El Gobierno politiza la memoria de Vicente Aleixandre
El Ministerio de Memoria Democrática invita a una heredera del poeta a un acto por las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo
El premio Nobel fue detenido por los republicanos y, crítico con el régimen, vivió en Madrid y publicó durante la dictadura
Las puertas abiertas de Velintonia: los poetas vuelven a la casa de Aleixandre 40 años después
Madrid
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Iniciar sesiónEl Gobierno, a través del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, está ultimando un acto de homenaje a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo la semana que viene y en él tiene previsto incluir la figura de Vicente Aleixandre, premio ... Nobel de Literatura en 1977. Según ha podido saber ABC, el Ejecutivo ha invitado a Amaya Aleixandre, sobrina segunda del poeta, para que lo represente en el 'Día de recuerdo y homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la dictadura', un acto que estará presidido por Pedro Sánchez. El ministerio que dirige Ángel Víctor Torres entregará una veintena de declaraciones de reconocimiento y reparación a «personas que padecieron persecuciones, condenas, sanciones u otras formas de violencia personal por razones políticas, ideológicas o de creencia religiosa».
Se trata del tercer acto que organizan los socialistas desde que entrara en vigor la ley de Memoria Democrática. En la primera edición, Sánchez y Bolaños, entonces ministro del ramo, entregaron los documentos de reconocimiento a herederos de Julián Grimau, dirigente comunista fusilado, a una de las 13 rosas ejecutadas en 1939 o a Ramón de la Sota, un empresario cuyos bienes fueron embargados y cuyos herederos han empezado a recuperar. El año pasado, en otro acto presidido también por Sánchez, se incluyó a figuras como Nicolás Sánchez-Albornoz, un historiador detenido y condenado a trabajos forzosos en el Valle de Cuelgamuros; Manolita Chen, una transexual detenida en varias ocasiones durante el franquismo, o la escritora María Teresa León, que pasó 35 años en el exilio hasta su regreso a España en 1977.
Aleixandre, a diferencia de perfiles como los homenajeados anteriormente, nunca se exilió de España. Sí vivió una suerte de 'exilio interior' al terminar la guerra, y tras unos años en los que el oficialismo intentó silenciar su obra y censurar su nombre, terminó encontrando el modo de publicar sus poemas. «No fue reprimido por el franquismo, pero sí aislado de alguna manera. Se puede decir que era un exiliado interior. Pero evidentemente el régimen no lo encarceló, simplemente lo dejó ahí. Fue soportado a sabiendas de que no era uno de ellos. A Aleixandre se le puede considerar como una de esas personas que, disconformes con el régimen, se quedó en España y ayudó a muchas generaciones de poetas, entre otras la mía», valora el escritor y exministro de Cultura socialista César Antonio Molina. Vicente Aleixandre sí que llegó a ser detenido cuando estalló la Guerra Civil e hizo un intento de exiliarse, pero fue por la persecución del bando republicano, tal y como han demostrado los biógrafos Alejandro Duque Amusco y Emilio Calderón.
El padre de Aleixandre era ingeniero agregado a la Dirección de Ferrocarriles Andaluces y fue coronel ingeniero del ejército hasta 1919; su tío fue diputado del partido Liberal-Conservador. La familia, por tanto, era claramente de derechas. Los Aleixandre contaban con un patrimonio inmobiliario más que desahogado y en su casa de Velintonia tenían servicio doméstico, jardinero y chófer. Según escribe Calderón en 'La memoria del hombre está en sus besos', los republicanos tenían «sobradas razones» para ver en el escritor un «señorito», e incluso un «emboscado», algo que llevó a los rojos a registrar Velintonia. En un armario encontraron un uniforme militar -que era del padre, de su época de militar- y lo detuvieron. Según Calderón, esto ocurrió entre septiembre y octubre de 1936; según Duque Amusco, en los primeros meses del 37.
Así lo explicó Aleixandre en una carta enviada al poeta José Antonio Muñoz Rojas el 26 de mayo de 1939: «Creo que te he dicho que me salvé de una muerte segura (cuando fueron los rojos a matarme en aquel verano sangriento) porque no estaba en casa ni en Madrid, que estuve después detenido, que en noviembre de aquel año estuvimos otra vez perseguidos por encontrar en nuestra casa (donde no estábamos) aquellas fieras una guerrera de mi padre, militar retirado; que mi tío nos refugió en su casa y que aquí hemos pasado, sin poder salir de la zona, fichados, y esperando con esperanza el término día a día de aquella pesadilla. [...] Nuestra casa de Madrid ya te he dicho que nos la saquearon los rojos, y que finalmente nos la destrozaron y demolieron».
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Gracias a las gestiones de Pablo Neruda, Aleixandre fue liberado en 24 horas, y con su familia se trasladó a la casa de su tío Agustín, en el centro del Madrid asediado. Hacia finales de 1937, cuando la suerte de la guerra parecía decidida, Aleixandre, aquejado de una enfermedad renal, pensó en irse a Francia y solicitó el permiso de salida para él y su familia. Las autoridades republicanas se lo denegaron al estar Vicente todavía en edad militar. Este rechazo está «en el origen, como razón primera, del exilio interior al que debió plegarse Aleixandre en aquellas duras circunstancias», escribe Duque Amusco. A esto se le sumó que su padre fue sometido a un proceso de depuración en 1939. Terminaría siendo rehabilitado, pero el desgaste del proceso y su maltrecha salud le acabarían costando la vida. Pese a que Aleixandre apoyó la causa popular al principio, estos incidentes terminaron provocando su aislamiento. «Se retiró y optó por el silencio. No podía hacer otra cosa si no estaba seguro ni con los suyos», señala Duque Amusco. Tras el fin de la guerra usó la enfermedad «para quedar al margen durante la posguerra de cualquier actividad que lo vinculara con la dictadura».
Con la inclusión de Aleixandre en este acto organizado por el lado socialista del Gobierno, la memoria del poeta vuelve a la arena política, si no al barro, tras unos años en los que la salvación de su histórica casa de Velintonia ha enfrentado a varias administraciones. Unas y otras, de distinto color, se han ido acusando de dejar morir la vivienda del Nobel sin hacer nada para evitarlo. El ofrecimiento en junio de la Comunidad de Madrid de adquirirla y convertirla en un centro cultural, que se presumía como la solución definitiva tras cuarenta años de inacción, ha terminado en un nuevo incendio por parte de Amaya Aleixandre, un fuego que el Ministerio de Cultura, en manos de Sumar, se ha encargado de azuzar. En esta batalla por apropiarse de Aleixandre llega ahora el PSOE, con su intención de vincularlo con la memoria democrática.
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SuscribetePeriodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la UCM y Máster ABC
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