festival de cannes
Jaime Rosales presenta una demoledora autopsia generacional
«Hermosa juventud» se proyectó en la sección «Una Cierta Mirada», la única del Festival al cine español
oti rodríguez marchante
Jaime Rosales cumplía ayer su habitual misión de rey mago del cine español que trae su presente al Jesusito de Cannes, la cuarta de sus películas en los territorios cercanos a la competición oficial, pero sin caer, lamentable e inexplicablemente, en ella. ... Está en el programa de «Una Cierta Mirada», y tiene en su interior una novedad con respecto a casi todo el cine anterior de Rosales: sin entregar ni una sola de las armas de su estilo (mirada original, voluntad innovadora en el lenguaje, perspectiva ética, desnudez narrativa) busca al espectador para verticalizar su cine, como una sombra una pared.
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«Hermosa juventud» es una mirada angustiosa a una generación educada para llanear y que ahora tiene que escalar, se concentra en una joven pareja de extrarradio y en el abismo que hay entre sus planes, aunque cortos, y la contaminada realidad en la que el futuro es un moribundo presente continuo en el que sólo queda esperar que se agosten las dos palabras del título. Natalia y Carlos no esperan cuestas abajo: saben que hay que encaramarse al muro y subir por él, incluso deciden arriesgar su hermosura y su belleza en el espejismo del cine porno (originalidad, innovación, ética y desnudez no sólo narrativa, un gran momento de riesgo y cine), incluso apechugan con esa metamorfosis familiar tan tajante e irreconocible para la pareja (mucho más que la del Gregorio Samsa de Kafka) que trae el nacimiento de un hijo. Rosales narra ese espacio y ese tiempo con detalle pero con urgencia, y la vida pasa con la lentitud de una esponja por el cuerpo de una madre impedida y con el ritmo imparable de un grupo en WhatsApp y una relación en Skipe. «Hermosa juventud» recibió ayer un general aplauso tras su proyección en Cannes, y su pronto estreno en las pantallas permitirá hablar más de su abrumadora pintura y de su magnífica pareja protagonista, Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez.
«Homesman»
Cambio de raíl: a Tommy Lee Jones le plantas un caballo debajo y un sombrero encima y no necesita texto: ya hay película . Es un actor con rostro de paisaje escarpado, pero también es un director al que se le pega a la cámara el polvo del camino y el olor a fogata de la naturaleza del western… Como en «Los tres entierros de Melquiades Estrada», su anterior película, en «Homesman» lo apuesta todo al relato de un endemoniado viaje y una extraña misión: una carroza que transporta a tres mujeres que han perdido la razón y que ha de atravesar el Medio Oeste hasta su lugar de reclusión; en el pescante de ese carro va una pionera devota y encallecida por el trabajo y la soledad que interpreta Hilary Swank , y un viejo buscavidas al que salva de la horca y que encarna Tommy Lee Jones. Tiene una gran fotografía de Rodrigo Prieto, tan despoblada, indómita e imprevista como el propio interior de esos personajes y su aventura; hay algunas contorsiones de guión que endurecen aún más el relato que le dan el punto de amargor y quebranto adecuados para luchar por algún premio del Palmarés.
Y finalmente pasó sin pena ni gloria la farsa de «Welcome to New York», la película de Abel Ferrara sobre la bufonada hotelera de un Dominique Strauss-Kahn interpretado por Gérard Depardieu ; una película que, ante la indiferencia del Festival, que eludió su programación en todas sus secciones, incluida la de «a mí que me registren», sus productores montaron en Cannes por su cuenta «el astracán Strauss-Kahn» con la première cósmica de un producto que hoy ya está en la Red. Un hecho curioso en el Festival de Cannes, que se sacudió la película como si fuera caspilla pero que no pudo evitar que la Prensa fuera a recoger las escamas del suelo.
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