Augusto no es profeta en su Imperio
Roma «olvida» el bimilenario de la muerte de un gran emperador que cambió la Historia. Ayer se abrió el mausoleo para unos elegidos visitantes, pero se rompió una tubería, se inundó de agua y se fue la luz
ángel gómez fuentes
Fue el primer emperador romano, uno de los más grandes estadistas de todos los tiempos, un hombre de paz que cambió la historia y marcó también a Hispania. Italia celebró ayer los dos mil años de la muerte de Cayo Julio César Octaviano Augusto, nombre ... éste último por el que es conocido.
Fue adoptado como hijo por su tío abuelo Julio César y se convirtió en el emperador con el reinado más largo de la historia: gobernó 41 años (27 a. C.-14 d. C), sentando las bases del imperio romano que dominó el mundo en los primeros siglos después de Cristo. Pero ha sido una celebración con una gran polémica suscitada en los principales periódicos, muy críticos con Roma y la Administración porque han perdido una gran ocasión para una gran celebración.
Así, «La Stampa» afirma en un titular en su primera página: «Roma y Augusto, una lamentable celebración», destacando que en cualquier otra capital se habría aprovechado la efeméride con un montaje cultural extraordinario.
Proporcionalmente, ha habido más sensibilidad en celebrar el bimilenario en otras ciudades fundadas por él, como Zaragoza (en latín Caesaraugusta), Mérida (Augusta Emerita), o Tarragona, desde donde dirigió las campañas militares contra los cántabros y astures, hasta su conquista definitiva en el año 19 a.C. También fundó Elche, Écija, Martos y Guadix.
Amargura y vergüenza
Roma se propuso en 2006 rehabilitar el mausoleo de Augusto, situado en el centro de Roma, con un presupuesto de 20 millones de euros. Han pasado ocho años y, desgraciadamente, el mausoleo sigue cerrado, abandonado y se confía en que el año próximo puedan llevarse a cabo los trabajos de rehabilitación. (Ayer se abriópara unos elegidos visitantes, pero se rompió una tubería, se inundó de agua y se fue la luz). El «Corriere della Sera» habla de «amargura y vergüenza de los romanos frente a semejante derrota»: el mausoleo sigue cubierto de malezas y alrededor solo había basura, limpiada el mismo lunes, en la víspera de la celebración.
Pocos han sido los actos conmemorativos. Solo se han permitido unas visitas guiadas al mausoleo, mientras de forma excepcional permanecía abierto e iluminado hasta medianoche el Ara Pacis, el monumento símbolo de su imperio, construido en honor del emperador tras sus campañas en Hispania y en Gallia, y para celebrar la Paz romana o Pax Augusta.
La explicación de la pobreza de esta celebración es que la inversión en cultura ha desaparecido prácticamente en Italia, un país que ha tenido cinco ministros de Bienes Culturales en los últimos tres años En 2006 se proyectó su restauración. Ocho años después sigue cerrado y abandonado y medio. Italia paga así la filosofía alimentada durante muchos años por el que fue ministro de Economía, Giulio Tremonti, en gobiernos de Silvio Berlusconi: «Con la cultura no se come». Contrasta poderosamente tal pobreza cultural en la celebración del bimilenario de un emperador que fue un hombre de cultura y un excepcional precursor del uso de la cultura en política.
El escritor y arqueólogo Umberto Broccoli señala: «Augusto creó el círculo de Mecenate (Mecenas), que era su consejero predilecto, y Mecenate reunió y protegió a los más importantes hombres de letras de la época: Ovidio, Virgilio, Horacio y Properzio. Augusto había comprendido todo: tenía a su servicio los mayores intelectuales de su tiempo».
«Fue un constructor»
Aunque Augusto fue un emperador de grandísimo relieve, aparentemente no ha tenido la fama o fascinación que ha rodeado a otros personajes en la historia antigua de Roma. Broccoli ofrece esta explicación: «Augusto tiene una biografía poco novelesca, en comparación con Calígula, que era un loco; con Nerón, que no lo era pero ha pasado como tal; Julio César, que era su tío y padre adoptivo, era un gran conquistador, y alrededor de ellos giran episodios propios de Hollywood como el caballo hecho senador o el incendio de Roma.
Augusto era otra clase de persona: era tímido y de mucha sustancia; fue un emperador de paz y no de espectáculo; no fue un conquistador, sino un constructor».
Roma refleja el gran legado de Augusto. Él dijo que había encontrado una ciudad de madera y que la restituyó de mármol. Es Augusto hizo construir templos, plazas y mejoró el sistema urbanísticocierto: la embelleció y transformó completamente. Augusto hizo construir templos, plazas y mejoró el sistema urbanístico. Augusto quiso representar el espíritu de la virtud y las leyes, y tener relación con la plebe y los ciudadanos más desfavorecidos, a los que ayudó. Tenía todo el poder, pero más que un autócrata fue el primer funcionario del Estado. Aquí seguramente está el secreto de Augusto: para mantener el poder hay que utilizarlo con sobriedad.
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