Del éxito de Celia a su relación con Matilde Ras, los años en los que Elena Fortún vivió vertiginosamente
María Montesinos novela los años en los que la creadora del entrañable personaje infantil se convierte en la escritora más leída del país
Un nuevo inédito sale del armario de Elena Fortún
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Iniciar sesiónMaría Montesinos acababa de terminar su trilogía acerca sobre las primeras mujeres que lucharon por ejercer su profesión a finales del siglo XIX en la Restauración ('Un destino propio', 'Una pasión escrita' y 'Una decisión inevitable') y quería continuar con la época de los años ... veinte y treinta, la edad de plata de las ciencias y las artes. «Entonces me crucé con Elena Fortún. Era una gran figura literaria para retratar ese tiempo y el personaje perfecto para mí», relata la escritora, que novela su biografía en 'Te llamaré Celia' (Ediciones B).
Fue una gran escritora superventas durante décadas en España, no obstante fue eclipsada por el fenómeno de Celia y también por el tiempo que le tocó vivir. «Tenía claro que, aunque fuera una novela, tenía que ser respetuosa con ella y con su memoria, que es lo importante. Tampoco me he desviado demasiado de lo que han escrito sobre su vida porque es una figura que merece la pena que conozcamos», señala Montesinos.
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La autora comienza su novela con una Encarnación Aragoneses que acaba de llegar a Madrid en 1924, tras buscar refugio en Tenerife, junto a su marido y su primogénito, por la traumática muerte de su benjamín, Bolín, a los 10 años. Aterrizan en una ciudad que bullía de inquietud intelectual y ansias de libertad. Su marido, Eusebio de Gorbea, tenía una marcada vocación teatral a pesar de ser militar y comenzó a asistir a las tertulias de Gregorio Martínez Sierra y Eduardo Marquina. En ellas, la escritora coincide con María de la O Lejárraga, Carmen Baroja o Zenobia Camprubí, que la integran en su círculo. Fue como echar una pastilla efervescente en un vaso de agua. «Ella empieza en ese momento a replantearse toda su vida hasta ese momento. Cuestiona su escasa educación, su matrimonio y hasta su identidad sexual», avanza Montesinos.
Con el objetivo claro de conseguir independencia económica y ganarse la vida con la escritura, empieza a formarse y a publicar artículos. Los cuentos de Celia caen en esos días en manos de Torcuato Luca de Tena, que los selecciona para el suplemento de ABC 'Gente Menuda' en 1928. Fueron un éxito casi inmediato y, un poco más adelante, le encarga la dirección de la publicación infantil. En aquellos tiempos también colaboraba en el diario la grafóloga Matilde Ras, con la que comienza una relación. «Me venía muy bien para la trama que coincidieran en el antiguo edificio de ABC en Madrid», reconoce la autora. En 'Te llamaré Celia', refleja lo difícil que resultó para Fortún vivir su verdadera identidad en un entorno en el que, a pesar de ser muy avanzado en muchos sentidos, se rechazaba la homosexualidad.
'Te llamaré Celia'
- María Montesinos Ediciones B
De hecho, uno de los grandes misterios que persiguen a Elena Fortún es por qué optó por exiliarse con su marido tras la contienda en lugar de quedarse con Ras. Tras su labor de documentación, Montesinos explica la conclusión a la que ha llegado en 'Te llamaré Celia': «Eusebio tenía una personalidad muy compleja. Era militar, pero con inquietudes literarias, y siempre tuvo muchos celos del éxito de Fortún. Ella tenía muy poca formación y creo que él siempre menospreció su carrera. Aun así era un hombre que tenía una enfermedad mental. Hoy en día sería una persona bipolar, pero en aquella época no estaba diagnosticado. Por lo que he leído, Elena sentía que ese desequilibrio en cierto modo era culpa suya porque no cumplía con él en la cama sexualmente. Luego ella lo quería, le tenía cariño como amigo, eran veinte años juntos y el padre de sus hijos… Se juntó todo».
Recuperar la memoria
En un intenso paralelismo, Fortún evoluciona personal y profesionalmente al vertiginoso ritmo de los cambios sociales de la época. Su trayectoria ascendente coincide con la del feminismo, del que formó parte activa, primero en esas tertulias y luego en la Residencia de Señoritas o el Lyceum Club Femenino. «Perteneció a esa generación de mujeres pioneras, que rondaban los cuarenta o los cincuenta. En torno a Clara Campoamor, María Lejárraga, María de Maeztu…, se articuló el germen del feminismo que luego consiguió grandes logros antes de la Guerra Civil, como la ley del divorcio o el voto para las mujeres», asevera la autora. Lamentablemente, todo ello saltó por los aires con el estallido de la contienda. «Al final, muchas de estas mujeres tan brillantes salieron al exilio o las que se quedaron vivieron en un exilio interior porque las mandaron a su casa y se quebró la continuidad de ese feminismo durante la dictadura. Con la Transición era muy difícil recuperar esos referentes. Es ahora cuando se empiezan a recobrar desde el punto de vista académico y editorial», rememora.
En un emotivo epílogo, Montesinos reconoce la enorme labor de un gran grupo de mujeres para recuperar la memoria de figuras como Lejárraga o Fortún: «Para escribir su biografía, Marisol Dorao viajó a Argentina y a Estados Unidos y se trajo un bolsón enorme de papeles que le dio la nuera de Fortún. Ahí estaban los manuscritos de obras como 'Oculto sendero', 'El pensionado de Santa Casilda' y 'Celia y la revolución'. Ella, Nuria Capdevilla-Argüelles, de la Universidad de Éxeter, y María Jesús Fraga, de la Complutense, han llevado a cabo investigaciones fundamentales sobre ella que me han resultado clave para interpretar su mundo, su figura y su momento. Aunque menciono solo a estas mujeres, hay muchas más. Gracias a ellas he podido escribir esta novela».
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