Montserrat Caballé rinde su particular homenaje a Perelada

El periplo por el Festival de la soprano barcelonesa es largo y extenso, habiéndose presentado en todos los formatos imaginables al lado de grandes estrellas, desde José Carreras a Plácido Domingo. El recital del domingo venía precedido por la entrega, la semana pasada en Barcelona, de la primera Medalla de Honor de Festival, creada este año por su nuevo director, Oriol Aguilà, y destinada a galardonar a aquellos artistas que más han contribuido al desarrollo de esta cita estival. Y ella tenía que ser la primera en recibirla; le ha seguido Joan Manuel Serrat y continuarán el bailarín Ángel Corella y Joan Font, director de la compañía teatral Comediants.

En su regreso a Perelada, en todo caso, pudo verse a una Montserrat Caballé pasando apuros, con evidentes síntomas de debilidad tanto vocal como física: en el recital de la iglesia, ante un público expectante que llenó el recinto y frente a un programa exigente y generoso, la emisión se escuchó con problemas y solo en las canciones de Gounod y en el aria de Massenet (de la ópera «Le Roi de Lahore») pareció más segura y cómoda, siempre acompañada por su fiel pianista, Manuel Burgueras. El público, en todo caso, la despidió con una ovación después de agradecerle una propina. Más tarde, junto a Al Bano —que brilló en un perfecto estado vocal— y ya en el gran escenario del Festival, Montserrat Caballé interpretó algunos dúos y armonizó varias de las canciones del intérprete italiano con el que ya había actuado hace algunos años, acabando su participación sentada en una silla y bastante fatigada.