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ABC Cultural

No volveré al desierto

Hacía tanto calor que la gente se había muerto, o desmayado, o refugiado bajo el aire acondicionado

Los vientos y los fuegos

El gran juego de la vida

Jaime Bayly

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Cuando le conté al conserje del hotel en Los Ángeles que manejaríamos tres horas rumbo al desierto, me dirigió una mirada preñada de malos augurios, torció el gesto y dijo:

-No vaya al desierto. Es peligroso. Hace demasiado calor.

No le hice caso. ... Yo quería ir al desierto. Llevaba años deseando conocer el desierto de Palm Springs. Me hacía ilusión pasar unos días confundido entre los espíritus bohemios, los sanadores de almas, los ricos ensimismados y los hippies con camisas de flores que, como si estuvieran preparándose para morir, residían en ese pueblo ardiente. Tenía la vaga idea de que Palm Springs era el refugio perfecto para quienes querían desaparecer del todo, rodeados de tierras áridas, cactus y coyotes.

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