Beatriz de Moura: «Las obras de E. L. James son como las de Corín Tellado, pero con sexo»
Está a cargo de la Editorial Tusquets, que ha cumplido 45 años
sergi doria
Un vestíbulo neoclásico con la clase suficiente para un sello que mantiene sus señas de identidad. El recibidor de la nueva sede de Tusquets no deja lugar a dudas sobre los quehaceres de la casa: los libros ocupan cada paño de pared. Cuatro ... décadas de edición con un catálogo first class : los abismos de Cioran , las tempestades de acero de Junger , la memorable levedad de Kundera , las biografías de Safranski , los cuadernos ínfimos de Groucho y Woody Allen , el teatro de Beckett , los casos de Maigret , la memoria de Semprún y los terremotos nipones de Murakami . Aquí se imprimen libros de los buenos. Beatriz de Moura nos recibe en su despacho de la barcelonesa Diagonal.
Hablamos con la editora en una mesa rodeada de objetos que congregan recuerdos: un bolso de charol blanco identificado con el nombre de Beatriz, un dibujo al carbón con la faz de Kundera y una foto del escritor checo con su mujer. Dos kiwis en un cenicero, la pipa de Simenon y muchas fotos de la editora con Antonio López Lamadrid , el hombre que dio forma empresarial a Tusquets y que compartió con ella tres décadas de su vida y más de dos mil títulos de catálogo.
La edición como artesanía
La historia de Tusquets, esto es, «de la edición como una artesanía», en palabras de Beatriz de Moura , se gestó el otoño de 1968 en la sala de estar de su casa y germinó en otoño de 1969 cuando presentó en el cuadrilátero de El Price, coliseo del boxeo barcelonés, los primeros títulos de las colecciones «Cuadernos Ínfimos» y «Marginales». Desde aquel momento, Beatriz de Moura se fijó tres metas: «Uno, reivindicar las vanguardias de nuestro siglo y la literatura que, no por marginada, minoritaria e incluso maldita, no deja de ser menos importante. Dos, aportar elementos para un debate vivo, activo, en el terreno de la cultura. Tres, publicar la narrativa de autores noveles españoles e hispanoamericanos».
-Tusquets ha retornado a la órbita de Planeta. Recordando sus palabras: ¿seguirá todo «como antes, como siempre»?
-Exactamente igual, no, aunque la línea editorial no tiene por qué cambiar. Es un acuerdo entre dos partes. Y, de paso, aseguramos el futuro del sello y nos lanzamos a la edición digital.
-¿Ninguna crisis pasada fue peor que la actual? ¿Cómo ha ido el último ejercicio de Tusquets?
-Hemos quedado en tablas. Naturalmente, peor que otros años. Cambios en la distribución, cambio de sede, menos títulos publicados, descenso general de las ventas… Y cierta perplejidad ante una sociedad con nuevos hábitos de ocio y de lectura.
-¿Se le da bien el libro electrónico?
-No puedo estar en contra, siempre y cuando lo ponga a mi servicio, y no al contrario: la fascinación por el mundo digital ha esclavizado a mucha gente. La lectura ya no es igual con los medios digitales de… desconocimiento. La pantalla exige rapidez, inmediatez y eso está reñido con el conocimiento real. Si lees rápido olvidas con la misma rapidez. Sucede como en esos dibujos animados de Disney en los que un personaje se mete en las páginas de un libro. Yo estoy un poco mayorcita para adoptar extasiada estos cambios, pero sí con la máxima curiosidad e interés.
-¿Y qué hacemos con la piratería?
-Es un combate inútil. Es cierto que los piratas hacen dinerito, pero no tanto: escanean muy mal, faltan números de página, capítulos incompletos…
-Los libreros lo están pasando mal…
-Los editores literarios necesitamos a los libreros como ellos a nosotros. No siempre es fácil ir creando unidades más amplias, aunque no hay nada malo en las grandes cadenas de librerías. La Casa del Libro o La Central son buenos ejemplos.
-En 2014 Tusquets cumplirá 45 años. Hablemos de los hombres de su vida editorial y personal: Oscar Tusquets y Toni López Lamadrid.
-Los dos fueron amigos entre sí, Oscar fue socio desde el inicio hasta 1994 y nunca perdí su amistad. Cuando trabajaba en Lumen en los años sesenta, presenté un proyecto editorial a Esther Tusquets. Pero a ella no le interesó y Oscar me animó a llevarlo a cabo por nuestra cuenta. La editorial nació con algo así como mil doscientos y pico euros. La editorial de aquellos primeros años avanzó a trancas y barrancas hasta 1977, cuando Toni López, empresario del sector textil, le dio el vuelco definitivo, convirtiendo la editorial en una sociedad anónima. A mí nunca se me dio bien la contabilidad. Fue una unión perfecta: él puso los números, yo las letras y los dos el ánimo.
-En aquel 1977 ve la luz el primer título de «La sonrisa vertical», cuyo premio dejó de convocarse en 2005… ¿Le ha sorprendido el éxito de E. L. James, esa mezcla de Corín Tellado con erotismo?
-Yo diría que las novelas de E. L. James son como las de Corín Tellado, pero con sexo. Me parece más acertado. Ninguna de esas novelas las hubiera aceptado Luis G. Berlanga para «La sonrisa vertical». Nosotros publicábamos erotismo. Ninguna lectora de las «Sombras de Grey» podría hoy leer al marqués de Sade o «La historia del ojo» de Bataille sin alterarse profundamente.
-¿Cómo era la Barcelona de la gauche divine?
-Es como si en Barcelona un grupito de jóvenes treintañeros hubiéramos adelantado unos años la Transición que se dio luego en Madrid. Eso que se dio en llamar gauche divine resultó con los años -y algo de leyenda- un grupo antifranquista sin conciencia de grupo y sin líderes, con la certeza de que Franco moriría de muerte natural y de que debíamos espabilar. Con los años, bastantes decidimos ser más profesionales y menos creyentes en las ideologías dominantes.
-¿Había tanta libertad sexual o es una leyenda?
-¡Nada de nada! Lo hacíamos más como provocación que por placer. Aun así, que nadie nos quite lo bailado.
-¿Como editora de la capital del libro en español entiende el proceso de «transición nacional» que lidera Artur Mas?
-Eso de la «transición nacional» me parece un misterio. Soy brasileña de origen, mi lengua es el español y el francés, mi otra lengua de estudios. No soy de ningún país, ni me siento ligada a bandera alguna. Estoy aquí por casualidad, pero me gustó Barcelona y aquí me quedé. Barcelona es aún, pese a todo, cosmopolita, y los nacionalismos no lo son: es una forma de ensimismamiento, de fe. Como sentimiento me resulta ajeno.
«Las obras de E. L. James son como las de Corín Tellado, pero con sexo»
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Beatriz de Moura
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Piratería
«Es un combate inútil. Los piratas hacen dinerito, pero no tanto: escanean muy mal, hay capítulos incompletos...»
Beatriz de Moura: «Las obras de E. L. James son como las de Corín Tellado, pero con sexo»
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