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'Yo que fui un perro', de Antonio Soler: vericuetos de una relación tóxica
Narrativa
El autor malagueño publica una novela alejada de su estilo y es decisión que le honra, pero por la que también paga un precio. Crítica de José María Pozuelo Yvancos
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Iniciar sesiónAntonio Soler, que con su premiada novela ‘Sur’ (2018) alcanzó cima de una carrera literaria llena de hallazgos, cambia en esta última radicalmente de estilo y de mundo, quizá por la necesidad que muestran los artistas serios de nutrir su obra de ingredientes inexplorados ... . Publicar una novela tan alejada de su estilo es decisión que le honra, por no dormirse en los laureles, pero por la que también paga un precio, pues quien escribe la ha leído añorando aquella brillantez de fraseo, y tersas imágenes descriptivas que amueblaban en la citada ‘Sur’ o en 'El camino de los ingleses' mundos interiores poderosos.
El desafío que afronta en ‘Yo que fui un perro’ es meterse en la cabeza de un joven estudiante de Medicina, obsesivo, desequilibrado, tan concentrado en su novia, que hace girar todo cuanto ocurre en torno a los vericuetos diarios de una relación que su afán posesivo convierte en tóxica.
NOVELA
'Yo que fui un perro'
- Autor Antonio Soler
- Editorial Galaxia Gutenberg
- Año 2023
- Páginas 291
- Precio 22 euros
Como idea es magnífica, nada menos que retratar concentrándola en la figura atormentada de su protagonista, todo un tipo social masculino que piensa que Yolanda, su novia, precisamente por quererla él con tanta pasión y exclusivismo, tiene que doblegarse a sus vaivenes de ánimo o responder a la conductas que él le va fijando en todo: la manera de vestir, de comportarse en público y en privado, o de aceptar una relación erótica que desea y rechaza en una dialéctica narrada con enorme inteligencia, pues el protagonista a la vez que desea una novia que comparta deseos, rechaza que se exceda en ellos como si fuese la puta (en su pensamiento formula esa palabra para ella) que a él le va apeteciendo que sea y que, sin embargo, no acepta finalmente, lo que le hace sufrir indefectiblemente.
Pocas veces una obra llega tan lejos en la indagación de un caso psicológico que es patológico
El tratamiento de los resquicios psicológicos del varón educado en unos modelos de mujer es felizmente sutil y me ha parecido sin duda lo mejor de la novela. Pocas veces una obra llega tan lejos en la indagación de un caso psicológico que en el fondo es patológico pero que el lector conoce como patología social explicativa de tantos y tantos maltratos. En este plano la novela me parece estar a la altura esperable de Antonio Soler.
El problema que le veo, sin embargo, es que paga narrativamente demasiado tributo a la perspectiva simple del protagonista, a la que la trama se adapta. Una y otra vez ir la Facultad, tener clase de tal o cual asignatura, una y otra vez las conversaciones anodinas en el bar o la piscina.
Un prisma único
Repite con parsimonia cada momento de las idas y venidas de una relación, como la he visto, me mira, sonríe, se hace la seria, me esquiva, la evito, hemos discutido, nos hemos besado, salió ayer con la amiga, anteayer no la vi, etc. etc. Haber plegado la narración, puesto que se trata de un supuesto diario escrito por el estudiante, a la mentalidad simple con el que mira el mundo y cuanto le rodea, era quizá necesario, pero abre un agujero en la sostenibilidad de una acción que se desarrolla en trescientas páginas.
Las repeticiones son exigidas por el género diario, pero al cabo son repeticiones, y quizá haberlas reducido podría haber resultado beneficioso. Puesto que es citado ‘El árbol de la ciencia’ de Baroja, que el protagonista va leyendo sin que le guste, la salida habría podido ser plegarse a Schopenhauer como hace el modelo y nutrir los hechos de una reflexión existencialista de mayor enjundia.
Es una opción que esta novela no tenía por qué contemplar, pero al evitarla, y al tiempo despojar de relieve a Yolanda, los amigos o la madre, vistos todos desde el único prisma del narrador, edifican un páramo mental obsesivo, que es contundente en retratar un caso y resulta narrativamente eficaz en unas páginas, pero menos conforme la novela avanza sin beneficiarse de otra tensión añadida. De todos modos, Antonio Soler es maestro en el relato psicológico de un caso.
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