Elsa Punset: «Un adulto tiene más miedo que un niño»
La autora de «Una mochila para el universo» se interna ahora en las emociones infantiles con «El león jardinero»
Celia frailE
Elsa Punset ha protagonizado uno de los fenómenos literarios del año con «Una mochila para el universo. 21 rutas para convivir con nuestras emociones» . Ahora «equipa» a padres y educadores con «El león jardinero» (ed. Destino ), una fábula sobre ... la fuerza del amor que hace las veces de espacio para reflexionar y hablar de emociones con los más pequeños.
-¿Cuál cree que es la clave es el éxito de «Una mochila para el universo»?
Creo que es porque habla de cosas muy básicas , como son las emociones, con palabras muy sencillas .
-¿Cómo nos puede ayudar una buena gestión de las emociones en los momentos duros que vivimos?
A dejar que no nos dejemos invadir por el miedo . El miedo paraliza el fenómeno creativo y está demostrado que entorpece la capacidad cognitiva. Así que nos hace menos inteligentes y creativos justo en el momento en el que necesitamos serlo lo más que podamos. También podemos evitar reaccionar mediante la huida o la agresión , que son las dos acciones que desencadena el miedo.
-Ahora se lanza con los niños con «El león jardinero», ¿cree que la educación emocional es la gran asignatura pendiente?
Sí, aunque es cierto que en ciertos países ya está empezando a formar parte del curriculo. Y también en España se están dando los primeros pasos. Creo que en unos años se mejorará el curriculo con la educación de competencias emocionales y sociales .
Filósofos en potencia
-¿Qué es lo que le ha animado a escribir este libro?
Porque trabajo con niños y tengo los míos propios. Los pequeños tienen una gran curiosidad, una gran tendencia a la risa y a la alegría. Quieren saber, y quieren saber lo que les pasa. Son todos unos filósofos en potencia. Por ello necesitan que les nutramos de personajes cálidos e inteligentes que les ayuden.
-¿Por eso ha elegido a animales como protagonistas?
Para ellos es un lenguaje muy natural . Ellos viven todavía en un mundo muy mágico, que nosotros olvidamos al crecer, en el que es muy normal que un león o un pájaro hablen. Se trata de una manera de aprender implícita. Los niños necesitan estar motivados para aprender y el mejor modo es relacionar las cosas nuevas con las que ya sabemos. Por eso las fábulas funcionan tan bien.
-¿Cómo puede un padre enseñar a su hijo a gestionar adecuadamente sus emociones?
Un buen maestro es aquel que se ha trabajado desde dentro. Los niños aprenden por imitación y para ello necesitan modelos creíbles . Así que hay que vivir como se quiere que el niño viva. Sin embargo, tendemos a sobreproteger en lo físico y abandonar lo emocional . Hay que hablar y comprender y para ello se necesita tiempo de calidad.
«Nos podemos enfrentar a las emociones de forma más deliberada, sin ser marionetas»
«El león jardinero» es un pequeño instrumento que les puede ayudar, con la lectura se aprende mucho, nos damos cuenta de que es más lo que nos une que lo que nos separa. Y en el caso del libro, nos recuerda que las emociones son las mismas para todos y que podemos aprender a enfrentarnos a ellas de forma más deliberada, a no tener reacciones automáticas, a no ser una marioneta.
-En el libro aparecen pequeños ejercicios de meditación, ¿cómo pueden ayudar a los pequeños?
En un momento en el que estamos bombardeados por estímulos externos resulta vital mirar hacia dentro para saber lo que nos pasa, con el fin de poder gestionarlo. Por ello, también «El leon jardinero» trata de lo cotidiano , porque también tiene magia. No hay que saltar siempre en paracaídas.
-¿Cuál es la emoción que peor gestionamos?
Todas las que llamamos negativas. Que en realidad no lo son, hay emociones útiles e inútiles. La ira, el miedo, la tristeza son ejemplos. En lugar de no dejar que nos invadan, filtrarlas, tendemos a buscar distracciones para evitar pasarlo mal. Sin embargo, hay que aprender y enseñar a los niños a ser más resililentes a esas emociones .
-¿Y qué nos diferencia de los niños?
Un adulto tiene más miedo , menos curiosidad y menos alegría que un pequeño. Más allá, no hay grandes diferencias.
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