«El Papa ha hecho este regalo a España»

Entrevista a Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos, a raíz de la exposición en Madrid de «El Descendimiento», de Caravaggio

«El Papa ha hecho este regalo a España» ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

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«Será un acontecimiento para España y Madrid el poder ver la gran obra maestra “El entierro de Cristo” de Caravaggio, una joya de los Museos Vaticanos, sin necesidad de venir a Roma. Benedicto XVI ha querido hacer este regalo a España, con motivo de ... su visita a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud». Con estas palabras nos recibe en su despacho el director de los Museos Vaticanos y gran historiador del arte, el profesor Antonio Paolucci, quien se declara un «enamorado de España y del Museo del Prado. Para mí, el cuadro más conmovedor que hay es “Las Lanzas” de Velázquez. Es un cuadro sublime. Podría estar un día entero frente a él, admirándolo».

—¿Por qué el Papa ha querido que este cuadro estuviera en el Museo del Prado durante su visita a Madrid?

—Porque tiene un gran significado simbólico desde el punto de vista religioso. Es una reflexión teológica. Caravaggio pintó este cuadro entre 1602-1603. El cliente que se lo encargó, un familiar de Pietro Vittrice, le pidió que la pintura significara la redención de Cristo. La losa de mármol presenta hacia nosotros su ángulo y de inmediato nos viene a la mente el conocido salmo 118: «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo». En ese momento Cristo es esa piedra desechada de la historia. Sus discípulos lo han abandonado, la maravillosa utopía ha terminado en la Cruz y ahora se disolverá para siempre en el sepulcro. Pero sabemos, como Caravaggio, que sobre aquella piedra está el futuro de Cristo y de su iglesia, y sobre ella reposa la esperanza de salvación de Pietro Vittrice y para cada uno de nosotros.

—«El Santo Entierro» (300 x 203) es conocido también con otros títulos como «Entierro de Cristo», «Preparación de Cristo muerto sobre la piedra de unción», «Deposición de la Cruz» o «Descendimiento de la Cruz».

—La iconografía del cuadro se presta a diversas interpretaciones. Se podría decir «El entierro» y estaría bien, pero esa escena no es justamente el entierro, sino el momento que precede a la sepultura. Es el rito judío común en todas las culturas del Mediterráneo, anterior a la inhumación. El cuerpo de Cristo, apenas descendido de la Cruz, será desvestido, extendido sobre la gran piedra para ser lavado, perfumado, metido en el sudario y luego depositado en el sepulcro.

—Además de la piedra, son muy importantes en el cuadro las caras y las manos. ¿Cuál es su análisis de la iconografía?

—No sé si esta pintura de Caravaggio la vió Goya cuando vino a Italia. Me ha hecho siempre pensar en Francisco de Goya, porque es una obra en negro en el fondo del cuadro, donde se percibe un gran silencio, roto solamente por aquella mujer, María de Cleofás, que alza las manos con un grito desesperado. Todo el resto es silencio. Las caras del cuadro son muy importantes. Se advierte de inmediato al piadoso Nicodemo, que sostiene, cogiéndolo por las piernas, el cuerpo de Cristo; es el retrato de un hombre de la época, el de Pietro Vittrice, a cuya memoria está dedicada la tela. Detrás están la Madre de Jesús, con la cara petrificada por el dolor; San Juan Evangelista, y María Magdalena, que llora todas sus lágrimas, una cara muy bella pintada con ternura porque es el retrato de la amiga de Caravaggio, por la que había hecho incluso duelos.

—¿Cuál es la historia del «Entierro de Cristo»? ¿Cómo llega a los Museos Vaticanos?

—El cuadro se encontraba en la Iglesia Nueva, en una capilla patrocinada por Pietro Vittrice. Cuando éste muere, en el 1600, un sobrino encarga a Caravaggio el cuadro para honorar su memoria. Los franceses pensaban que era la obra maestra absoluta de Caravaggio, la más bella, y la requisaron en 1797 para exponerla en el Museo Napoleón de París. Tras la derrota de Napoleón, el cuadro vuelve a Italia y el Papa no lo entrega a la Iglesia Nueva, sino que se lo queda él. El cuadro ha tenido pequeñas restauraciones, no importantes, nos llegó en excelentes condiciones.

—Caravaggio es un gran innovador y en esa época su pintura no gusta a todos. Sin embargo, ¿ por qué «El Entierro de Cristo» recibe un elogio unánime?

—Porque es un cuadro profundamente religioso. Caravaggio era un hombre religioso, a pesar de la vida disipada que tenía y de ser un personaje irascible y violento, frecuentador de malas compañías. Pero era también portador de las ideas y de las sensibilidades más avanzadas en la moderna estética cristiana.

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