Crítica De:
'Manía': Lionel Shriver no es idiota
NARRATIVA
Nos sumerge en Estados Unidos entre 2011 y 2027 donde rige ley que dictamina que no existe la tontería o la estupidez y todos abrazan a la 'neutralidad cognitiva' como placebo equitativo
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Iniciar sesiónA esta altura del asunto —de su carrera literaria que hace que muchos salgan corriendo ante la sola mención de su nombre— poco y nada cuesta pensar a padres progres amenazando a sus hipersollozantes y eternamente adolescentes hijos woke con un «Si te portas ... mal, esta noche vendrá a visitarte Lionel Shriver y...». ¡Shrivermanía!
Porque se sabe: Shriver (North Carolina, 1958; nombre original Margaret Ann, pero decidió reescribírselo ambiguamente masculino para así sentir que podía enfrentarse mejor a un entorno familiar de radicalismo religioso) pertenece a ese linaje de la narradora cruel que incluye también a Lorrie Moore y a A. M. Homes y a Ottessa Moshfegh. Pero Shriver las supera con creces y de algún modo se acerca a la compañía masculina de bestias como Joseph Heller o Bruce Jay Friedman.
NOVELA
'Manía'
- Autora Lionel Shriver
- Editorial Anagrama
- Año 2025
- Páginas 384
- Precio 22,90 euros
Lo suyo —una suerte de irrealismo muy realista y seriamente satírico— puede leerse y temblarse como un versión She-Hulk o Mrs. Hyde de lo que habitualmente ofrecen Anne Tyler o Elizabeth Strout. Así, las sonrisas cómplices de estas mutan a mueca casi enemiga de aquella. Y, de acuerdo, en más de una ocasión brota la carcajada mientras se lee a Shriver: pero es —saberlo, advertirlo— ese tipo de carcajada que provocan los provocativos monólogos de 'stand-up comedians' como David Chappelle o Ricky Gervais: maestros, como Shriver, en el fino arte de la más gruesa incorrección política.
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Rodrigo FresánAsí, a Shriver —también atacada por sus opiniones en contra de la apropiación cultural y a favor de una no indiscriminadamente inclusiva 'cultura coherente'; no hace mucho reunió su polémica no-ficción bajo el sincero título de 'Abominaciones: Ensayos selectos de una carrera cortejando la autodestrucción'— ya la conocimos como narradora de hijos asesinos-escolares, de hermanos con obesidad mórbida, de infidelidades recurrentes, de enfermedades crepusculares e (in)seguridad social, de bancarrotas nacionales, de compulsión por mantenerse joven a toda costa y costo...
Y todo esto y mucho más —por lo general— como barnizado satíricamente con aires que recuerdan a las tutelares presentaciones y dimensiones desconocidas y negros espejos televisivos de Alfred Hitchcock y Rod Serling y Charlie Brooker.
La heroína de turno es una académica de 'college', quien como forma de resistencia propuso 'El idiota' de Dostoievski en su programa de lecturas
Y una de las reseñas en inglés de 'Manía' tenía título muy Shriver: «Puede que no te caigan bien los personajes de Lionel Shriver. Pero esa es la idea». Y bien dicho por lo hecho y aquí viene otro puñado de seres desagradables sufriendo otra de las distopías en presente alternativo de la autora. Aquí, unos Estados Unidos entre 2011 y 2027 donde rige ley que dictamina que no existe la tontería o la estupidez o la idiotez y todos abrazan la «neutralidad cognitiva» como placebo equitativo. Sí: por mandamiento todos son inteligentemente iguales. Y las deficiencias intelectuales se etiquetan como formas diferentes de pensar y abundan las cancelaciones automáticas.
Benedict Cumberbatch está en el paro por su participación en 'Sherlock' con un personaje que se enorgullece de su soberbia y despectiva inteligencia; Obama es considerado demasiado elocuente y sofisticado, por lo que es prontamente suplantado por un vacilante Joe Biden a quien un bruto y brutal Trump derroca sin problemas; a un 'comprendido' Osama Bin Laden se le hace tiempo y espacio para hacer volar el Air Space Museum del Smithsonian por los aires; y acaso lo más terrorífico de todo: cualquiera accede a un título de cirujano más allá de su pericia con el bisturí, lo que dispara las muertes en quirófano.
Y la heroína de turno es una académica de 'college', Pearson Converse, quien como forma de resistencia propuso 'El idiota' de Dostoievski en su programa de lecturas y cayó en desgracia cortesía de la 'sensibilidad semántica' de sus estudiantes 'depredadores'. Pearson, además, cometió el crimen imperdonable de llamar 'tonta' a su hija de siete años quien, de inmediato, la denunció a los servicios sociales.
Y su marido le ruega que abandone el frente de batalla y se rinda a lo de la 'paridad mental' mientras Emory Ruth —amiga de infancia y personalidad mediática— no deja de atacarla y perseguirla con casi amorosa pasión de miserable Javert. Pero —como ya es costumbre en el 'Mondo Shriver'— lo que más importa y se disfruta es no tanto del drama de sus 'dramatis personae' sino de aquello que provoca el drama. En 'Manía' —una vez más— no la novela-de-ideas sino de una muy mala idea pensada hasta ser llevada a la práctica con los malísimos modales de la más violadora de las sátiras.
Algo muy divertido que para muchos resultará muy ofensivo cortesía de alguien quien ya ha explicado su método con un 'De tanto en tanto arrojo una bengala al aire'. Pero, queda claro, Shriver no lo hace por el placer de iluminar los cielos sino por las ganas de que, al caer a la más poco firme tierra, incendie hasta las cenizas a unas cuantas cosas.
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SuscribeteColaborador de ABC. Crítico de libros relacionados con literatura norteamericana.
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