Ramón Andrés: «El mundo se ha convertido en un patio interior de vecinos maleducados»
El premio Nacional de Ensayo 2021 acaba de publicar ‘Caminos de intemperie’
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Iniciar sesiónHace cinco años que Ramón Andrés (Pamplona 1955) dejó la convulsa Barcelona del 'mobbing' inmobiliario y el ‘procés’ independentista para instalarse en Elizondo, un pueblo del navarro valle del Baztán. Biógrafo de Bach, estudioso del silencio en los místicos de los siglos XVI y ... XVII -‘No sufrir compañía’-, ha diseccionado la historia del suicidio en Occidente –‘Semper dolens’-conjugado aforismos –‘Malas raíces’- y compilado un monumental ‘Diccionario de música, mitología, magia y religión’.
El autor navarro acaba de publicar ‘Caminos de intemperie’ (Galaxia Gutenberg), un centenar de páginas que entreveran recuerdos familiares con la mirada poco complaciente sobre el mundo de un pensador cuyo estado civil es el de náufrago : «Vistos los tiempos, espero que me disculpen las horas leídas’, ironiza acerca de la evolución que nos ha llevado «del alma al código de barras». Entre libros y corcheas, Andrés experimenta cómo la literatura «deja más damnificados que la música y la música menos que el silencio». De ahí que no puede haber un término medio en el acto de la escritura: «No es verdad que la vida de muchas vueltas. Sólo da una. Todo libro procede de un entusiasmo o de una desolación», constata.
Su obra ‘Filosofía y consuelo de la música’ mereció el premio Nacional de Ensayo 2021 : más de mil páginas con un título deudor de una cita de Elías Canetti: «La música es el mayor consuelo por el hecho mismo de que no crea palabras nuevas».
El ensayista navarro vindica la lentitud y la quietud , estigmatizadas en estos tiempos de ruido, furia y memeces tuiteadas. Si la música consuela, el silencio puede resultar subversivo: «Nos deja espacio para pensar y eso al sistema no le interesa», advierte.
En las mil ochocientas páginas de su ‘Diccionario de música, mitología, magia y religión' Andrés define la mitología como «la versión no oficial de lo que somos : el racionalismo no puede explicarlo todo porque somos, también, instinto». Para ilustrar tal afirmación recurre a los héroes de la Antigüedad como Orfeo. Su descenso a los infiernos «no es otra cosa que un viaje al interior de uno mismo». De los dioses se queda con Hermes, un «benefactor del pensamiento» del que se dice que inventó la lira en una cueva. De entre los instrumentos musicales destaca la flauta, de caña o bambú, cual aliento divino: «El viento a través de los cañaverales inspira el mito de Pan, la religión sufí y los mitos de China y Japón».
El orden vibratorio de una nota reproduce el ciclo existencial: nacimiento, crecimiento, muerte. En el «ajuar funerario» mesopotámico se hallaron liras; en la tumba de Tutankamón , trompetas y crótalos de marfil; en la nórdica ‘Edda Mayor’, los héroes se entierran con su arpa, «enlace entre el Cielo y la Tierra».
En ‘Malas raíces’ las etimologías latinas desvelan las falacias de nuestro presente. Las finanzas remiten al ‘finis’, ‘final’: «Un finado es un muerto, lo ha saldado todo». Al verter aforismos Andrés tiene a Pascal en el frontispicio junto a Nietzsche y Chateaubriand: «Cuánto más fragmentarios más cerca de la unidad», reflexiona sobre ese género que asocia a la madurez.
Músico, ensayista, poeta, filósofo…
Quizá sea una mezcla de todas estas cosas, una mezcla singular, desde luego. Me costaría separar estas facetas. He trabajado toda mi vida sobre estas artes o disciplinas. Mi primera vocación, siendo niño, fue la de poeta, pero pronto se sumó la música. Y después, vino el resto. Quizá, al final de todo, deba decir que soy un poeta que estudia filosofía y piensa musicalmente.
Le concedieron el Nacional de Ensayo por ‘Filosofía y consuelo de la música’. ¿Cómo se traduce esa consolación?
La capacidad de consolarnos que tiene la música es algo muy perceptible a lo largo de la historia. La música, como el arte más inmediato, ejerce un rápido y poderoso efecto sobre nuestros afectos. Este libro trata de este asunto, con un fondo que demuestra, también, el vínculo entre la música y el pensamiento.
En su juventud, hablamos de los años setenta, interpretó música medieval y renacentista. ¿Cómo recuerda la experiencia?
Con bastantes claroscuros. Por un lado, me apasionaba; por otro, me llevaba a una vida inestable y de continuados viajes, cosa para la que no sirvo. Pero he de decir que fue tal mi implicación que, siendo muy joven, me sentí viviendo en aquellos siglos pasados, que yo idealizaba.
Su ‘Diccionario de música, mitología, magia y religión’ constituye una obra de referencia. ¿Qué relación mantiene la música con las otras tres disciplinas?
La música forma parte del mito en tanto que presente en las más importantes cosmogonías. El relato del origen del mundo tiene mucho que ver con el sonido, con la vibración cósmica que terminará convirtiéndose en música. En numerosas civilizaciones es así. Por lo demás, la música ha sido un elemento transmisor de ideas, tanto religiosas como políticas.
También ha recopilado reflexiones y sentencias sobre la música. Mencione alguna que le haya impactado.
Quizá ésta de Emanuele Severino , cuando dice que «la evocación del grito es la música originaria de los mortales». Habla de nuestra antigüedad, del sonido primigenio que nos rodeaba y que hemos convertido en música.
En 2017 dejó Barcelona para venirse al valle del Baztán. ¿Le agobiaba el ambiente político?
Dejé Barcelona por un motivo absolutamente doméstico; nada que ver con lo que ocurría en esos momentos. Mi talante, eso sí, ha necesitado siempre sosiego, paz . Los megáfonos y las banderas de todo signo me angustian.
¿Cómo vivió la deriva independentista?
Con la preocupación de que la sociedad quedara fracturada y la intranquilidad de saber que en ninguno de los dos «bandos» hay políticos de talla para llegar a soluciones inteligentes.
¿Y el confinamiento a raíz de la pandemia?
Llevo una vida un tanto solitaria, así que no he padecido el confinamiento . Ahora bien, el dolor que vivía la sociedad lo sentía igualmente, lo hice mío.
El coronavirus ha dejado tras de sí un reguero de problemas mentales, sobre todo en los más jóvenes. ¿A qué lo atribuye?
Es probable que nuestra sociedad, tan acomodaticia e inmadura , que desconoce las verdaderas adversidades, las de calado, sea más frágil ante las contingencias. De ahí que la psique se resquebraje con más facilidad.
Entender la vida
¿Qué piensa cuando ve a los jóvenes metidos en un botellón o bromeando con la muerte entre calabazas de Halloween?
Esta pregunta tiene que ver con la anterior, ya que de nuevo asoma la inmadurez. Y la inmadurez conlleva irresponsabilidad.
«No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio», advertía Camus en ‘El mito de Sísifo’. Usted ha escrito un libro sobre el suicidio en Occidente. ¿Comparte la afirmación?
No. Aquí Camus peca de cierto romanticismo. El verdadero problema filosófico es entender la vida, una vida delimitada por el cerco de la muerte. Pensar qué es la vida, hasta sus últimas consecuencias, entrar en su esencia, es más complejo que acceder a la muerte.
El problema de nuestro tiempo es la incapacidad de afrontar el silencio, ¿no?
Somos una sociedad cada vez más ruidosa, más aparatosa. El mundo se ha convertido en un patio interior de vecinos maleducados que no respetan la tranquilidad del semejante. El silencio nos inquieta porque cuestiona, y la psicología común no quiere cuestionamientos. En vez de callar y escuchar, hablamos y no escuchamos.
Para terminar, una pieza musical. ¿Qué composición recomendaría?
Me veo incapaz de sugerir una sola obra, son tantas y tan extraordinarias. Uno opta por una u otra, según el día. Pongamos que hoy sería estupendo escuchar la Suite nº 5 para violoncelo solo de J. S. Bach.
…Y uno de sus aforismos predilectos.
No es un aforismo, pero el otro día un amigo me dijo una gran verdad mientras conversábamos; me pareció inmejorable: «Pensar con vino y decidir con agua» .
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