Cristina Fernández Cubas, en el espejo de Fernanda Kubbs

Ese mal momento, sin embargo, quedó cerrado en cuanto a Cubas se le cruzó por la cabeza la imagen de Isa, una joven periodista a la que le han encargado un reportaje sobre la magia. Ella, escéptica y descreída, se verá inmersa en una sorprendente e inexplicable aventura con la que Cubas se desdobla en Kubbs. Dos en una. Un mundo parecido, sí, aunque una mirada completamente diferente. «Siempre había mantenido cierto equilibrio entre lo real y lo irreal, pero ahora me he permitido atravesar la puerta; me he permitido volar», explica la autora de «Mi hermana Elba» y «Los altillos de Brumal».

Así, siguiendo sus propios pasos para acabar saliéndose del camino, Cubas/Kubbs reivindica la magia en un libro que, asegura, le ha permitido tocar temas que le interesan como el espiritismo y la imaginación desde una óptica «más adolescente, con una recuperación de las canciones y las historias de la niñez». La realidad, sin embargo, también consigue hacerse un hueco, aunque sea en versión deformada, a partir de relatos como el caso que Sherlock Holmes no pudo resolver o la historia de las hermanas Fox, fundadoras del espiritismo.

Con «La puerta entreabierta», novela cuyo título se remonta a una conferencia sobre literatura fantástica que Cubas dio hace unos años, —«creo que me saltado todo lo que dije entonces », bromea—, Fernanda Kubbs se «estrena» como «hermana de tinta» y, sobre todo, como yang literario de ese otro yin, más oscuro e inquietante, con el que Cubas ha firmado volúmenes como «Parientes pobres del diablo». «Es muy desenfadada y alegre», reconoce. Aún así, y pese a que su idea es que «La puerta entreabierta» sea la primera parte de una trilogía protagonizada por Isa y firmada por Fernanda Kubbs, la autora ya anuncia que su intención más inmediata es recuperar a Cristina para «ahondar en el lado oscuro».

En cualquier caso, ya sea como Cristina o como Fernanda, la escritora barcelonesa sigue manteniéndose fiel a esa cita de Blaise Pascal que ya utilizó como «felpudo» de una de sus antologías y en la que puede leerse que «la mayor adquisición de la razón es reconocer que hay cosas que no puede explicar la razón». O, como señala Cubas, « cuanto más razonable es uno más cree en la posibilidad de lo desconocido».