Juego de espejos
El mito de Orfeo explica la próxima temporada del Teatro Real, inaugurada en la sede alternativa de los Teatros del Canal
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'Orphée'
- Compositor Philip Glass
- Dirección musical Jordi Francés
- Intérpretes Rey-Joly (La Princesa), S. Schwartz (Eurídice), M. Atxalandabaso (Heurtebise), E.Nelson (Orfeo), K.Demurova (Aglaonice), P. García-López (Cégeste), E. Faraldo (El reportero)
El mito de Orfeo explica la próxima temporada del Teatro Real, inaugurada ayer en la sede alternativa de los Teatros del Canal. Orfeo, que descendió a los infiernos buscando a Eurídice y se desvanece cuando incumple la prohibición de mirarla, empapa la historia de ... la música (de la ópera, por supuesto) alcanzando la contemporaneidad con ejemplos como el «Orphée» de Philip Glass, representado ahora con dirección musical de Jordi Francés y escénica de Rafael Villalobos.
No se trata en este caso del «gran sacerdote» del que hablaba Jean Cocteau, sino de la reinterpretación del mito según él mismo ratificó en su película de 1950 al convertirlo en un poeta famoso, añadiendo la presencia del ángel Heurtebise, amores cruzados, al vestirle de calle, subirle a un Rolls y añadir la radio. Glass explica en sus memorias (»Palabras sin música», Malpaso, 2017) su admiración hacia Cocteau y hacia una película de la que tomó íntegramente el texto para ponerlo en música.
Que Villalobos asuma ahora el pensamiento de Glass y con exquisita precaución potencie el objeto con una puesta en escena de refinada síntesis escenográfica, dice mucho de su talento y madurez. El formidable juego de luces y sombras, la impecable geometría de las posiciones, más aún cuando se superponen distintas escenas, la movilidad de una estructura con monitores evocando los espejos que son puerta y salida al mundo de los vivos y al de los muertos, el deambular, incluso, por el escenario desnudo, otorga una condición muy especial al texto de Cocteau y refuerza, con una curiosa complicidad, la coherencia narrativa de la música de Glass.
«Orphée» se presenta con dos repartos, con representaciones hasta el día 25. En el primero destaca, por calidad y profundidad, Edward Nelson quien asume el papel protagonista. En todos los casos, queda la intervención de Jordi Francés, ordenando con lógica y dirección el discurso musical, las voces interiores y su proporcionalidad. Glass habla de «Orphée» como de una «comedia romántica». La expresión puede chocar en una primera lectura, pero adquiere toda su intencionalidad viendo esta producción, tan fiel y tan enriquecedora de la obra.
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