Cinco minutos de gloria
¡Viva el circo!
La magia de Marta Pazos y su espectáculo 'Twist' en el Price de Madrid y otros asuntos circenses
Ambiguo título el de esta columna pues asistimos (y vivimos) inmersos en un continuo y constante circo con siete pistas. Miren a su alrededor, husmeen en las redes sociales o en el vecindario más cercano. Que si un Mondrian ha estado colgado del revés ... durante setenta y cinco años y nos hace mucha gracia la torpeza, el monumental tropiezo y hasta la 'tontuna' artística del 'tal' Mondrian que pintaba lienzos de rayas y colores en cuadrícula; que si unos mozalbetes vierten sopa de tomate y guarradas varias sobre cuadros cuyo valor es incalculable en mor del cambio climático; que si a otros supuestos creadores les ha dado por colocar supuestas obras de arte delante de las pirámides de Egipto… que si el mundo está loco, loco de atar (y eso que ni me detengo en la política y sus asuntos). Ambiguo título porque yo no me refiero a este circo contemporáneo en el que cualquier mamarrachada se aplaude y se ríe como si tal cosa.
Rechacen cualquier imitación y quédense con la boca abierta y aplaudan y rían sin otra malicia
No. He ido al circo de verdad, el que se basta y se sobra una pista central, y salen payasos con sus 'inocentes' payasadas, trapecistas y equilibristas que se juegan la vida en una cuerda, maestros de ceremonias que se pintan la cara para ocultar (o acentuar) la mueca... Sí, el circo de toda la vida que algunos pensarán que no está de moda, que no es moderno ni de tendencia que 'instagramear'. Se equivocan y pierden el tiempo en reír las gracias del vulgar 'truco o trato' porque la directora artística Marta Pazos le ha dado una vuelta de tuerca al concepto y se ha inventado un espectáculo, entre pop y expresionista, en el que te reconcilias con la magia circense y el más difícil todavía. Y no hay redoble de tambor sino de batería y guitarras eléctricas a todo trapo y chicas 'yeyé' que cantan al ritmo del twist. Precisamente, 'Twist' se llama el espectáculo que quiere, además, recordar aquellas veladas matinales de baile que se celebraban en el madrileño circo Price a principios de los años sesenta hasta que llegaron los 'grises'. Vayan al circo, por favor. Rechacen cualquier imitación y quédense con la boca abierta y aplaudan y rían sin otra malicia
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