Manolo Escobar, nuestro Elvis
El cantante almeriense apareció en veinte películas, la mayoría de calidad discutible y a la vez grandes éxitos de taquilla
F. marín bellón
No movía las caderas, pero a Manolo Escobar le pasaba como a Elvis Presley: te hacía una película con la misma facilidad que le salía una copla. La historia del cine las considera una anécdota, pero ambos fueron dos de los artistas más taquilleros de ... su tiempo en una de las escasas demostraciones de que el star system tenía fundamento.
El almeriense participó en una veintena de películas y el de Tupelo protagonizó diez más, pero hay que tener en cuenta que la España de los sesenta y setenta no tenía la misma industria, ni siquiera con el mini Hollywood del desierto de Tabernas.
Escobar, además, explotó mucho menos su lado bélico y, pese a la cercanía, ni siquiera pisó el Oeste, aunque la primera vez que se vio en una pantalla grande fue en «Los guerrilleros» (1963), de Pedro Luis Ramírez , en la que formó pareja con Rocío Jurado . La resistencia española contra las tropas de Napoleón nunca tuvo mejores pulmones. Pese a la escasa verosimilitud de la historia, enseguida se vio que al cantante también lo quería la cámara (más que los guionistas) y durante dos décadas rodó a un ritmo woodyallensiano , a película por año.
Sin más disimulos ni coartadas, en 1965 rodó la cinta musical «Mi canción es para ti», en la que hacía de agricultor murciano que viajaba hasta la capital para hacerse oír. Con ella inició su colaboración con Ramón Torrado , con quien arrasaba en las taquillas como si siempre estrenaran sus títulos en plena fiesta del cine. Después llegarían «Un beso en el puerto» en la que hacía de conquistador con pico de oro, y «El padre Manolo», en la que ampliaba sus registros como cura, mago y hasta investigador privado, siempre sin dejar de poner música a sus escenas.
José Luis Sáenz de Heredia vio que el artista era un filón y lo llamó al año siguiente para un rodar título imperecedero, en más de un sentido. En «Pero... ¿en qué país vivimos?» competía por la fama televisiva con la chica ye-yé Concha Velasco . Nacía así una pareja cinematográfica de lujo, que triunfaba entre el público y no tenía ni detractores. «Relaciones casi públicas» y «Juicio de faldas» completan la trilogía, aunque Concha y Manolo siguieron juntos. Mariano Ozores mantendría el dúo de oro con «En un lugar de La Manga» y Sáenz de Heredia lo recuperaría en «Me debes un muerto».
Los años del destape
No podía ser casualidad que algunos de los directores más destacados recurrieran a sus encantos, como Juan de Orduña y Luis Lucia , aunque a medida que se acercaba el Destape, Escobar empezó a rodar comedias cada vez más ligeras, de ropa y de cascos, con títulos como «La mujer es un buen negocio» (nada menos que de Valerio Lazarov ) o «Préstamela esta noche» o «Eva, ¿qué hace ese hombre en tu cama?, de Tulio Demicheli .
Superado el «sarampión», en los ochenta retomó su estilo de siempre (que en realidad nunca perdió, con su saber estar) y apareció en películas como «¿Dónde estará mi niño?» y «Todo es posible en Granada», pero ya nada fue igual. O quizá sí era todo igual pero era el público el que había cambiado. Ya en este siglo, tuvo una segunda edad de oro en televisión, sobre todo a raíz de su pequeña aparición en dos capítulos de «Cuéntame cómo pasó». En la pequeña pantalla no dejó de salir en series y en programas de todo tipo, por lo general ya haciendo de sí mismo, tan fiel al personaje como a su peinado, que aguantó hasta el manteo postrero de los muchachos de la selección española en 2010, tras el histórico gol de Iniesta .
Manolo Escobar, nuestro Elvis
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete