No puedo dejar de saber

La historia, lo recuerdo, comienza con un texto de Juan Mayorga, 'La lengua en pedazos'. Esa expresión procede de 'El libro de la vida', donde la santa rememora la grave enfermedad que le llevó a un estado catatónico durante días en los que se mordía la lengua hasta sangrar. Mayorga lo elevó a metáfora de lo indecible, de la impotencia expresiva que venció la poeta con un lenguaje amoroso que nombraba lo que procede de nuestra oscuridad y nuestra luz anudadas. «Nudo que así juntáis/ dos cosas tan desiguales/ no sé por qué os desatáis/ pues atado, fuerza dais/ a tener por bien los males», dice la estrofa que tanto influyó en una joven Paula Ortiz.

Y Blanca Portillo narra cómo se abandonó en un momento del rodaje y dejó de ser la actriz que domina su técnica, y entonces un parlamento de aquella Teresa vino a decirse solo: «Yo no sé cómo sé pero no puedo dejar de saber»... Es imposible escucharlas y no sentir un escalofrío. Lo mismo en la película, que refleja cosas poco evidentes sobre la subversión, la duda y la libertad de una mujer. La cultura es el privilegio de quienes alimentan su curiosidad.