Trujamanerías
¿Unaquién?
Uno de mis vicios es entrar en librerías en cada viaje que hago por Europa
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Iniciar sesiónUn verano andaba yo buscando, un poco sin ton ni son, novelas españolas a caballo entre los siglos XIX y XX, para ir refrescando lecturas de cara al curso siguiente. Por casualidad, entré en una FNAC de San Sebastián y pregunté por Unamuno: «¿Unaquién?», me ... respondió ni corta ni perezosa la señorita de las búsquedas. Salí ojiplático, oigan, porque -guste o no guste- es un nombre del santoral nacional y, además, vasco, para añadir más miga a la cosa (que daría para otro artículo).
Tengo la fortuna de moverme bastante por Europa, y uno de mis vicios es entrar en librerías en cada viaje. Y hay que confesar que hay diferencias según los lugares, aunque la verdad moleste. No hablo de los lugares de peregrinación (de 'Acqua alta' a 'Shakespeare & Co.') que cartografía en un libro precioso Jorge Carrión, sino de cualquier librería y del fondo permanente que se puede encontrar un día sí y otro también.
Pues bien, el panorama cambia que es una barbaridad, porque a las secciones de toda la vida según lengua (literatura española e hispanoamericana al frente) o género literario (ensayo, poesía, etc.), les están surgiendo como setas -por no decir hongos- etiquetas nuevas como el 'romance' (anglicismo de pésima traducción y peor sentido) y los consejos de tiktokers (mercado que se rinde al mercado), con sus respectivas estanterías bien a la vista. Así, por si uno busca una recomendación, para que lo tenga bien clarito: y que sea buena (o dizque).
Pero atrévase: ármese de valor y busque un clásico, no ya Plutarco y sus compadres, que igual hasta le va mejor, sino un Cervantes, un Quevedo, un Galdós, un Valle-Inclán… Sí, claro que algunos se encuentran, porque todavía hay librerías de las buenas y algún título queda olvidado desde tiempos de Maricastaña, pero en general nuestros clásicos brillan por su ausencia. Peor que buscar a Wally. Y duele, duele, porque es una diferencia muy española, ya que -frente a este silencio- toda librería francesa o italiana cuenta con un fondo de armario con sus Molière y Dumas, Dante y Calvino (Italo, no el reformador). Y nosotros a veces ni un mal Quijote: luego nos quejamos de que no se lee.
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