabe qué más in prospectu. A mayor beneficio de toda cosa hinchada, inflada e inflamada vamos a echar un ojo a su contenido», escribió en 1835.
La suya era una actitud muy beligerante, apunta Jiménez Morato. «Se lo tenía por un tipo que quería buscar problemas y que no se callaba las cosas. A algunos autores los acusó de plagiar, sobre otras obras argumentó por qué no deberían ser tan prestigiosas... Poe era pobre: decidió vivir de la literatura y tenía que abrirse hueco. Con esta conducta, que lo llevó a marcar tendencia, se volvió un personaje incómodo, pero siempre tuvo esa vocación de ir al detalle que también se ve en sus cuentos».
Así se justificó Poe en una de sus críticas: «En nuestras reseñas hemos sido siempre particularmente cuidadosos en lo tocante a no lidiar con generalidades, y jamás hemos, sino estamos recordando mal, lanzado jamás ni una sola vez una afirmación no refrendada. Quien nos acusa parece haber olvidado facilitarnos alguna prueba de nuestra frivolidad, injusticia, subjetividad y demás grandes faltas. [...] Desearíamos que se nos mostraran nuestros errores para poder corregirlos, hacernos ver nuestra frivolidad, para que la podamos evitar en un futuro».
«Era muy fino y retorcido, y complicaba la vida al lector medio con un léxico muy elaborado y haciendo propuestas muy alejadas a lo acostumbrado. Siempre estaba tensando la cuerda»
Había en Poe un tono erudito y un exquisito cuidado por el lenguaje, como los textos que hoy se escriben en publicaciones académicas. Lo relevante es que él publicaba estos ensayos en cabeceras periodísticas, señala Jiménez Morato: «Era muy fino y retorcido, y complicaba la vida al lector medio con un léxico muy elaborado y haciendo propuestas muy alejadas a lo acostumbrado. Siempre estaba tensando la cuerda: no me sorprende que no tuviera éxito en vida ni con sus cuentos ni con sus ensayos. Todo lo que propuso era muy novedoso y las novedades tardan en calar».
En última instancia, sus críticas no eran sino un alegato en pro del tipo de escritura que él practicaba. «Consideraba la crítica com una parte más de la obra de un autor. Con las suyas les estaba diciendo a los lectores que lo bueno era lo que él practicaba. Igual que Cervantes o Pessoa , se dejó de falsas modestias porque sabía que lo que estaba haciendo era de calidad e interesante. Incluso llegó a reseñar, sin firmar, obras suyas». Al fin y al cabo, Poe estaba convencido de que el cuento era el género que permitía a la prosa mostrar el más elevado de los talentos: «Es, por supuesto, un terreno mucho más sofisticado que el del ensayo».