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El borrado de España

EL ALIADO DEFINITIVO

La narrativa tradicional de la independencia de Estados Unidos ignoró el papel de nuestro país. Hoy, nuevos estudios buscan visibilizar la importante contribución de España a esta revolución

Entrevista a Richard L. Kagan

Bernardo de Gálvez

Richard L. Kagan

Cerca del Independence Hall de Filadelfia, lugar donde se firmó la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776, el Museo de la Revolución Americana alberga un valioso conjunto de objetos y exhibiciones que documentan la historia de la Guerra de Independencia.

Sin embargo, los visitantes que busquen un retrato de Bernardo de Gálvez o artefactos relacionados con el asedio de Pensacola probablemente se sentirán decepcionados. No obstante, a su favor, el museo exhibe un retrato de Stephen Minor, identificado como un soldado de Luisiana que ayudó a liberar Florida Occidental del control británico a partir de 1779.

La escasez de referencias a España en el museo no se debe a la ignorancia o negligencia de los curadores. La explicación es más bien historiográfica y está relacionada con la manera en que las primeras historias de la Revolución Americana fueron escritas por autores como William Gordon (1788), David Ramsey (1789) y la primera mujer en abordar esta historia, Mercy Otis Warren (1805). Ninguno de estos autores dedicó mucho espacio a Gálvez, Pensacola o las contribuciones financieras de España a la causa rebelde. De hecho, Warren minimizó la importancia de estas contribuciones con una sola palabra: «Trivial».

Para comprender esta omisión de España, es crucial reconocer que cada uno de estos autores concebía sus historias como una narrativa de logros heroicos destinada a unificar a una nación joven y aún fracturada. También imaginaban esa nación como dotada de valores y virtudes –autonomía, laboriosidad, inversión en educación y ciencia– que garantizarían su éxito futuro. Warren, además, consideraba la victoria de los colonos como parte integral de un plan divino que, a través de revoluciones contra el «despotismo monárquico», conduciría a la libertad universal.

Era inconcebible que España, sinónimo de todo lo que querían derrotar, pudiera haber ayudado

Desafortunadamente para España no se le había reservado ningún papel en ese plan. Junto con muchos de sus compatriotas, especialmente aquellos de origen protestante, Warren asociaba a España con el fanatismo religioso y la persecución de la Inquisición. También heredó la visión ilustrada de España como una nación que alguna vez alcanzó la grandeza, pero que luego fue «devorada» por una mezcla nociva de monarquía despótica, una nobleza feudal arraigada y un clero conservador hostil a la ciencia y el aprendizaje.

En consecuencia, Warren, junto con Ramsay y Gordon, ignoró o minimizó las contribuciones de España a la revolución. Desde su perspectiva, era inconcebible que España, un país sinónimo de todo lo que la revolución buscaba derrotar –monarquía despótica, aristocracia, persecución religiosa–, pudiera haber aportado algo valioso a la victoria de los colonos. Era mejor ignorarlo y persuadir a Clío, musa de la Historia, para que pasara por alto la asistencia ofrecida por España.

'Polos opuestos'

Los acontecimientos posteriores tampoco hicieron nada para convencer a Clío de cambiar su opinión sobre España. De hecho, ocurrió lo contrario, ya que los brutales esfuerzos de Fernando VII por sofocar el movimiento independentista en la América española, ampliamente reportados en la prensa norteamericana, reforzaron la percepción de que España y Estados Unidos estaban en polos opuestos del espectro político: el primero representando la libertad y la democracia; y España, la represión y la tiranía monárquica.

Esta oposición se reflejó en los escritos históricos del gran historiador bostoniano William H. Prescott (1796-1859) y, de manera aún más enfática, en la monumental pero extraordinariamente influyente ‘Historia de los Estados Unidos’ de George Bancroft (10 volúmenes, 1834-1874).

Nacionalista liberal apasionado –piénsese en él como el equivalente de Vicente de la Fuente en España–, Bancroft representó a España como un país retrógrado, hostil a todo lo que la revolución de su país consagraba, señalando específicamente que «la ola de pensamiento libre que recorrió Europa en el siglo XVIII se estrelló al llegar a los Pirineos».

España, añadió, «no tuvo un Calvino, un Voltaire, un Rousseau, un Pascal… nada congenial al pensamiento libre», un país «entumecido por la superstición, el clericalismo y la tiranía sobre la mente». Incluso sugirió que España fue «consistentemente y perseverantemente hostil a los Estados Unidos», aliándose con Francia solo para recuperar Gibraltar. No es de extrañar que el breve relato de Bancroft sobre la captura de Florida Occidental no mencione a Gálvez por su nombre.

En términos modernos, Gálvez fue ‘invisibilizado’. El relato de Bancroft también sirvió para reforzar la plantilla histórica previamente elaborada por Warren y sus contemporáneos, dando lugar a lo que se puede denominar la «narrativa estándar de la Guerra de Independencia», es decir, la versión encontrada en la mayoría de las historias posteriores de ese conflicto, en la cual la contribución de España fue efectivamente borrada. No es que no haya habido esfuerzos por revisar esa narrativa, la mayoría provenientes de estudiosos del Sur y el Oeste, es decir, regiones anteriormente bajo dominio español y cuya visión de los orígenes y la historia de los Estados Unidos difería marcadamente de la de los fervientes neoyorquinos como Warren y Bancroft.

Gálvez fue ‘invisibilizado’. El relato de Bancroft también sirvió para reforzar la plantilla elaborada por Warren y sus contemporáneos

Uno de ellos fue Charles Gayarré (1805-1895), de Luisiana, cuya ‘Historia de Luisiana’ (1866), basada en gran parte en transcripciones de materiales originales obtenidos de archivos españoles, ofreció un relato original y extraordinariamente bien documentado de los logros de Gálvez como gobernador de la Luisiana española y como comandante militar durante la Guerra de Independencia. En este sentido, la historia de Gayarré fue un estudio pionero, ya que inspiró a otros historiadores a explorar los archivos y publicar artículos y monografías centrados en Gálvez, destacando también la importancia estratégica de sus victorias en Florida Occidental. Sin embargo, estos estudios hicieron poco para alterar o revisar la narrativa estándar de la Guerra de Independencia. A lo largo de casi todo el siglo XX, esa narrativa parecía resistente al cambio.

Costumbres difíciles de erradicar

Esa fue la versión que me enseñaron en la década de 1950. Desde entonces, gracias al arduo trabajo de estudiosos de ambos lados del Atlántico, se ha aprendido mucho más sobre Gálvez, la magnitud general de las contribuciones españolas al esfuerzo bélico y el importante papel de España en las negociaciones que condujeron a la Paz de París de 1783.

Sin embargo, las viejas costumbres son difíciles de erradicar, como descubrí recientemente en una encuesta rápida, aunque no del todo científica, de los libros de texto de historia más populares hoy en día. Para mi sorpresa, la narrativa estándar de la guerra sigue siendo la que se enseña a la mayoría de los estudiantes. Aun así, mantengo el optimismo. El cambio está definitivamente en el aire, como lo sugieren varios libros recientes y próximos, simposios y exposiciones sobre las contribuciones de España al esfuerzo bélico. Soy historiador, no profeta, pero tengo la sensación de que los ojos de Clío finalmente se están abriendo y comenzando a enfocarse en este tema importante pero largamente olvidado.

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