Gades-Saura, una extraña pareja de baile

Coreógrafo y cineasta firmaron tres películas que resultaron fundamentales para la modernización y difusión internacional del flamenco

Carlos Saura y Antonio Gades cedaem

Saura fue, lo dijo él mismo, un bailaor frustrado. «En una ocasión, siendo joven, fui a una clase con La Quica. Me dijo que la planta la tenía; puso un disco y me dijo que me moviera. Yo trataba de bailar como había visto ... hacerlo, pero al final me miró y me dijo: 'Mejor que te dediques a otra cosa'. Y por eso, para compensar, hice las películas sobre flamenco».

Lo contaba entre risas hace tan solo unos meses, pasando de puntillas y dejando en simple anécdota lo que fue, en realidad, un paso de gigante para el baile flamenco, para su difusión y su internacionalización como un arte de muchos quilates y de grandes posibilidades artísticas. La danza española debe mucho a la colaboración entre Antonio Gades y Carlos Saura. No sólo por las tres películas que realizaron juntos y que sirvieron para darle al flamenco una nueva dimensión -se consideraba entonces, a menudo, un arte menor, para turistas-, sino porque abrieron a nuestra danza nuevas vías de expresión y establecieron las bases para una definitiva modernización del baile flamenco.

'Bodas de sangre'

Todo empezó en 1974. Aquel año Antonio Gades estrenó su espectáculo 'Bodas de sangre', basado en la obra de Federico García Lorca, y que luego presentaría en distintos escenarios españoles e internacionales. Carlos Saura acudió, de la mano del productor cinematográfico a un ensayo de la obra sin demasiadas expectativas -«en el mejor de los casos me imaginaba que habrían hecho la obra de Lorca con un decorado de esos que se abren y cierran con mandíbulas, o en una arena taurina como si fuese una corrida», dijo el cineasta aragonés en una entrevista-. La función, sin embargo, enamoró a Saura, que lograría con el tiempo convencer a Antonio Gades -en 1975, con los últimos fusilamientos ordenados por el régimen de Franco, dejó temporalmente el baile- para llevar la obra al cine. En diciembre de 1980 -el mismo mes en que moría Vicente Escudero, uno de los grandes referentes de Gades-, comenzó el rodaje de 'Bodas de sangre', estrenada al año siguiente.

A Saura le ha fascinado siempre el proceso de ensayos, que ha reproducido de alguna u otra manera en sus películas y espectáculos, y la película se encierra con los bailarines en una sala de ensayos, y muestra con naturalidad el trabajo que hay detrás de una función.

'Carmen'

Dos años después, volvieron a trabajar juntos animados por Emiliano Piedra. «Barajamos desde el principio el tema de Carmen que, por razones diferentes, nos atraía a todos -contaba Carlos Saura-. Emiliano quería hacer la ópera de Bizet tal cual, con Plácido Domingo y Antonio Gades. Éste pensaba que era mejor hacer un ballet coreografiando la ópera... Yo quería hacer otra cosa. No sabia exactamente qué, pero desde el principio tuve en la cabeza la idea de hacer una película en donde la historia de una pareja y el ballet se conjuntaran; un ballet dentro de otro ballet; una Carmen dentro de otra». El resultado fue un filme que fue extraordinariamente acogido internacionalmente, y que fue incluso candidato al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. De la película derivaría un espectáculo teatral que también firmaron ambos.

'El amor brujo'

Su tercera colaboración se produjo en 1985; en agosto de ese año comenzó el rodaje de 'El amor brujo', basado en la «gitanería» que escribió María Lejárraga (aunque lo firmara su marido, Gregorio Martínez Sierra, como tantos otros textos) y compusiera Manuel de Falla. Gades y Saura (que avanzó ya en esta película la estética que desarrollaría posteriormente en su 'cine musical') encerraron la historia (la sensación de decorado no se perdía en ningún momento) en un poblado gitano actual.

'''''''Bodas de sangre', 'Carmen' y 'El amor brujo' ABC

Aunque entre ambos hubo cierto distanciamiento posterior, Saura hablaba así de Antonio Gades en una entrevista con motivo de los veinticinco años de la creación de 'Carmen': «Antonio tenía un talento excepcional no sólo como coreógrafo y bailaor-bailarín, sino también para la puesta en escena y, sobre todo, para la iluminación. Sabía lo que tenía entre manos y la forma de sacar el mayor partido de los elementos teatrales de los que disponía. Tenía una especial sabiduría para el tipo de espectáculo que llevaba, le gustaba el teatro y se le veía concentrado especialmente en la iluminación. Manejaba con mano de hierro a su compañía, con ensayos continuos hasta la puesta a punto del espectáculo. Por otra parte, se había rodeado de gente talentosa en el baile y en la música».

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