danza
Antonio Canales: «El flamenco del siglo XXI tiene anemia»
festival flamenco de madrid
El bailaor impartirá una conferencia sobre la actualidad de esta cultura en el Centro Cultural de la Villa
Antonio Canales en Villa Rosa
Antonio Canales sale de la ducha con las ideas claras, como el pelo. En lo que el sol se anuncia le pregunto por los años dorados del flamenco en Madrid, pero él prefiere charlar sobre el presente, que le preocupa tanto como le entusiasma. Y ... de eso, 'El flamenco del siglo XXI', trata la conferencia que impartirá este viernes 26 de mayo en la Sala Jardiel Poncela del Centro Cultural de la Villa a las siete de la tarde, enmarcada dentro del Festival Flamenco de Madrid.
Ha hecho más entrevistas que Jesús Quintero, por eso frunce el ceño como arranque de toda conversación. Quiere saber, después de tanto, por dónde van los tiros. Si la televisión y los amores entran en juego o son otros los asuntos en el centro de la mesa. Pero aquí, pronto lo descubre, solo cabe el arte.
«Yo soy un gato trianero. Sevilla me dio las raíces y Madrid, donde llegué con 18 años, todo lo demás. ¿Tú has visto mi baile por tangos? Yo meto cosas ahí de los gitanos de Triana y de Caño Roto, que tan importante fue para la guitarra. Hoy ha cambiado todo mucho», comenta, pero yo me valgo de las riendas y solicito que, como entrada al siglo XXI, empiece por el anterior:
«El Rock Ola, centro de la Movida, no hubiese sido posible con los móviles. Fue una época gloriosa, y mira que al principio tuve que dormir hasta en los parques. Paula, el guardia de Los Canasteros, me daba bocatas de jamón. Entré en el Ballet Nacional y fui conociendo a todos en la ciudad: Paco de Lucía, Camarón, Las Grecas, Los Chorbos… Era extraño, porque los más rompedores de la época, lo que hoy sería Rosalía, eran esos gitanos que empezaron a hacer una música nueva en los 70 y 80. Manzanita tocaba la guitarra, yo bailaba, estábamos todos en comunión. Fue posible porque otras ciudades no ofrecían ese circuito, algo que ha vuelto a cambiar hace una década. Estrenábamos democracia, nos volvimos locos, pecamos… Pero fue un estallido de creatividad irrepetible, como lo será la era que viene, que se mueve con unos códigos que ahora empezamos a ver. Unos códigos que se estipulan en el que para mí es el siglo de oro de esta música: el XX, no el XIX, donde se producen las grandes revoluciones desde el principio, se asientan las compañías, se crean los ballets y nacen y producen muchos de los genios del cante, la danza y el toque».
«Y si en mi época se encontró con el rock hoy lo hace con el trap, que nadie se escandalice»
Antonio Canales
Bailaor
Los nacidos en este siglo, el XXI, nos aclara, apenas han empezado a salir a la palestra. Le entusiasma David de Arahal, sobre cuyo sonido ha construido la obra 'La guitarra canta'. También otros jóvenes como Manuel de la Tomasa, sobrino del cantaor José de la Tomasa, y bailaores como Matías Campos, Lucía Benavides o Triana La Canela. «Y poco más, eh. Aún no han empezado a salir los de la generación Z. Vienen, además, en un momento particular. La pandemia fue como si a Madonna le hubiesen pegado un guantazo antes de salir al escenario. Arrastran patrones propios del siglo XX, porque los jóvenes abanderados ahora mismo son de los 80 y 90, todavía muy pocos de los dos mil, y eso se nota. Los totems del pasado pesan, pero no deben salir de ellos, sino reinterpretarlos según el mundo de hoy».
En qué se nota, le invito. Destripe algo de esa conferencia: «Las redes, la tecnología o el cierre de muchos lugares emblemáticos como El Candela influye mucho en el aprendizaje, en las relaciones que tienen entre ellos. El flamenco de hoy tiene así como anemia. Está por despertar, por terminar de curarse, pero lo hará como lo hizo antaño, porque el flamenco es un dragón que se lo come todo. Cuando alguien hace alguna chorrada con el flamenco, eso no queda. Se esfuma. Pero siempre va incorporando cosas. No hay que morir de nostalgia, sino saber esperar. Y si en mi época se encontró con el rock hoy lo hace con el trap, que nadie se escandalice, porque la idea es la misma y lo fugitivo perdura».
Hay quien tiende la mano y quien, al contrario que Canales, pone los codos para que nadie adelante. El bailaor que triunfó con montajes como 'Torero' y 'Gitano' sigue habitando más en el AVE que en la añoranza. Se mueve. Escucha. Camina sobre hombros de gigante: los de Mario Maya y Gades, sin ir más lejos. Pero ahora proyecta todas las miradas hacia el futuro: «La única misión que tienen los festivales es dejarle un panorama medio saneado a los que están por venir. Solo eso. Festivales como Suma Flamenca o La Bienal de Sevilla tienen que ser el soporte para la creación. Si no hacen eso, están pegando un tiro al aire, como dice la letra. ¡Confianza en el hombre nunca la tengas!».
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