Unamuno, toda una vida de su puño y letra
La Biblioteca Nacional inauguró ayer una exposición centrada en la obra epistolar del intelectual del 98
Unamuno, toda una vida de su puño y letra
Quizá podría ser un bonito e interesante reto para ustedes, también para mí que en mucho le admiré en tiernos días volver sobre las esforzadas y principales obras de don Miguel de Unamuno (1864-1936), a la sazón Niebla (1914), Abel Sánchez 1917, La ... tía Tula (1921), Teresa (1924), San Manuel Bueno, mártir (1930) y comprobar casi un siglo después si el paso del tiempo ha sido generoso con ellas, si ya son clásicos de nuestra literatura o la herrumbre del paso de las modas se ha cebado con ellas.
Valga esto también para casi toda la Generación del 98 , y su existencialismo español anclado cultural y políticamente en el Desastre de Cuba y Filipinas. Probablemente, las novelas que mejor han sobrevivido a ese tsunami de la edad sean las siempre sugerentes novelas de aventuras de Pío Baroja, como Las inquietdudes de Santi Andía , Zalacaín el Aventurero, Memorias de un hombre de acción, incluso El árbol de la ciencia, y anteriror en el tiempo también es atrayente aunque muy difícil entregarse a las grandes obras d Galdós como Misericordia, Tristana (sin duda fue Galdós nuestro Dickens), lo descoumnal de sus Episodios Nacionales, y también conviene recordar por ejemplo La regenta de Clarín, que recobra ánimos en esta España tan desvalida moralmente.
Unamuno, de eso no cabe duda, fue un hombre comprometido con España. Creyó en la restauración de nuestras mejores virtudes, se enfrentó a los sátrapas y pàgó con el exilio en Fuerteventura por ello, y aunque muy desengañado por la República se enfrento en primera persona a los rebeldes nacionales encarnados en la figura de ese ser siniestro que era Millán Astray. «Venceréis pero no convencereis», le dijo el hombre que inventó la palabra intelectual al militar golpista, aquel 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, y no menos conocida es su foto siendo «escoltado» por un grupo de exaltadísimos falangistas. Casi toda la Generación del 98 (con Machado a la cabeza) fue reivindicada por la oposición democrática, pero su legado intelectual y político hoy parece haber quedado relegado, en el baúl del olvido.
Eso es lo que intenta remediar la exposición Yo Unamuno que ayer se abrió en la Biblioteca Nacional de España . La muestra enseña 40 cartas, 30 de ellas inéditas, que descubren la singular y compleja personalidad íntima, política y creadora del intelectual vasco, que ha sido coorganizada por la Universidad de Salamanca y la propia Biblioteca Nacional, institución que custodia más de cien cartas autógrafas don Miguel. La exposición ha sido comisariada por Colette y Jean-Claude Rabaté, quienes explicaban ayer «cómo a través de las miles de misivas que escribió el autor de Niebla se descubre la historia de España en paralelo a la intimidad del poeta, y también su desaliento. Se cree que el escritor escribió más de 40.000 cartas, un material no incluido hasta el momento en sus "Obras Completas», editadas por Ricardo Senabre.
«Estas Obras Completas hasta hoy han estado incompletas, porque el epistolario no está y es inmenso. En las cartas se ve al que fue el gran intelectual español del primer tercio del siglo XX», ha explicado Jean-Claude Rabaté, quien junto a su esposa está preparando la publicación de estos escritos.
Un proyecto que constará de unos ocho volúmenes y que publicará la Universidad de Salamanca. El primero de ellos saldrá este año con 300 cartas de la época de juventud del escritor: desde sus 14 años, enamorado ya de Concha Lizárraga, su esposa, hasta 1900.
En la muestra también se expone «De Fuenteventura a París: diario íntimo de confinamiento y destierro» vertido en sonetos (1924-1925), autógrafo con correcciones que abarca 117 hojas y emblemático ejemplo de la conjunción entre escritura de confesión y creación literaria. Igualmente, se muestra el borrador autógrafo de «El Otro».
Todo este material epistolar muestra a un Unamuno «ególatra pero fiel a sus amigos. En estas cartas inéditas se nota esa fidelidad. También decía que la persona a la que mejor conocía era a él mismo, y de ahí ese proceso de 'unamunizarse», argumentan los comisarios, el matrimonio Rabaté.
«Solía escribir entre tres o cuatro cartas diarias. Y solamente en la casa de Unamuno hay veinte mil recibidas. Pero, durante el franquismo, muchos se deshicieron de las cartas que les enviaba el escritor, por miedo», concluyen los comisarios.
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