éxito editorial
Canción triste de la EGB
Un libro recopila en imágenes la moda, los coches y los iconos infantiles, musicales y televisivos de los 70 y 80 en España
jesús álvarez
«Si lloraste con la muerte de Chanquete, si aprendiste los ríos y las cordilleras mientras mordías una goma Milán, si comiste empanadillas en Móstoles, si para ti el tiempo era oro y jugabas al precio justo, si llevabas hombreras o te echabas laca Nelly ... y si lo primero que leíste fue El libro gordo de Petete, seguro que fuiste a EGB».
Es lo que sostienen Jorge Díaz y Javier Ikaz, autores de «Yo fui a EGB» (Plaza&Janés), que repasa los iconos de los años sesenta, setenta y ochenta, como el seiscientos, Naranjito, la abeja Maya, los lagartos de la serie V, los pitufos, el grupo Parchís, los rotring o la canción «The final countdown», y que se ha colocado como uno de los libros más vendidos, en su género, de estas pasadas navidades. Si no tienes más de 40 años lo más probable es que nada de esto te suene.
La obra, profusamente ilustrada, rescata documentalmente las meriendas de la época (¡qué merendilla!), chucherías inauditas (¡el flagolosina!), los helados (¡el frigopie!), los juegos infantiles antes de las consolas y los videojuegos (¡al cielo voy!), la moda, los primeros vaqueros y zapatillas de deporte (¡las Paredes!)que se vieron en España, las maquinitas, los juguetes y muñecos preferidos de los setenta (¡el cinexín!), los primeros videoclubes, los coches (¡el seiscientos o el tiburón!), los cassetes (¡la doble pletina!), los programas y series televisivas de la VHF y la UHF las dos únicas cadenas que había (¡El 1,2,3...!), y cómo eran los equipamientos infantiles y las clases de gimnasia de los alumnos nacidos en los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Los dos autores son bilbaínos que trabajan en el mundo de la Publicidad e Internet. Hace casi tres años decidieron abrir un blog y hace pocos meses publicaron un libro nostálgico que rescata del olvido el imaginario de los ochenta.
Con más de medio millón de seguidores en Facebook y 25.000 en Twiter, ganaron los premios al Mejor Blog Personal y Mejor Blog del Público en los Premios Bitácoras, y Mejor Blog Personal y Mejor Blog del Año en los Premios 20Blogs.
Jorge Díaz explica a ABC cómo surgió la idea de hacer este libro: «Lo primero que surgió fue el nombre, Yo fui a EGB, que nos gustó como marca. Hicimos una página de Facebook, que tuvo un gran seguimiento. La gente ha participado muchísimo mandándonos fotos y de ahí saltamos al blog y de ahí surgió el libro» -comenta Díaz-.
«Muchas fotos son nuestras, un ochenta por ciento aproximadamente, pero el resto nos las han facilitado nuestros seguidores de facebook, a los que hicimos llamadas para que nos ayudaran. Trabajamos mucho, cuatro personas se dedicaron durante mucho tiempo, más de un año, a buscar fotos, por ejemplo, de Espinete, o de un niño comprando en un quiosco», comenta el autor. Las de los patines de la época parecen sacadas del siglo XIX.
¿Cuáles fueron las fotos más difíciles de conseguir? «Casi todas han sido complicadas de conseguir, pero las más difíciles han sido las de moda y las de coches, sobre todo las de los artículos que iban dentro del coche, como los pomos delas marchas. También ha sido difícil obtener imágenes de las chucherías de la época», dice el autor bilbaíno.
Los autores de la obra acudieron incluso a coleccionistas de chicles de marcas como Cheiw. «Los fabricantes de las golosinas no siquiera tenían imágenes de sus productos de esa época, pero había coleccionistas privados que tenían más fotos que Camy o Frigo»,comenta.
El libro tiene un diseño muy especial, casi artesanal. Cada página es diferente. ¿Cómo éramos hace 40 años? «Todos eramos más homogéneos, solo había dos canales de TV, pocas marcas de ropa, las promociones de los yogures las teníamos todos los niños de esa época porque apenas había dos marcas y ahora todo es muy distinto, más complicado, menos abarcable», comenta el autor.
Sobre las cosas que más les ha gustado rescatar, comenta: «Hemos recuperado muchas cosas perdidas en el fondo de nuestra memoria. De televisión, por ejemplo, «La bola de cristal», «Verano azul», o el «1,2,3 responda otra vez», y en juguetes el scalextric, o el cinexín, o el exín castillo, pero todos los días recibimos cosas que teníamos olvidadas». En la televisión pública estatal, la única que había, hacían furor las series «Canción triste de Hill Street» o «Lou Grant» y no había realities casposos ni famosetes sin oficio ni grandes hermanos.
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