nuevo periodismo
Escribieron crónicas y se convirtieron en estrellas de rock
Weingarten desgrana en «La banda que escribía torcido» la época dorada del periodismo estadounidense

A Jimmy Breslin no le gustaba el periodismo en manada. Cuando el 'New York Herald Tribune' le mandó a cubrir la muerte de John F. Kennedy decidió que los líderes mundiales que acaparaban los focos no eran más interesantes que Clifton Pollard , el hombre que enterró al expresidente de Estados Unidos. «Después de todo, era una crónica sobre un cuerpo sin vida», dijo. Y escribió 'Cavar la tumba de JFK fue un honor', que pronto se convirtió en una de las crónicas más reconocidas del periodismo estadounidense.
Años sesenta en los dominios del tío Sam. Los hermanos Kennedy mueren asesinados. Igual que Martin Luther King Jr. , el icono de la lucha por los derechos civiles. EE.UU. asiste al horrible espectáculo de la Guerra de Vietnam. Nixon . Grupos de contracultura como los hippies o los moteros de los Ángeles del Infierno agitan una sociedad con ganas de revolverse. Y aparecen Tom Wolfe, Hunter S. Thompson, Joan Didion, Jimmy Breslin, Gay Talese, John Sack…
Cuando mandaron a Breslin a cubrir la muerte de Kennedy él se fijó en su enterradorSon algunas de las firmas que contaron una época especialmente convulsa. No lo hicieron de cualquier manera; rompieron con las formas narrativas convencionales y llevaron a los periódicos y revistas técnicas propias de los novelistas: sucesión de escenas, diálogos completos o diversos puntos de vista. Una forma de relatar historias que el propio Wolfe llamó Nuevo Periodismo . O «el movimiento literario más importante desde el resurgimiento de la literatura estadounidense en los años veinte», según Marc Weingarten .
«Decir eso de la obra de estos escritores dispares y con talento parece exagerado», diría una reseña publicada en 'The New York Times' de 'The Gang That Wouldn't Write Straight'. Marc Weingarten, escritor y cineasta, es el autor de dicha obra. Ahora, la editorial ' Libros del K.O. ' publica en español –'La banda que escribía torcido'– esta historia del Nuevo Periodismo. No es un texto académico; todo lo contrario. Es la crónica de los años dorados del periodismo americano. La crónica de unos reporteros que se olvidaron de los límites. Tres mil palabras. Cincuenta mil. Las que fueran necesarias.
«Los textos de los nuevos periodistas fueron sagrados para sus fans. Se convirtieron en estrellas de rock literarias, la mayoría conocía sus nombres. Sus charlas en las universidades se abarrotaban en cualquier punto del país», recuerda Weingarten. Desde luego que los chicos de 'La banda que escribía torcido' supieron distinguirse. Porque, en realidad, su forma de contar historias no era muy distinta a la de Gabriel García Márquez en 'Relato de un náufrago'. O a lo que ya propusieron George Orwell, John Steinbeck o Ernie Pyle. Pero en los sesenta aparecieron editores dispuestos a arriesgar y unos 'nuevos periodistas' que añadieron el toque de frivolidad necesario.
'La banda que escribía torcido' es la crónica de los años dorados del periodismo americano Tom Wolfe vestía con trajes a medida . No tenía «ningún otro tipo de vicios menores» y pagaba religiosamente 212 dólares a un sastre para llevar la cintura bien «ceñida» y conseguir que dijeran de él: «Por el amor de Dios, ¿quién se cree que es?».
El hombre que puso título a su generación dio sus primeros pasos con un ataque frontal a ' The New Yorker ', la revista literaria de referencia en Nueva York. El reportaje, un movimiento atrevido, no tenía otro objetivo que situar en el mapa al suplemento dominical del 'New York Herald Tribune'. Aunque criticado por las figuras más renombradas, con los años Wolfe fue capaz de desarrollar un estilo propio, adornado e hiperactivo. Los que se sorprendían por su forma de vestir pasaron a preguntarse «qué demonios estaba haciendo». Reconocido como reportero, pronto se volvió un novelista de éxito.
Wolfe, en los sesenta, se unió a un grupo de periodistas de culto entre los que sobresalía Gay Talese , de quien aprendió su forma de narrar mediante escenas. Talese era hijo de un sastre y por eso empezó a vestir con chaleco y corbata desde que iba al colegio. Así escribe, como un sastre: «Cosiendo, cosiendo, cosiendo». Sus perfiles de Frank Sinatra, Joe DiMaggio y Floyd Patterson o su retrato de la mafia en 'Honrarás a tu padre' hacen de él uno de los grandes del periodismo. «Tom Wolfe me etiquetó como un 'nuevo periodista', lo que en realidad nunca me gustó. Yo solo quiero escribir sobre la gente de una manera que sea un cuento pero con nombres reales», dice.
«Cosiendo, cosiendo, cosiendo», así escribe Gay TaleseHunter S. Thompson no vestía de etiqueta. Trasnochó, jugó, bebió y se drogó tanto como sus reportajes lo precisaron. Fue un periodista que mostró en sus crónicas su propia destrucción. Poco amigo de los horarios de cierre y el apego a una redacción fija, quiso demostrar que era posible hacer lo que Ernest Hemingway enseñó: «Ser free lance y salirte con la tuya». Pese a que tuvo éxitos puntuales, no conseguiría su objetivo hasta 'El derbi de Kentucky es decadente y depravado', «un texto divertido, muy divertido sobre la decadencia moral del sur», indica Weingarten. Wolfe quedó encantado. ¡Eres el amo! Tal vez no seas el sheriff, ¡pero eres el puto amo!», le escribió. Las drogas terminarían anulando a Thompson, que en 2005 se pegó un tiro en la cabeza. Como Hemingway.
Nuevos periodistas: dos dandis, un suicida y un borracho. El borracho es Norman Mailer . Como Thomas B. Morgan , Mailer llegó al periodismo procedente de la ficción. El editor Clay Felker le propuso cubrir la convención demócrata de 1960 y el novelista aceptó. El resultado, un reportaje sobre el expresidente Kennedy, está reconocido como uno de los mejores textos publicados en la historia de 'Esquire'.
Ell artículo «fue una mezcla novedosa: texto reflexivo, perfil de una personalidad y obra polémica. Era periodismo, sin duda alguna. Pero el director de un periódico tendría dificultades a la hora de colocarlo en alguna sección. Años más tarde, cuando el término Nuevo Periodismo fue de uso común, Mailer admitió que 'Superman va al supermercado' encajaba perfectamente bajo esa rúbrica que designaba un periodismo creativo», según Weingarten.
«Mailer quería la celebridad y en cambio obtuvo notoriedad»Mailer tenía una personalidad muy polémica. Aspiraba a ser reconocido como escritor, pero en los sesenta fue su actividad como periodista lo que le hizo destacar. En palabras de Pete Hamill , «quería la celebridad y en cambio obtuvo notoriedad». Se emborrachaba con frecuencia. Y en público. En una ocasión llegó a apuñalar a su mujer. El día siguiente fue entrevistado por Mike Wallace . Los tabloides siguieron sus enfrentamientos con otras figuras y, por supuesto, sus fiestas. La generación de oro del periodismo estadounidense rompió moldes en su narrativa, sí, pero sobre todo en su exposición pública.
Aquel suceso con su mujer frenó un primer intento de Mailer de presentarse a la alcaldía de Nueva York en 1960. Lo terminaría haciendo nueve años después junto al también periodista Jimmy Breslin . La idea surgió en una mesa de redacción de la revista 'New York'. «Deberías presentarte como candidato a la alcaldía. Y luego escribir una crónica relacionada con eso, o quizás varias crónicas», le propusieron a Breslin. Como Mailer no soportaba estar en segundo plano, Breslin tuvo que conformarse con el Concejo Municipal. La campaña terminó como tenía que terminar: mal y con una crónica de Breslin en la portada de 'New York'.
Dos dandis, un suicida, un borracho que se metió en política y un reportero de guerra. John Sack acompañó a las tropas estadounidenses en Vietnam y publicó 'M', el primer gran libro bélico del Nuevo Periodismo. Michael Herr recogió el testigo. Primero publicó crónicas en ‘Esquire’ y más tarde 'Despachos de guerra', un título destacado en la literatura de guerra. Weingarten retrata también a otros periodistas como Joan Didion y los editores que lucharon por publicar y, sobre todo, vender esta 'novedosa' propuesta narrativa: Harold Hayes ('Esquire'), Clay Felker ('New York ') y Jann Wenner ('Rolling Stone').
«Deberías presentarte como candidato a la alcaldía. Y luego escribir una crónica»Con el fin de los años setenta los años grandes del periodismo estadounidense se fueron extinguiendo. Como las modas. Weingarten escribe: «Había una sensación de cansancio mental, daba la impresión de que todas las historias ya habían sido contadas y que ya no quedaba nada sobre lo que escribir. Las últimas tropas estadounidenses salieron de Saigón en 1975; los medios más importantes se habían apoderado completamente de la contracultura, y la liberación de la mujer ya no era lo suficientemente sexy como para que los periodistas masculinos cubrieran aquel movimiento con el mismo rigor y la misma pasión que le reservaban a las guerras».
El autor de 'La banda que escribía torcido' da por muerto el Nuevo Periodismo de los sesenta. Robert S. Boynton , director del Programa de Reportaje Literario en la Universidad de Nueva York, habla del Nuevo Nuevo Periodismo. Al contrario que sus colegas de los sesenta, Adrian LeBlanc, Richard Preston, Lawrence Weschler, Jon Krakauer, Lawrence Wright o Susan Orlean , entre otros, han introducido significativas innovaciones en el reporteo, «más que experimentos con el lenguaje o con las formas que utilizaban para contar sus historias». «Wolfe entró en la mente de sus personajes; los nuevos nuevos periodistas llegaron a ser parte de sus vidas», añade Boynton.
Luke Mitchell , en la reseña de la obra de Weingarten en 'The New York Times' afirma que los periódicos y revistas de calidad ya existían antes de 1965. «Y siguen existiendo (lo crean o no), incluso el día de hoy». Weingarten lo reconoce: «El arte de la narración está vivo y coleando, solo que ahora es más difuso y está diseminado en libros, periódicos, revistas y en la web».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete