«El bien está enraizado en la conciencia; el mal es un hongo»

-¿Qué pasa por la mente de un asesino?

-Nada. En muchísimos casos de homicidio que investigué, los motivos eran estúpidos, banales, y el homicida no experimentó nada fuera de lo común.

-¿Dónde surge la maldad?

-Hannah Arendt, en su libro La banalidad del mal, explica que el mal surge por motivos absolutamente banales. El bien está enraizado en la conciencia, pero el mal es como un hongo, no tiene raíces.

-¿Por qué se mata?

-De modo terrible, en el crimen organizado hay una racionalidad enferma, una locura, un estado de guerra: se mata a un enemigo. Hay un motivo.

-¿Y en la realidad?

-No hay ninguna justificación, ni enferma ni sana. Por un gesto estúpido y loco se arruinan las vidas.

-¿La realidad es escandalosa?

-Sí. Por la estupidez que gobierna muchos de los actos y las actitudes de los seres, incluidos y sobre todo los seres humanos inteligentes. Y por el poder del hombre. Poder y estupidez son escandalosos.

-¿Vamos a más o a menos en estupidez?

-La sociedad da muchos pasos hacia atrás, pero vamos a mejor. Y la estupidez siempre está al acecho.

-¿Cuántos casos ha investigado como fiscal?

-Han sido casi veinte años de duro trabajo...

-¿Alguna lección que no olvidará jamás?

-He descubierto que las personas no se corresponden con nuestros estereotipos. Hay criminales simpatiquísimos, que te cautivan, que no son malos, y con los que haces «amistad». Y hay personas «bien» que son una auténtica carroña, pura canalla. No hay que fiarse de los esquemas.

-¿La mafia es el cáncer italiano?

-Es un problema de algunas partes de Italia. En Calabria sobre todo, pero en Sicilia ya es menor.

-Aquí padecemos el cáncer de ETA, otra mafia.

-El de ETA es un tipo de terrorismo que ha usado métodos mafiosos (asesinatos, secuestros, extorsión...). Los métodos son similares a la mafia.

-¿Se acabará con la mafia?

-Sí.

-¿Cómo lo haría un buen cirujano de hierro?

-Arrestando a los mafiosos. Hay que extirpar el cáncer de la mafia. Es lo que deben hacer fiscales y policías. Meter a los mafiosos en la cárcel. Hay que trabajar para que el cáncer no se reproduzca. Y actuar en el tejido social, labor ya de educadores.

-¿De qué modo se debe «educar» a los jóvenes?

-Haciéndoles ver que la legalidad es conveniente. En la labor quirúrgica de represión, una parte muy importante es atacar el patrimonio de la mafia. -¿Por qué triunfa la cultura de la banalidad?

-La televisión comercial propone modelos totalmente banalizantes. En Italia, la cultura del berlusconismo ha hecho un inmenso daño. Muchos jóvenes solo piensan en convertirse en cosas que le suscita el imaginario televisivo, que es vulgar.

-Eso ya lo advertía Umberto Eco.

-Cualquiera con un mínimo cerebro está en contra de Berlusconi. No es una cuestión de derechas o de izquierdas, sino de sentido común.

-¿Y cómo se mantiene él en lo más alto del poder?

-A don Silvio le quedan dos telediarios, como se diría aquí. Berlusconi tiene un enorme poder económico, político y mediático, pero está al caer.

-¿Italia está cansada del «berlusconismo»?

-La contaminación ha sido muy profunda.

-A usted no le tiembla el pulso ante el folio en blanco. No conoce el «miedo escénico», pues.

-Ser magistrado me ha ayudado para darle una ambientación creíble a mis novelas. En ellas no hay cosas «nada reales» que encontramos en otros libros.

-¿Por qué escribe novela negra?

-Porque así vencía el miedo.