Homenaje al cine analógico de Tacita Dean en la Tate Modern
La artista británica inaugura «Film», la nueva instalación en la Sala de Turbinas del museo londinense
BORJA BERGARECHE
Una gigantesca película vertical llena, desde ayer, de luz el fondo oscuro de la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres. En los once minutos de duración de este poema visual desfilan por la pantalla un huevo, una naranja, unos tomates, una cascada ... o el logo de la Paramount. En uno de los templos del arte contemporáneo, la obra de la artista británica Tacita Dean tiene aspecto de cine viejo. Y lo es. Además de mudo. En la duodécima instalación de las series «Unilever» del museo londinense , que inauguró Louise Bourgeois en el año 2000, Dean realiza un homenaje a un medio en extinción: el cine analógico. Con todo su sabor añejo. Y todos sus riesgos.
Cuatro días antes de la presentación de la obra anteayer a la prensa, un artesano de la edición cinematográfica recibió la llamada angustiada de una artista en el final de uno de sus procesos creativos. La película de Dean para la Tate Modern, rodada en formato cinemascope en película de 35 mm., tenía destellos de brillo cada cuatro segundos por un error en la edición. Steve Farman, un técnico de 52 años, aceptó la petición de auxilio. El viernes pasado por la mañana condujo su propio coche hasta Ámsterdam, donde estuvo todo el día re-editando y reparando la película con la artista. Condujo de vuelta a Londres y, en las primeras horas del sábado, él mismo entregó la obra a Nicholas Cullinam, curator de la exposición. «Antes había unas 200 personas haciendo lo que yo hago en el Reino Unido. Ahora solo quedo yo. Esto ha sido la coronación de mi carrera, mucho mejor que mi trabajo en “Troya” o “Batman Begins”», explicó el lunes durante la presentación de la exposición.
La muestra se abrió al público ayer y podrá ser visitada hasta el 11 de marzo del año que viene. La película, titulada Film, está girada 90 grados a partir de su formato panorámico y proyectada sobre un monolito de 13 metros situado al fondo de la espectacular sala que ocupa los bajos de esta antigua central eléctrica, convertida en museo
por los arquitectos Herzog & de Meuron. Dean trabajó sola y de forma manual en el positivado de la película, una tarea agotadora en la que experimentó con numerosas técnicas cinematográficas antiguas que llenan su obra la primera a gran escala que realiza la artista de texturas y experiencias, a pesar de la ausencia de un significado de conjunto. Hemos atravesado el valle de las sombras de los muertos , explicó anteayer. Me doy cuenta de que este bello medio que creamos hace 120 años está a punto de perderse. No soy fetichista del medio, ni soy anti-digital, quiero que quede claro. Pero me encanta hacer cine, y no quiero perder la posibilidad de hacerlo, dijo la artista.
Dean (45 años), nacida en Canterbury (Inglaterra) pero afincada en Berlín, es conocida por sus meticulosas, analíticas y bellas películas, entre las que figuran retratos del coreógrafo Merce Cunningham o del pintor fallecido Cy Twombly, expuestos el verano pasado en Marian Goodman Gallery, su galería habitual, en Nueva York. Esta vez sabía que tenía que hacer algo espectacular, no bastaba con una peli de 148 minutos sobre un anciano, explicó en Londres. Su deseo habría sido llevar su arte al tamaño XXL de la Tate Modern usando el formato que ha empleado siempre, la película de 16 mm. Pero, en febrero pasado, el laboratorio del Soho londinense con el que había trabajado siempre le comunicó que dejaban de imprimir ese formato. El Soho Film Laboratory era el último que producía 16 mm. en todo el eino Unido. En el mundo, se cuentan con la mano, explicó en la rueda de prensa.
Su mundo se esfuma. Y no es la única en lamentar que los nuevos hábitos digitales de los grandes estudios expulsen del mercado el viejo oficio del celuloide. El catálogo de la exposición es un alegato en defensa del cine analógico. Se puede ver el grano, al que me gusta imaginar como las moléculas visibles, erráticas de un nuevo lenguaje creativo. Permaneceré leal a esta forma artística analógica hasta que cierre el último laboratorio, escribe Steven Spielberg.
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