María León, un rugido entre clichés

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Hay veces en las que un actor entra en la escena, en la historia, como el brazo de una minipimer en el grumo y salsa, la cual, a su embate, ya nunca vuelve a ser la misma; pues es más o menos lo que ocurre ... en «La voz dormida» con la actriz María León, que le da tanta anchura, tanta gracia y polifonía a su personaje que sostiene y sustenta la falta de cálculo en la mirada de Benito Zambrano sobre la historia novelada de Dulce Chacón.

Las posguerras son lo que son, y la posguerra (la única) fue lo que fue…, y justo ahí comienza la peripecia de Pepita (María León), una cordobesa que llega a Madrid en 1940 porque su hermana Hortensia, embarazada, está presa y a la espera de condena. La acción se sitúa en dos frentes, el interior de la cárcel y el exterior de un Madrid en el que a nadie se le oían las pisadas… Magnífico retrato de exterior, donde María León hace creíble la angustia, el miedo, la esperanza, la resignación, la risa y hasta el amor. Absoluta falta de cálculo en el retrato de interior, que hace algo inverosímil, caricaturesco y teatral de las auténticas pesadumbres de gente desesperanzada, humillada, vencida y premuerta. Es un fabuloso ejemplo de la distancia entre lo verdadero y lo verosímil; hay que suponerse que en 1940 y en una cárcel franquista la situación de los presos y la motivación de los carceleros tienen los mismos matices que una hoz y un martillo, pero hacerlo visible, creíble, requiere de una sutileza que no puede consistir en una monja perversa de dos metros o un cura con el aspecto del enterrador de Lucky Luke. Y no vale decir que la realidad era esa, porque, en cambio, la verosimilitud nunca puede ser eso.

Todo el entramado melodramático del interior Se empasta con la caricatura, aunque haya momentos de una insostenible pretensión dramática; en cambio, el requemado ambiente exterior respira con frescura la presencia de María León, haciendo verosímil y hermoso lo increíble y sórdido, como esa escena de amor inocentísimo con el guerrillero que interpreta Marc Clotet. No creo que haya ninguna otra actriz en todo el programa que pueda hacer sombra a María León para el premio de interpretación.

La competición se completó con la película china «11 flores», que aborda una historia que recuerda levemente a «El espíritu de la colmena». No está mal el haberla colocado junto a «La voz dormida», pues es justamente su reverso: consigue verosimilitud en el paisaje sin subrayar, sino sugerir, el terrible fondo. Y una película sueca, «Happy end», también un melodrama contra dos fondos; el de madre e hijo, construido con afán y sutileza, y el de una pareja, chica ingenua y maltratador, con recortes de tópicos.

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