Javier Marías, el escritor del siglo
«Javier Marías era muy exigente, incluso demasiado para consigo mismo. No se permitía no estar a la altura de esos grandes que como Shakespeare, Nabokov, Conrad o Lampedusa habían jalonado páginas con las que su literatura se mide sin demérito alguno»
Muere Javier Marías, el gran novelista español del último medio siglo
Javier Marías comenzó a publicar hace cincuenta y un años. Precisamente su pérdida coincide con la publicación de un libro en Ámsterdam y Nueva York que con ese motivo nos reunió en Oxford a especialistas europeos y americanos en su literatura. Me resulta difícil escribir ... este texto, al llevar años publicando sobre su narrativa, es más, escribiendo críticas en ABC Cultural pensando que él las iba a leer, como hacía regularmente, con una mirada inteligente.
Javier Marías era muy exigente, incluso demasiado para consigo mismo. No se permitía no estar a la altura de esos grandes que como Shakespeare, Nabokov, Conrad o Lampedusa habían jalonado páginas con las que su literatura se mide sin demérito alguno. Estaba muy por encima, y eso lo sabía todo el mundo. Lo proclamaron públicamente Umberto Eco, Claudio Magris, Coetzee, Banville y muchos otros. Ha logrado el Comité Nobel que se una Javier Marías a la nómina insigne de quienes no han sido premios Nobel, comenzando con Borges, ya que hablamos de literatura en lengua española. Siempre había una causa noble por la que premiar a algún desconocido de no se que minoría. El caso es que la verdadera minoría a proteger y premiar, para lo que ese premio nació, tendría que haber sido siempre la minoría de escritores como Marías. La fecha del Nobel cada año coincidía con la pregunta '¿Y cómo no se lo han dado a Marías?' Ahora se repetirá como otro ejemplo que añadir a Borges.
Hay dos etapas en su literatura: la anterior a 'Corazón tan blanco' y la posterior, puesto que el éxito que en Alemania primero y después en toda Europa tuvo esa novela catapultó a su autor, quien era hasta entonces conocido para un círculo de entendidos como Benet, García Hortelano y Eduardo Mendoza, degustadores del que llamaban ( lo hacían Jaime Salinas y Claudio Guillén) el joven Marías.
Lo curioso es que 'Corazón tan blanco' o 'Mañana en la batalla piensa en mí' tuvieron millones de seguidores entre lectores que se reconocían en ese mundo universal de los secretos, de la traición, del duelo o la impunidad como ocurriría luego en 'Los enamoramientos' o 'Berta Isla', esta última en la continuación de lo que se llamó ciclo de Oxford, iniciado en 'Todas las almas' y continuado en esa obra maestra del pensamiento sobre los libros titulada 'Negra espalda del tiempo', precedente de 'Tu rostro mañana'. Allí Marías se planteó el gran tema de la vida tras la muerte, esto es la forma de la memoria personal y colectiva a través de las palabras que saben construirla. Por eso eligió que su padre se llamara Juan Deza, porque al ser personaje literario Julián Marías seria representativo de cuantos han sufrido delación traidora o vivieron el horror de la Guerra Civil.
Javier Marías en su Discurso de ingreso en la Real Academia Española recordaba que no había personaje noble de la época que ganase en pervivencia a don Quijote, hijo de la imaginación, y personaje figurado, igual que no hay príncipe de Dinamarca con más vida posible que Hamlet. En la narrativa última, como ocurrió en 'Berta Isla' o su continuación 'Tomás Nevinson', se asomó al gran tema de la legitimidad de la violencia, de si el Estado ha de defenderse o no de terroristas. La páginas iniciales de 'Tomás Nevinson', como le ocurrió al comienzo de 'Corazón tan blanco', pasarán a la historia de esos comienzos que cuando uno los lee sabe que el escritor que ha sido capaz de escribirlos dice la condición humana como pocos han sabido decirla nunca.
No querría terminar estas difíciles palabras sobre su literatura sin hacerme eco de un problema que asediaba toda su obra: la impunidad. Quizá la única forma de salvar la injusticia de que queden sin castigo tantos delitos y faltas haya sido escribir sobre ellos, para que no se olviden. Hay en su literatura una ética de la responsabilidad de quien sabía que escribir es una necesidad, para que no impere esa forma de dictadura que a las sociedades impone el olvido de la historia y la cultura. La mancha que quedó tras la muerte inexplicada de Andreas Nin, la mancha de los atentados de ETA en Hipercor, no debe borrarse y quizá no ocurra, porque un escritor madrileño supo contarlas con esa prosa hipnótica, que te atrapa, en la cual el pensamiento fluye a la vez que el ritmo en insólitas y profundas matizaciones. Javier Marías ha sido uno de esos pocos que han habitado el mundo para quienes ser y tener un estilo mereció la pena.
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