Cristina Iglesias instala sus trampantojos en el Centro Botín

Bajo el título de «Cristina Iglesias: Entrespacios» , la exposición permite al visitante adentrarse en el universo onírico de una creadora con un vocabulario escultórico único, en el que la arquitectura y la literatura se dan la mano para transformar el espacio expositivo. En el caso del Centro Botín , encaja como un guante con la personalidad de la obra porque las piezas elegidas por Todolí dialogan , en un perpetuo silencio, con la luz y las sombras, «materiales» básicos para la artista, que se despliegan por las salas de manera casi imperceptible, con el agua como testigo impenetrable.

Tomando como punto de partida «Desde lo subterráneo», la intervención escultórica formada por cuatro pozos y un estanque creada específicamente por Iglesias como entorno del Centro Botín y los Jardines de Pereda, la artista muestra sus obras más características: los techos suspendidos, sus famosas «habitaciones», sus célebres estructuras enrejadas, esas celosías que sugieren más de lo que muestran... Laberintos que conducen al visitante hacia la otredad, en un eterno deambular entre lo finito, el mundo real, y lo infinito, habitado por nuestra imaginación. En ella es básica la influencia de la literatura, con alusiones explícitas a Arthur C. Clarke, Raymond Roussel, William Beckford, J. G. Ballard...

«Las obras van escapando de la pared y se van penetrando con la mirada. La mirada atraviesa y es el cuerpo, al deambular, el que va construyendo la obra. Es una obra abstracta que está construida con ficción, con literatura. La dialéctica es la característica permanente en la obra de Cristina», dijo Todolí, al presentar la exposición a los medios. La colocación de las piezas en las salas del Centro hace que la muestra abandone los dos planos y se vuelva interdimensional. El visitante está en uno y otro lado al mismo tiempo, habitando la dualidad mística propia del individuo y a la que Iglesias alude en toda su obra. Sin olvidar la importancia del paisaje y la memoria.

Con ánimo de acompañar al visitante en ese «deambular» por la muestra, Iglesias insistió en plantearlo como «un viaje» cuyo destino cambia en cada tentativa. «Todas las obras crean la ficción de un lugar que tiene una presencia, y hablan de ese lugar soñado, el que provoca las percepciones que uno pueda sentir al estar rodeado de las piezas», aseguró.

«Si pudiésemos dedicar más tiempo a mirar... En el detalle hay más de lo que miramos», insistió la artista, que en estos momentos trabaja en una obra permanente para el faro de la isla de Santa Clara , en su San Sebastián natal. Los elementos esenciales de su trabajo, «esa idea de ficción, de trabajar en un campo que utiliza la referencia a lo natural, esa idea de buscar y encontrar, de perderse, el sentirse rodeada», también está presente en el broche final de la exposición: «Growth I, 2018», su pieza más reciente. Mostrada en Santander por primera vez, indica los muchos caminos que aún le quedan por recorrer. «Yo construyo, soy del ramo de la construcción de ficciones», remató.