Adiós a un hombre de compromiso y cultura, símbolo de la resistencia
El escritor y ex ministro español de Cultura falleció ayer a los 87 años en su casa de París. Sobrevivió al campo de concentración de Buchenwald
JUAN PEDRO QUIÑONERO
Hombre de cultura y acción política, Jorge Semprún (Madrid, 1923–París, 2011) escribió novelas, guiones, memorias, ensayos, crítica literaria, memoria políticas, siendo sucesivamente resistente, militante estalinista, dirigente histórico del PCE, comunista reformista, ministro de Cultura en un gobierno socialista, memorialista fallecido, tras varios años de ... melancólico aislamiento, sin contar la historia íntima de las relaciones entre estalinismo y nazismo en el campo de concentración de Buchenwald.
Hijo de un político demócrata cristiano, fiel a la República, José María Semprún y Gurrea, profesor y jurista, y nieto de Antonio Maura, Jorge Semprún fue el más famoso de todos sus hermanos, con quienes vivió la tragedia del exilio, seguida de íntimas desavenencias familiares. Estudiante de achillerato y ilosofía, en París, fue detenido y deportado en 1942. Su padre todavía era amigo del embajador de Franco en París, quién «tranquilizó» a su familia sobre su situación en Buchenwald, donde los nazis habían entregado la gestión de la «mano de obra» a los comunistas alemanes. Semprún trabajó como «kapo rojo» en el servicio de la Arbeitstatistik de Buchenwald (servicio de «gestión» de la mano de obra deportada).
Tras la guerra, esa experiencia provocó una ruptura brutal de Semprún con el más íntimo de sus amigos, Robert Antelme, que hizo públicas sus reservas sobre el comportamiento moral de los estalinistas que gestionaban para los nazis el campo de concentración. Antelme contó aquella ruptura en una legendaria autocrítica dirigida al bureau del PCF. Militante del PCE, Semprún ascendió pronto hasta la cúspide burocrática del partido, donde ejerció como comisario político para asuntos culturales, censurando con severidad extrema a novelistas como Carmen Laforet.
Ruptura con el PCE
José Manuel Lara contrató para el premio Planeta el libro de memorias en el que Semprún cuenta su versión de su ruptura con el PCE, para comenzar una carrera política de nuevo cuño, que culminaría como ministro de Cultura de Felipe González, entre 1988 y 1991. Toda la obra literaria de Semprún está centrada en la experiencia del campo de concentración de Buchenwald. Pero ninguno de sus libros abordó de frente y con claridad moral la cuestión esencial: los nazis ofrecieron a los comunistas estalinistas la gestión de ese campo de concentración. Eran los comunistas estalinistas, los «kapos rojos», quienes entregaban a los nazis los compañeros de campos condenados a trabajos forzados de los que no se volvía nunca.
Semprún noveló otros temas. Pero toda su narrativa gira en torno al compromiso comunista desde una visión «heroica», libro tras libro. «El largo viaje» (1963), «El desvanecimiento» (1967) y «La segunda muerte de Ramón Mercader» (1969) quizá sean sus novelas más justamente famosas, ganadoras de varios premios.
«Federico Sánchez se despide de ustedes» (1993) es la «novela» de su ruptura con el PCF. Con el tiempo, Semprún nunca deseó reeditar sus críticas literarias estalinistas, muy numerosas. Y prefirió seguir una nueva carrera de ensayista preocupado por los temas europeos.
Guionista relevante
Semprún también fue un guionista de cierta relevancia. Son famosos sus guiones de «Z» (1969) y «La confesión» (1970) de Costa Gavras. Trabajó con Resnais («Stavisky», 1974), Joseph Losey («Las rutas del sur»), Mario Camus («Los desastres de la guerra») y Jacques Deray (1991). En el terreno íntimo, personal, Jorge Semprún fue un gran seductor. Personaje brillantísimo, gran conversador, casado en tres ocasiones con mujeres de cierta influencia en la sociedad parisina, como Loleh Bellon (la madre de su hijo Jaime, fallecido hace algún tiempo) o Colette Leloup, cuya muerte agravó el ensimismamiento del escritor, cuando su última biógrafa volvió por vez primera, en detalle, a la historia de las relaciones entre estalinistas y nazis, en Buchenwald, cuando el escritor cumplía los 80 años. La ruptura brutal de su hijo Jaime, años atrás, agravó unas diferencias familiares que tomaron un cariz trágico con su hermano Carlos Semprún Maura, novelista, dramaturgo y escritor comprometido, igualmente. A partir de este año, Semprún comenzó a escribir ensayos sobre el destino de Europa, evocando en escorzo las heridas cancerosas abiertas en Buchenwald, y jamás cerradas. Evocando, por vez primera, lo que nunca contó durante medio siglo de escritura y vida cívica, ante la última de sus biógrafas, Franziska Augstein, Semprún intentó justificar su posición de «kapo rojo», en Buchenwald, evocando los soliloquios morales de Jacques Maritain, el teólogo cristiano, intentando razonar la «derogación de la moral» cuando las sociedades han caído en la barbarie.
Por su parte, la ministra de Cultura española, Ángeles González-Sinde, anunció anoche que el Consejo de Ministros iba a otorgar a Semprún la Orden de las Artes y las Letras y que estaba planeado que el Museo del Prado le entregase una medalla el día 28.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete