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ABC Cultural

Rojos y mariquitas

Mi madre seguía rezando para que su hermano homosexual se casara con una mujer y su otro hermano dejara de ser comunista

No todos los perros tienen la misma suerte

He visto a todos caer

Jaime Bayly

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A mi casa no entran rojos ni mariquitas, decía mi padre. Levantando la voz, bebiendo licores recios, fumando cigarrillos y a veces pipas, limpiando sus armas de fuego, dirigía una mirada turbia a mi madre y le decía: A esta casa no van a entrar ... tu hermano el comunista y tu hermano del otro equipo. Temerosa de las iras volcánicas de su esposo, mi madre obedecía en silencio.

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