Tiros Largos
El original y la réplica
«Nietzsche sentenció que el arte es superior a la filosofía. Mientras la reflexión filosófica promete darte verdades pero sólo ofrece mentiras, el arte suele cumplir con aquello que anuncia: propone una mentira y da, exactamente, una mentira»
Nietzsche sentenció que el arte es superior a la filosofía. Mientras la reflexión filosófica promete darte verdades pero sólo ofrece mentiras, el arte suele cumplir con aquello que anuncia: propone una mentira y da, exactamente, una mentira. El argumento es ingenioso, aunque falible. Este es ... el motivo por el que Jacques Derrida escribió un texto sobre la verdad en pintura. También Hans-Georg Gadamer, pensador robusto y clásico, comenzó su obra magna, 'Verdad y método', abordando el mismo misterio: la cuestión de la verdad desde la experiencia del arte.
El pasado miércoles, estas páginas recogían una noticia que puede alterar el estatuto de ciertos restos arqueológicos y de algunas obras de arte. El Freud Museum de Londres acaba de exponer una copia exacta y submilimétrica del Caballo de Selene, una de las piezas maestras de las esculturas del Partenón expuestas en el British. En marzo, dos responsables del Instituto de Arqueología Digital escanearon el mármol con un iPad y, ahora, gracias a la tecnología, contamos con una réplica perfecta modelada en 3D.
La noticia tiene una relevancia diplomática, por cuanto puede abrir nuevas vías para resolver el conflicto existente entre Reino Unido y Grecia en torno a la custodia de los mármoles. Sin embargo, este nuevo hito radicaliza un debate que se inauguró a comienzos del siglo XX: qué les ocurre a las obras de arte originales cuando la técnica nos permite replicarlas indefinidamente.
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En 1936 Walter Benjamin publicó 'La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica', un texto que adelantaba gran parte de las paradojas a las que se enfrentan hoy las reproducciones. El filósofo alemán rescató el valor aurático de las obras originales y lo vinculó a la función ritual que es original en cada pieza. El aura quedó descrita como «la manifestación irrepetible de una lejanía». Una lejanía histórica, arqueológica y casi trascendental que jamás podrá reproducir ninguna máquina industrial. Me temo que lo que nos conmueve en el arte es esa verdad inmaterial que sólo como un milagro puede arraigar en la materia.
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