Suscríbete a
ABC Cultural

PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS LETRAS

Ana Blandiana: «Los robots nunca comprenderán el sufrimiento y la obstinación por expresar lo inexpresable»

Discurso íntegro de la poeta rumana galardonada

Ana Blandiana, premio Princesa de Asturias de las Letras 2024

EFE

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«Cada vez que recojo un premio, mi primer pensamiento ha sido para Platón y las coronas de laurel que él proponía para los poetas que después eran desterrados de la ciudad.

Mi segundo pensamiento es para mi país. Del mismo modo que, al hacerse ... adultos, los niños pobres siempre siguen mirando hacia casa para ayudar a sus familias enviando paquetes y dinero y manteniendo a los más pequeños en la escuela, cada nuevo logro me devuelve al lugar de donde partí, un lugar que en la historia se llamó Dacia Felix cuando fue conquistado por el emperador Trajano, pero que en los cuentos de hadas rumanos se llama «el lugar donde las cimas de las montañas se embisten», un lugar enclavado entre varios imperios enemigos y enemistados entre sí, al que de todos sus vecinos sólo el Mar Negro nunca le ha deseado el mal. Nuestra latinidad, exiliada en el otro extremo del continente, nos ha singularizado y nos ha dado, junto con la conciencia de que somos diferentes de los que nos rodean, el sentimiento de soledad en la historia. Es un sentimiento del que nunca he podido distanciarme, enajenarme, pero del que ha germinado, como una solución de supervivencia, la poesía. Aunque al pensar en Platón y al pensar en en mi país me obligan a preguntarme, en estos momentos asombroso en que la poesía se encuentra en el punto de mira, cuál es aún, cuál puede seguir siendo el vínculo entre el poeta y los demás, entre la poesía y la sociedad, cuál es el papel de la poesía en nuestro mundo secularizado, tecnificado, informatizado y globalizado. El enorme honor recibido de la Fundación Princesa de Asturias al concederme un premio de poesía, ¿puede considerarse una prueba de la importancia del capital de esperanza que la poesía sigue representando en este mundo? Más aún, ¿puede «ese algo liviano, alado y sagrado», como definió Platón a la poesía y al poeta, detener nuestra caída hacia la nada? De hecho, la pregunta, que no lanzo por primera vez, es: «¿Puede la poesía salvar al mundo?», y mi modesta pero firme respuesta viene avalada por hechos asombrosos. Por increíble que parezca, durante las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, en las cárceles comunistas de Rumanía se produjo una auténtica resistencia a través de la poesía. El primer Memorial a las Víctimas del Comunismo del mundo incluye una sala con las paredes y el techo enteramente cubiertos de poemas nacidos durante las detenciones. A falta de lápiz y papel, que estaban prohibidos, todo poema necesitaba para su existencia de tres personas: la que lo componía, la que lo memorizaba y la que lo transmitía a través del alfabeto morse, y a pesar de estas precarias circunstancias se compusieron miles de poemas que consiguieron pasar de celda en celda y de prisión en prisión. En sus libros de memorias o recuerdos los presos políticos describen, como un ritual sagrado, el momento de la transmisión de los nuevos poemas, cuando un preso era trasladado de una cárcel a otra. Y luego, tras la apertura de las cárceles, el primer pensamiento de los liberados era transcribir lo que habían memorizado, sin los nombres de los poetas o con nombres que presuponían muchas veces equivocadamente, en una verdadera sinfonía de resistencia espiritual, un intento de convertir el misterio de la poesía en un arma de defensa contra la locura. Esta es la prueba de que, en circunstancias extremas, cuando sentían peligrar su propia esencia, los hombres recurrían a la poesía como medio de salvación. Cuando en la poesía se escondían las últimas moléculas de libertad, la gente, asfixiada por la represión, las buscaba, las encontraba y las respiraba para sobrevivir. La poesía no habla de la realidad, sino que es capaz de construir otra realidad en la que podemos salvarnos. Desde el punto de vista etimológico, en griego antiguo el término poesía viene del verbo 'poiein', que significa construir.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia