Habermas advierte contra la relativización de las creencias cristianas
Califica de «paradójica» una comprensión de la religión que pone entre paréntesis sus creencias, las suspende, las considera obsoletas y, en cambio, la permite como una forma de vida segura que se alimenta de cualquier esperanza
Jürgen Habermas
A sus 96 años de edad, Jürgen Habermas publica ya sólo con motivo de invitaciones muy selectas, como el volumen titulado 'Den Diskurs bestreiten. Religion im Spannungsfeld zwischen Erfahrung und Begriff' ('Contestando el discurso: la religión en la tensión entre la experiencia y el ... concepto'), de Nomos Verlag, un homenaje de autores alemanes al filósofo Thomas M. Schmidt. En una pieza breve, pero significativa, Habernas condensa su pensamiento postsecular en torno al papel de la religión en la esfera pública e insiste entre la necesidad de diálogo entre razón secular y tradición religiosa. El texto de cinco páginas, titulado 'Ein Geburtstagsgruß' ('Un saludo de cumpleaños'), no presenta un argumento sistemático, sino una serie de reflexiones que reafirman su postura sobre la «traducción» de contenidos religiosos al lenguaje secular.
«La razón secular sigue dependiendo de actos de traducción si no quiere fosilizarse en una autosuficiencia normativa», advierte el filósofo alemán, que insiste en que «las tradiciones religiosas contienen contenidos semánticos que no pueden agotarse en el lenguaje moral o jurídico». Habermas sostiene que la modernidad no puede prescindir de las fuentes religiosas de sentido, siempre que estas se hagan accesibles mediante una «traducción discursiva» que respete la pluralidad democrática. Esta idea, desarrollada en obras anteriores como 'Zwischen Naturalismus und Religion' (2005), se subraya aquí en tono más personal y con una carga simbólica de despedida.
El texto sobrio, reflexivo y cargado de respeto intelectual, evita por completo la polémica y la confrontación, para dejar paso a una invitación a la apertura filosófica. Convierte el saludo de cumpleaños en una oportunidad para reiterar que «la filosofía debe seguir siendo receptiva a lo que no puede decirse del todo en su propio lenguaje». Habermas califica de «paradójica» una comprensión de la religión que pone entre paréntesis sus creencias, las suspende, las considera obsoletas y, en cambio, la permite como una forma de vida segura que se alimenta de cualquier esperanza. No deja de marcar una «disidencia» de larga data con su alumno Schmidt, que todavía habla de una «práctica religiosa de la fe» incluso cuando se trata de una «actitud religiosa dirigida de regreso a la inmanencia» en la que «la felicidad de una realización que trasciende todo lo mundano interno ya no es importante».
Para Habermas, la «consistencia» del concepto de religión está en juego si al ser humano «que dice adiós a las esperanzas de la vida después de la muerte y a las ideas de salvación» todavía se le concede el estatus de esperanza cristiana. Previene contra la relativización de la esencia del cristianismo y, después de su trabajo sobre la filosofía de la religión 'Auch eine Geschichte der Philosophie' ('También una historia de la filosofía'), se detiene de nuevo en el concepto funcional teológicamente prevaleciente de la religión, ya que determina en gran medida la proclamación cristiana, cuando las creencias se reducen a su plausibilidad antropológica y permanecen «extrañamente indeterminadas en términos de contenido». Habermas ve en la nivelación sustantiva de la esperanza religiosa un cambio que llega «a las raíces del teísmo» y promete relevancia social en la medida en que «menos se adhiere al núcleo dogmático de una religión monoteísta de salvación y más claramente se despide de una orientación hacia la vida después de la muerte y la promesa explícitamente divina de salvación».
Todavía activo intelectualmente, aunque con apariciones públicas cada vez más escasas, Habermas sigue regalando los frutos de una mente lúcida y comprometida. Aunque ya no concede entrevistas extensas ni participa en debates públicos como antes, sigue publicando reflexiones sobre Europa, la esfera pública, la religión y la democracia. En sus últimos artículos, como 'Nur ein Gruß – und die Ermunterung zu fortgesetztem Denken', también en un homenaje a 'Konrad Ott' ('Metropolis Verlag', Marburg, 2025), ha celebrado el pensamiento ético y ambiental, con un tono reflexivo sobre la continuidad del diálogo filosófico. El titulado 'Europa debe seguir adelante con su integración y autodefensa, el pasado mes de marzo en Süddeutsche Zeitung, analiza las consecuencias de la política exterior de Trump y afirma que «desde una perspectiva europea, esta ruptura histórica tiene consecuencias de gran alcance, tanto para el curso futuro y el posible fin de la guerra en Ucrania como para la necesidad, la voluntad y la capacidad de la Unión Europea de encontrar una respuesta redentora a la nueva situación. De lo contrario, Europa también se verá arrastrada a la vorágine de la superpotencia en declive» y reconoce que «fue un error político imperdonable que Alemania en particular, con su confianza inquebrantable en la «unidad de Occidente», eludiera repetidamente el desafío evidente de fortalecer la capacidad de acción internacional de la Unión Europea». En esta última etapa de su pensamiento, Habermas ha desplazado el foco desde la teoría pura hacia una crítica directa de los acontecimientos políticos actuales. Ya no se limita a analizar las condiciones ideales del discurso, sino que interviene activamente en el debate, preocupado por la irracionalidad política y el riesgo de una tecnocracia autoritaria disfrazada de democracia formal.