Agatha Ruiz de la Prada y los gitanos

No vale tampoco que se tenga interiorizado el discurso por educación, lo que es falso. Cuando la tal Agatha se convirtió en un monigote televisivo debió saber que hay temas en los que se deba callar, a menos que tengas alma de fascista. Me educaron en un progresismo auténtico que respeta todas las culturas y todos los pueblos, así que nunca he pronunciado tal barbaridad. Aún más, uno de mis mejores amigos desde la pubertad es un gitano hoy convertido en patriarca que tuvo a gala abrirme la puerta de su casa, sus costumbres y su familia. Yo sí que conozco de primera mano la cultura gitana, su hospitalidad, su arraigo después de siglos de vida nómada, un flamenco universal y, en especial, la veneración y el respeto a los mayores, algo que compartimos los judíos.

Agatha Ruiz de la Prada, que por no saber de moda no sabe lo esencial, hacer el patrón de un vestido, recibió la merecida crítica de una gran dama: Lolita. Esa es la diferencia entre las dos. La gente adora a Lolita, en especial su familia. La presunta diseñadora no se habla con ninguno de sus hermanos. Lolita es buena persona y Agatha, la traté, es mala persona.

No hay mejor manera de acercarse a la cultura gitana que escuchar las canciones de los Flores, empezando por la madre, otra gran dama.