libros
Lionel Shriver, la perseguidora
narrativa
La autora norteamericana ataca de nuevo. Es el turno de la compulsión aeróbica y gimnástica de la generación 'boomer'
Meridiano de McCarthy, por Rodrigo Fresán
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Iniciar sesiónFalta cada vez menos para serie de TVcomo ‘The Twilight Zone’ o ‘Black Mirror’ y con Lionel Shriver (Carolina del Norte, 1957) como escritora y anfitriona. O tal vez —en tiempos cada vez más (in)correctos e (hiper)sensibles— eso no llegue nunca a ... HBO o a Netflix. Porque lo de Shriver no ofrece la redención moral a través de lo sobrenatural de aquello que contó Rod Serling. Tampoco la idea de que toda sombría distopía será consecuencia de ‘gadgets’ cada vez más adictivos Made in Charlie Brooker Inc.
No, ya se sabe: en lo de Shriver no hay anestesia, no hay atenuantes. Shriver (de la escuela de Lorrie Moore y de A. M. Homes y, ahora, maestra de Ottessa Moshfegh) tiene la culpa de hacernos pensar una y otra vez —con una mezcla de regocijo y espanto del tipo no-puedo-dejar-de-ver/leer-ese accidente-al-costado-del-camino— que estamos dotados de una inteligencia sin límites a la hora de hacer idioteces. Dimensión más reconocida que desconocida y espejito más trágico que mágico y, ah, esa irresistible compulsión por pasar la lengua por el diente que lee o rascar la herida que nunca termina de cicatrizar.
NOVELA
'El movimiento del cuerpo a través del espacio'
- Autora Lionel Shriver
- Editorial Anagrama
- Año 2023
- Páginas 394
- Precio 21,90 euros
Así, en sucesivas visitas a ‘Shriverland’, ya tuvimos hijo adolescente acribillando a compañeritos de instituto, variaciones sobre la infidelidad, cáncer imposible de financiar, obesidad fraterna, turbulencias en clan familiar y hasta el derrumbe económico del Imperio Americano. Ahora —‘El movimiento del cuerpo a través del espacio’, su novela número 15— es el turno de la compulsión aeróbica y gimnástica de la generación ‘boomer’. Y de la sexagenaria Serenata Terpsichore quien —practicante de ejercicio físico de «toda la vida»— descubre que tanta dedicación a su cuerpo durante décadas ahora le pasa la factura de una artrosis feroz y unas rodillas que ya sólo sirven para caer de rodillas y rogar por piedad. Mientras que su esposo y hasta entonces inmóvil y cómodo funcionario Remington Alabaster —cumpliendo los 64 de aquella canción 'beatle'— decide de pronto empezar a fortalecer sus músculos para correr triatlón con pasión de converso.
Nos hace pensar que estamos dotados de inteligencia sin límites a la hora de hacer idioteces
Y aún más, todavía peor: Remington (atormentado por nueva jefa más joven y, además, nigeriana y ‘woke’) contrata a tentadora joven ‘personal trainer’ de nombre Bambi Buffer. Por su parte, Serenata ya no puede huir envuelta en lycra/spandex cuando sus hijos ya más putrefactos que maduros le recriminan el nunca haber estado con ellos porque estaba en el gimnasio. De ahí, esas conversaciones durante desayunos y almuerzos y cenas que se «oyen» en la páginas como despachos desde aquellos tiempos humorísticos y negrísimos en los que Joseph Heller y Bruce Jay Friedman y Jules Feiffer escribían sin importarles en absoluto el que dirán y donde lo único que se cancelaba eran los límites a respetar en el nombre de las buenas costumbres.
En resumen: Shriver ataca de nuevo. Y de lo que aquí se ocupa es de lo que sucede a lo largo y ancho de esa fina línea que marca la definitiva diferencia entre el perseguir o el salir corriendo en cualquier dirección que no sea de regreso a casa, a ese hogar, amargo, hogar.
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