ADELANTO EDITORIAL
'Los acantilados de Escocia y Valladolid', un cuento inédito de Álvaro Pombo
LIBROS
Entre la infancia y la madurez, el premio Cervantes traza en 'Cuentos autobiográficos' –que se publica el 12 de noviembre– un mapa emocional de vida y ficción. ABC Cultural avanza un relatos onírico
Álvaro Pombo: «Mi vocación no surge del placer de escribir, sino de haber escrito»
Me estoy sintiendo muy bien Voy andando Es por la mañana temprano Pero no es verano y no es invierno Y no es otoño Parece un poco primavera por el verdear de las cunetas y por el aire racheado que me empuja agradablemente hacia delante ... Estoy muy contento y reluce abajo el mar en la llanura Un cabrilleante mar gris acero y yo estoy arriba y el mar abajo y voy bajando Hay una playa en parte muy pedregosa abajo muy abajo El mar es una llanura que queda muy abajo Al bajar la sensación de tener que bajar e ir bajando hace que el acantilado se petrifique y cristalice y de pronto el aire crudo de la primavera de ortigas y hierba verde se entrecorta y se cristaliza El acantilado es pétreo y de pronto basáltico gris puntiagudo El camino es resbaladizo y se hunde de pronto y resbalo y siento angustiosamente que abajo voy a ser devorado engullido olvidado...
«Es invierno y en el colegio en el patio pataleamos para calentarnos los pies durante los recreos»
...Hay una gran distancia y ninguna distancia entre estos acantilados de Escocia De alguna manera la palabra Escocia que es un lugar sobre el que he leído en miles de libros pero donde nunca estuve entra a formar parte de mi cabalgata hacia debajo de la finca de la Dehesilla a la que bajaba en moto y a lomos de una yegua que se llamaba Estrella y en bici Pero ahora estoy bajando a pie y ya no hay mar Hay un mar muy al fondo y abajo está Valladolid Es el Valladolid invernizo Corre el río de agua verde entre márgenes de nieve Esta imagen es de un romancillo que escribí entonces Es invierno y en el colegio en el patio pataleamos para calentarnos los pies durante los recreos Nacho me sonríe pero no es todavía amigo mío Está en otro grupo Veo a Ulpiano y a López-Chicheri y a Fernández de Castro y a Bolado y a Cagigal y al padre Larrea que es profesor de Física gordísimo...
«Los paisajes se deslizan por mi conciencia rápidos como canales de agua como ríos verdosos»
...Todas estas figuras nítidamente están ahí en el patio invernal en Valladolid con la niebla inverniza bajo cero la niebla del Pisuerga en el recreo de las once Es noviembre que es a su vez un interior de niebla y río Pisuerga y ortigas Los barbechos arriba en la finca están endurecidos escarchados Veo los montones de remolacha azucarera blanquecina que se van cargando a los remolques Los paisajes se deslizan por mi conciencia rápidos como canales de agua como ríos verdosos y no puedo acercarme a Nacho ni dejar de mirarle y Nacho me pregunta ¿Y el traje azul? ¿Dónde está el traje azul? (El uniforme de colegio que usábamos domingos y festivos era un traje azul marino cruzado con camisa blanca y corbata negra A mí tardaron en hacerme el uniforme y en noviembre todavía no lo tenía y recuerdo que Nacho me preguntó eso) Nacho aún usaba pantalón corto Era un año más joven que yo Parecía más joven que yo...
«La angustia de no poder hablar todavía con él se suma a la angustia de haber hablado ya con él»
...La angustia de no poder hablar todavía con él se suma a la angustia de haber hablado ya con él Por un instante parece que me quiere y que se interesa por mí Los paisajes áridos y desérticos Los acantilados de cuarzo rutilante la niebla en Valladolid en invierno la inaccesibilidad la bajada retentiva que me zarandea como las ramas que yo zarandeo al agarrarme para no caerme de bruces acantilado abajo monte abajo No deseo irme de aquí moverme de aquí Me siento bien me llena una gran dulzura y una sensación de intensa nostalgia que es muy dulce y quisiera saborear para siempre y resbalo y la angustia es mucho mayor que yo y lo nubla todo y quisiera decir Ya está Ya basta Pero no puedo porque no quiero Vuelvo a ver a Nacho en el patio jugando al baloncesto Vuelvo a verme a mí mismo en la niebla vallisoletana del patio con un abrigo marrón viendo a Nacho jugar al baloncesto No puedo acercarme y no puedo alejarme No puedo hablar y no puedo callar Quiero decir muchísimo y no puedo Quiero desentrañar el significado y no puedo Quiero desentrañar el significado y no puedo y me levanto con sensación de boca seca y legañas.
«Freud considera que el soñador que cuenta un sueño es siempre un listo que apaña el texto (original) del sueño»
Fragmentos de la carta del 4 de febrero de 2004, que acompañaba al sueño:
Tu proyecto de libro de los sueñoscontiene el pasado reencontrado mediante una reflexión cómplice, una reflexión impura. Este es el gran problema/desafío que un libro como el tuyo plantea: los sueños no pueden ser relatos de la intentio recta, relatos inmediatos, porque, aunque los sueños son, en efecto, relatos o narraciones que nos hacemos a nosotros mismos inconscientemente, solo podemos contárnoslos recontándolos, repitiéndolos con trampa, mediante una reflexión de segunda mano o de segunda vuelta u oblicua. Dice Freud en 'La interpretación de los sueños': «En teoría el sueño no es una traducción fiel ni una proyección punto por punto de los pensamientos que se dan en los sueños, sino una versión altamente incompleta y fragmentaria de esos pensamientos». Dado que, según Freud, el sueño reproduce de forma incompleta el pensamiento que se da en su interior, el sueño recontado es incompleto en relación con lo que se soñaba, y no hay nada en él que contenga un significado no mediatizado, interpretable a simple vista. De aquí que el método freudiano de interpretación de los sueños constituya toda una táctica de lectura indirecta u oblicua. Dicho de una manera castiza y castellana, Freud considera que el soñador que cuenta un sueño es siempre un listo que apaña el texto (original) del sueño, que enuncia y apaña pero no entiende.
El sueño de Nacho y los acantilados y Valladolid es un sueño real e incluso recurrente (Nacho fue un chaval a quien yo adoraba en el colegio de Valladolid), que, sin embargo, es a la vez una composición, y lo fue siempre desde el primer día que se lo conté a Ernesto –con quien trabajo a diario–, que ha sido el que al leer tu carta me recordó el sueño que yo le conté en su día. Es un sueño producido artísticamente o recontado de forma oblicua. Trato de imitar la sucesión impelente, arrastrante, de las secuencias, tal y como yo recuerdo el sueño. Nacho y Valladolid y los acantilados y el páramo de la meseta castellana donde pasaba las vacaciones en la finca de mis padres a los dieciséis y diecisiete años son imágenes de otros sueños. Hago un trasvase a un estilo onírico.