Piano modifica el Centro de Arte Botín para fundirlo con Santander
Un túnel de 200 metros, que costará 15 millones de euros, soterrará el tráfico y permitirá el libre acceso al museo desde los Jardines de Pereda
Ha sido una evolución que ha terminado en una pequeña revolución. El arquitecto genovés Renzo Piano presentó ayer su nuevo proyecto para el Centro de Arte Botín en el muelle de Albareda y, a la vez, desveló lo que lleva camino de ser la modificación ... urbanística más importante de Santander en los últimos 50 años. En esencia, los santanderinos, gracias a los cambios que propiciará la construcción del edificio de la Fundación Botín, podrán llegar al mar desde los Jardines de Pereda sin tener que sortear el tráfico —que será soterrado en un túnel de 200 metros—, ganarán un gran parque que pasará de los 24.000 metros cuadrados actuales de los Jardines de Pereda a 48.000 y un anfiteatro abierto a la bahía de 2.000 plazas. Todo ello ... y los 6.000 metros cuadrados de dotaciones de los dos edificios del centro cultural y de arte, la cafetería y la gran plaza elevada y el mirador suspendido sobre el mar.
«Esta ciudad va para arriba», declaró un satisfecho Emilio Botín. Tampoco el alcalde de Santander podía disimular su satisfacción pues la Fundación Botín asumirá todos los costes del soterramiento del tráfico, 15 millones de euros. «Extraordinario, es extraordinario», aseguraba Íñigo de la Serna en una breve intervención en la que destacó que se genera el mayor espacio urbano para acercar a los ciudanos al mar.
El soterramiento fue la llave que propició los cambios en el edificio. Iñigo Saénz de Miera, director de la Fundación Botín, reveló ayer que sólo cinco días después de la presentación del primer proyecto Piano llamó a Santander para decir que la propuesta no funcionaba. «La ciudad seguía separada de la bahía y nos hacía falta eliminar el tráfico para asegurar la conexión final», reconoció ayer el arquitecto genovés, que también recordó que en las reuniones mantenidas con arquitectos esa fue también una de las críticas recibidas. «Ahora, sentenció Piano, cuando entres en el parque desde el Paseo Pereda llegarás a un mundo nuevo, mágico, que te llevará al mar». Esa misma asunción de sugerencias vale para la Grúa de Piedra. «No la tocaremos porque entendemos que es una referencia para la ciudad». Ese mismo carácter icónico se reserva para los jardines de Pereda, «memoria colectiva de Santander», que verán doblada su superficie gracias a la ganancia que procura la ocultación del tráfico y su unión con Albareda. El paisajista Fernando Caruncho ya trabaja en su extensión hasta el mismo cantil del muelle y en la integración de los 54 nuevos árboles que se plantarán.
¿Y que propone ahora Piano tras la evolución/revolución de su proyecto? La esencia se mantiene: dos edificios, unidos por una plaza central de 400 metros cuadrados de la que sale un trampolín que se adentra 30 metros sobre la bahía. Los dos bloques blancos, «pequeños, silenciosos, tímidos y con las partes redondeadas para facilitar el paso de la luz entre sus bajos», se elevarán sobre pilares «como troncos de árboles» a 5 metros de altura, no sobrepasarán los 20 metros de las copas de los mayores árboles del jardín.
Hay varios detalles de lectura ambivalente. La oposición de una parte de la sociedad civil a la ocupación del muelle por esta dotación cultural y su ruptura de las vistas de la bahía propiciaron varias acotaciones. Piano destacó que el edificio «devuelve» a la ciudad el terreno que ocupa. Lo hace literalmente: los 400 metros cuadrados de utilización efectiva del suelo de Albareda son los mismos que ofrece la plaza que separa ambos edificios y que ofrecerá un balcón privilegiado al mar.
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