John Boyne: «Tener un comportamiento homófobo es tan inaceptable como el racismo o el antisemitismo»
El autor de 'El niño con el pijama de rayas' presenta en España su última novela, 'Las furias invisibles del corazón', un crudo retrato de la Irlanda de las últimas siete décadas con el que rinde homenaje a todas las víctimas del fanatismo religioso
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Iniciar sesiónEs difícil que una sombra tan alargada como la de ‘El niño con el pijama de rayas’ , libro publicado en 2007 y cuyas ventas hace ya tiempo que se cuentan por millones de ejemplares, no oscurezca la trayectoria posterior de su autor. Pero lo ... cierto es que John Boyne (Dublín, 1971) se sobrepuso al éxito e hizo de la necesidad virtud, cargando con la etiqueta de ‘best seller’ con toda la dignidad que aseguran la calidad, el talento y, sobre todo, los muchos lectores a los que, a lo largo de la última década, ha ido conquistando en todo el mundo. Tras una primera etapa en la que el escritor irlandés exploró, a través de sus novelas, la historia ajena, hace unos años decidió centrarse en la suya propia, profundamente vinculada a un país, Irlanda , con tantas luces como penumbras. Buscaba respuestas a preguntas que, quizás, hasta ese momento no estaba preparado para plantearse.
Primero, lo hizo en ‘Las huellas del silencio’ , novela en la que sacó a la luz, literariamente, los abusos cometidos en su Estado natal por la Iglesia católica durante décadas de omisión por parte de la sociedad y de la clase política irlandesas. Y, en su última novela, ‘Las furias invisibles del corazón’ (Salamandra), que estos días llega a las librerías españolas, Boyne pone el foco sobre otras víctimas de ese mismo dogmatismo religioso : los homosexuales . En ella, narrada desde el punto de vista de un anciano nacido a mediados de la década de 1940, cuenta la vida de Cyril, hijo bastardo de una adolescente que fue expulsada de su comunidad rural al quedarse embarazada sin estar casada, y adoptado por una excéntrica pareja de acomodados dublineses. Un libro que tal vez sea el más personal de Boyne, pues el personaje de Cyril tiene mucho de él, está construido siguiendo, fielmente, sus recuerdos de niñez y adolescencia, como el propio escritor reconoció durante un encuentro virtual con la prensa española con motivo de la publicación de la novela.
«En la primera parte de mi carrera, no escribía sobre Irlanda , pese a que la mayoría de autores irlandeses tiende a hacerlo. Pero siempre pensé que, en algún momento, me llegaría una historia que me permitiría empezar a escribir sobre Irlanda», explica el autor. Fue eso, precisamente, lo que le pasó con ‘Las huellas del silencio’ , su anterior libro, y, a partir de entonces, «empezaron a volverme todos los recuerdos de mi infancia». Boyne reconoce que escribir sobre las calles en las que creció fue «una experiencia muy distinta», pero sin duda positiva y, al acabar aquella primera historia, se dio cuenta de que le quedaba «mucho por escribir sobre Irlanda». Así pasó, «rápidamente», de escribir sobre la vinculación de la Iglesia con el Gobierno en Irlanda a hacerlo sobre lo que significaba ser gay en la sociedad irlandesa, pudiendo comprobar los muchos cambios que se han ido produciendo en los últimos setenta años –el tiempo que abarca ‘Las furias invisibles del corazón’ –, hasta desembocar en la aprobación, el 23 de mayo de 2015, del matrimonio entre personas del mismo sexo .
La Iglesia y el colectivo homosexual
«La situación del colectivo ha cambiado radicalmente. Fue maravilloso que hubiera tantos votos positivos en el referéndum, incluso el arzobispo de Dublín lo aceptó. Creo que ahora tener un comportamiento homófobo sería tan inaceptable como el racismo o el antisemitismo. Nuestro último primer ministro era homosexual, y a nadie le importaba», reflexiona el escritor. Con respecto al papel de la Iglesia en la historia reciente de su país, Boyne intenta huir de de su demonización, «porque ha traído muchas cosas buenas a Irlanda, sobre todo en la época de la gran hambruna, pero, igual que cualquier organización, acabó cayendo en la corrupción y, durante mucho tiempo, el poder que tenía sobre el Gobierno era excesivo». Eso condujo, según el autor, «a la destrucción de muchas vidas, a los casos de abusos sexuales o a lo que pasa en este libro».
Lo que se narra en 'Las furias invisibles del corazón' es cómo «tantos hombres y mujeres homosexuales no pudieron vivir las vidas que debieran haber vivido, porque eso estaba más allá de lo que podía asumir la sociedad irlandesa». Boyne cree que «el Papa actual es una persona mucho más humana que su predecesores, y las cosas van mejorando», pero fueron muchos los errores cometidos «y los jóvenes irlandeses ya no tienen relación con la Iglesia». «Cualquier Iglesia –continúa Boyne– tiene que ayudar a la gente a llevar una buena vida, y parece que eso desapareció de las enseñanzas. Ahora, la gente de mi edad encuentra esa espiritualidad en su interior, y no en una organización pública. La Iglesia se ha desmoronado tanto en Irlanda porque la gente se siente traicionada, ver que una institución en la que confiaban les decepcionaron es muy triste».
Víctima de abusos sexuales
El autor irlandés, que en su infancia fue víctima de abusos sexuales por parte de un profesor en la escuela a la que acudía, valora así que, en los últimos veinte años, desde mediados de la década de los 90, hayan ido saliendo a la luz casos como el suyo: «La gente empezó a denunciar ante la Policía. Cada caso inspiraba a otros para seguir denunciando, y esto ha seguido hasta hoy. En enero de este año, uno de mis exprofesores fue enviado a la cárcel por abusos en la escuela a la que yo asistí. Yo acudí a la Policía por el abuso que sufrí. Creo que cada persona que denuncia y deja las cosas en manos de la Policía está haciendo lo correcto, porque eso permite que otras personas tengan el valor de dar el paso adelante y contar su propia historia, como hice yo».
Hoy, Boyne puede afirmar, sin que le tiemble la voz, que ha logrado superar aquel horrible trauma que marcó su niñez. «Sí, creo que lo he conseguido. Escribir ‘Las huellas del silencio’ me ayudó mucho. Hasta los 30 años, me costó conseguir mantener una relación por lo que había sufrido, pero con el tiempo logré respetarme a mí mismo. He conseguido entender que fui una víctima. Cuando tenía veintipocos años, me sentía avergonzado de lo que había pasado. Ahora, ni siquiera siento ira, siento conciencia de lo que ocurrió y animo a otros a que saquen a la luz sus propias historias».
Gracias a estos dos últimos libros, Boyne ha podido constatar que «cuanto más personal es la novela, me sale con más naturalidad. Soy una persona muy emotiva y abierta, y estoy viendo que me gusta escribir más desde el corazón que desde la cabeza, soy más emocional que intelectual al escribir». Esa emotividad la traslada, también, a la opinión que ahora tiene de su país, «un lugar magnífico donde vivir», y en el que, por fortuna, «los jóvenes están creciendo en un entorno mucho más saludable» que en el que vivió John Boyne, y al que sobrevivió, para después contarlo.
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