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Dalí, Duchamp y Man Ray: ajedrez y surrealismo en Cadaqués

Una exposición repasa los vínculos personales y creativos de los tres grandes artistas

Dalí y Duchamp, fotografiados en 1958 en el corral de Gala por Robert Descharnes ABC

DAVID MORÁN

A un suspiro de primera línea de mar, a pocos pasos de la imponente estatua de Salvador Dalí pero a refugio del sol y de las riadas de turistas que cada día hacen suyo el inexistente paseo marítimo de Cadaqués, un puñado de fotografías y unos cuantos recortes de prensa envejecidos informan de que justo aquí, entre las cuatro paredes del bar Melitón, Marcel Duchamp (1887-1968) dio rienda suelta a su pasión por el ajedrez y lo practicó con denuedo cada tarde durante más de diez veranos. Información de servicio para quien reposta junto a la barra y, más importante aún, una de las líneas argumentales de «Dalí, Duchamp, Man Ray. Una partida de ajedrez», exposición que evoca en el Museo de Cadaqués las relaciones entre el tridente surrealista y cartografía sus conexiones personales y artísticas a partir de sus estancias en la localidad ampurdanesa.

Así, con Cadaqués y el ajedrez como bisagras y concebida como una partida en la que Dalí y Duchamp manejan blancas y negras mientras Man Ray no pierde detalle, la exposición repasa a través de 140 fotografías, manuscritos, pinturas, esculturas y objetos una relación que empezó a ganar altura en 1933, cuando el artista francés viajó a Cadaqués por primera vez para visitar a Dalí. Ese mismo año, Duchamp había hecho de intermediario para que Man Ray realizase las fotografías de los edificios de Gaudí que acabarían ilustrando el célebre artículo de Dalí sobre la arquitectura «comestible» en la revista «Minotaure».

Juego de ajedrez diseñado por Dalí ABC

En 1958, años después de aquel primer encuentro en la costa catalana, Duchamp hizo de Cadaqués su residencia de verano, mientras que Man Ray se encargaría de inmortalizar los encuentros entre el excéntrico genio surrealista y ese francés enemigo del sol a quienes sus vecinos tenían no por un artista sino por un extranjero obsesionado con el ajedrez.

Empezaba entonces una partida en la que Duchamp, que en 1919 ya había realizado su primer tablero, imitaba los movimientos de la vida y la muerte encarnado en la figura del caballo, la misma que puede verse en la exposición, comisariada por Pilar Parcerisas, en una de sus últimas obras, esa escultura mortuoria en la que la cara del artista reflexiona sobre un tablero.

El juego de la vida

De esa pasión por los jaques y los mates que Dalí plasmó en «Dos trozos de pan expresando el sentimiento del amor», lienzo que evoca una de los muchas partidas que Duchamp compartió con Gala, surge también otra de las piezas estrella de la muestra: el juego de ajedrez que el ampurdanés diseñó por encargo de Duchamp en 1964 para la American Chess Foundation y en el que las piezas están basadas en los dedos y los moldes dentales de Dalí y Gala, así como en el salero de un hotel neoyorquino.

Una de las últimas esculturas de Duchamp, con su rostro junto al tablero de ajedrez ABC

La exposición, que puede visitarse hasta el próximo 17 de octubre, se organiza en ocho ámbitos temáticos y, además de recuperar piezas vinculadas al maquinismo artístico y el ilusionismo estético, puntos de contacto entre Dalí, Duchamp y Man Ray, ahonda también en la relación del artista francés con Richard Hamilton y Joan-Josep Tharrats. No faltan guiños a la corrida surrealista que se celebró en 1961 en Figueras en homenaje a Dalí y en la que, además de anunciarse la creación del Teatro-Museo del artista ampurdanés, Niki de Saint-Phalle y Jean Tinguely construyeron, con la ayuda de Duchamp, un toro mecánico que explotó en la arena.

Un retrato de Emili Puignau, alcalde Cadaqués y colaborador de Dalí; y el diseño de la chimenea anaglifa que Duchamp se hizo construir en su casa de Portdoguer y que ahí sigue, para sorpresa de su actual propietaria, son otros de los hallazgos de una muestra que se presenta como jugoso aperitivo de una temporada en la que el tándem Dalí-Duchamp seguirá dando que hablar. Ahí está, sin ir más lejos, la gran exposición que preparan para 2017 la Royal Academy de Londres y el Museo Dalí de San Petersburgo en Florida sobre la relación entre ambos artistas. También la Fundación Miró se suma a la reivindicación del autor de «La Fontaine» con «Final de partida: Duchamp, el ajedrez y las vanguardias», muestra comisariada por Manuel Segade y con el patrocinio de la Fundación BBVA, que abrirá sus puertas a finales de octubre.

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