El ovni que vino a ver la destrucción de la URSS
Daniel Utrilla reconstruye en un libro el supuesto aterrizaje que se produjo en Rusia en 1989 y que dio la vuelta al mundo
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Iniciar sesiónSi dispusiera de una máquina del tiempo, el periodista y escritor Daniel Utrilla no viajaría al Bernabéu a ver jugar a Di Stéfano o a la Prehistoria para comprobar de qué color eran los dinosaurios, lo haría a Vorónezh ... , ciudad industriosa de la Rusia cercana a Ucrania . En los mandos de su nave escribiría: 1989, 7 de septiembre, 18 horas. El momento en el que unos presuntos alienígenas se dieron un garbeo durante unos minutos por el Parque Sur de esta localidad situada a 500 kilómetros de Moscú . O sea, se teletransportaría al fenómeno ufólogico más importante del siglo XX por repercusión, según Íker Jiménez .
Vayamos ahora con la máquina del tiempo al 9 de octubre de ese convulso año. La oficialísima agencia soviética TASS lanzaba el que probablemente sea el teletipo más tremendo de la historia: en Vorónezh unos niños han visto el aterrizaje de una esfera de luz de la que han salido unos enormes humanoides de tres ojos. La noticia abrió a bombo y platillo telediarios en todo el mundo y hasta «The New York Times» la refirió como «la noticia más importante del siglo». Luis Mariñas informó a todos los españoles desde TVE. Y un niño de 13 años lo vio. Y se quedó con la eterna mosca.
Hasta el punto que 32 años después el todavía niño Daniel Utrilla ha publicado 'Mi ovni de la Perestroika' (ed. Libros del Ko ), un ejercicio de moroso periodismo narrativo y múltiples capas de lectura que a través de la reconstrucción con fuentes primarias de aquel avistamiento espacial nos cuenta, de paso, cómo era la Unión Soviética en sus estertores. También elabora una «enciclopedia de urgencia» de la ufología o disemina vivencias sobre su década larga como corresponsal en Moscú. Sus más de 600 páginas incluso le sirven de diario para intentar explicarse a sí mismo durante estos tres años de investigación y, es más, en su esencia, se trata de una obra excéntrica que gira alrededor de la infancia (y de no perderla nunca).
¿Cuándo nace su atracción por Rusia? «¡Por Biriukov y Gorbachov ! Y he juntado el ovni que también es una obsesión de la niñez por el hecho de que yo naciera y viviera en San José de Valderas , un barrio de Alcorcón que tuvo el famoso avistamiento de Unmo . Hay algo irracional. A ver... mi madridismo es atroz, terminal, y en aquella época Biriukov estaba a la misma altura de Butragueño, era mi ídolo. Pero también hay un elemento racional. A mí de pequeño me fascinaba la Perestroika, y ese mundo hermético en el que no sabíamos qué estaba pasando. Para mí es un periodo idealizado, como las Guerras Clon para Luke Skywalker . Y Gorbachov es un personaje épico».
1989, año agitado
Los extraterrestres decidieron visitar Rusia en 1989, año de extremo jaleo marcado por el desplome de varios regímenes comunistas en Europa del Este , la caída del Muro de Berlín , el fusilamiento de Ceaucescu , la masacre de Tiananmén o la salida de Moscú de Afganistán . Pero también tuvo lugar la primera emisión de publicidad en la televisión soviética, el aterrizaje de Mickey Mouse en la Plaza Roja para hacer 'business' y un hombre de 39 años llamado Artióm Tarásov se convirtió en el primer millonario de la URSS. Justo un año antes, por cierto, se había abierto el primer McDonald´s en el país de los soviets («Por la boca muere el PC», bromea Utrilla). Es decir, el búnker comunista se estaba resquebrajando, y la luz de la democracia se abría paso para devenir en una nueva pero parecida precariedad.
«Gorbachov era una figura casi paternalista, daba una imagen de persona bien intencionada. Y aunque está muy mal visto en Rusia, hay que reconocerle el legado: desmantelar la URSS sin derramamiento de sangre, algo que yo achaco a su pacifismo. Era una figura pop casi como Michael Jackson », continúa Utrilla, actual corrector para ' RT ', y que considera que en el año de la venida alienígena su «hombre de la mancha» tenía demasiados problemas en política interior, su proyecto reformista hacía aguas. De hecho, en 1989 había cartillas de racionamiento incluso para productos básicos, como el jabón y el azúcar.
Y en este contexto llegaron los visitantes. Como nos cuenta el especialista y premio Planeta Javier Sierra , «de repente, la URSS admite sin ambages que unos extraterrestres se habían posado en Vorónezh... Imagínate la conmoción». ¿Qué piensa ahora al respecto? «Treinta años después, mi postura es clara: el Kremlin , que estaba deshaciéndose, decidió aliviar la presión informativa sobre su declive desviando la atención hacia algo muy querido por los rusos: las historias sobrenaturales. Lo que no calcularon bien fue que causara tanto impacto en Occidente. Se les fue la mano. A fin de cuentas, tras el caso Voronezh ‘solo’ había un aterrizaje ovni como tantos otros. Uno lleno de ambigüedades en los testigos y escasos elementos para defender su procedencia extraterrestre de modo incontestable». Igualmente, Sierra defiende que fue «un fenómeno ufológico serio».
La Credulidad
A mediados de los 80, Alan Moore lanzó 'The Watchmen' , un cómic situado en la Guerra Fría , en donde el personaje de Ozymandias , considerado «el hombre más inteligente del planeta», se planteaba como un ‘deus ex machina’ para nuestros grandes males que se produjera un encuentro interplanetario. ¿Cree que dar con los extraterrestres serviría a la humanidad para limar sus resquemores y unirse? «Yo le doy la palabra a Ronald Reagan -dice Utrilla–, que además vio un ovni. ¿Te quieres creer que había todo un presidente de Estados Unidos hablando de esto en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1987? Cuando dijo lo de 'qué rápido desaparecerían nuestras diferencias si en todo el mundo nos enfrentáramos a una amenaza alienígena…'. Aunque después de lo que ha pasado con la pandemia, que de alguna manera es una invasión, pues te entran dudas. En su primer encuentro con Gorbachov en 1985, este contó muchos años después que iban paseando fuera de los focos y Reagan le preguntó si les ayudaría en caso de ataque alienígena. Se lo preguntó en serio. Y Gorbachov no se rió y le dijo que sí».
En su segundo libro tras ' A Moscú sin Kaláshnikov ', el autor pone en combate al modo «siempre impaciente» del periodista con el escritor para «homenajear el periodismo que a mí me interesa, cuidando la escritura y los personajes, que puedes entrevistarlos durante horas y varias veces. Lo del Nuevo Periodismo de Tom Wolfe de meterse en la cabeza del entrevistado. Es un ‘a fondo’, una especie de bolazo de nieve contra el periodismo que se hace hoy en día». Así, sin inventar ningún diálogo ni ningún hecho, levanta esta caudalosa obra rusófila y ovninauta que versa también sobre la credulidad y los ojos. «Los ojos son muy expresivos, y en esta historia encajan bien porque yo estoy buscando testigos oculares, estoy buscando los ojos del niño que vio el ovni. Porque el ovni está en esos ojos. Los niños soviéticos no tenían en su archivo mental a los marcianos ni E.T. ni otras películas de extraterrestres. No las habían visto. Eso le da un punto de credibilidad a la historia. En el periodismo, los políticos muchas veces no miran a los ojos. Ese contacto lo puedes hacer si haces una entrevista fuera de actualidad y estás cuatro horas hablando con alguien».
Después de escribir el libro, ¿cree más en los extraterrestres? «Diría que sí por la acumulación de datos que no tenía antes. Creo que la gente ve cosas y las seguirá viendo, soy muy respetuoso con el testigo. No tengo que dudar de que los ha visto, otra cosa es el qué es, que eso ya son otros vericuetos». ¿Y en Dios? «El propio hecho de formular a Dios hace que se esfume. Para mí va unido al sentimiento más que a las definiciones de un dios así o asá. A mí me gusta mucho recogerme en las iglesias, sobre todo cuando hace frío. Las iglesias rusas son muy acogedoras, me gusta estar allí en silencio. Esto no se ha acrecentado por el libro: el cosmos y el cielo son universos paralelos. Y lo pequeño que te sientes en las dimensiones del cosmos, ahí nos perdemos cuando hablamos de las millones de galaxias y entra el vértigo». ¿Cómo con internet? «Efectivamente, si intentas abarcarlo no haces pie. Yo he vivido en las dos épocas, y si tuviera que elegir elegiría la pre-internet. El conocimiento está en los libros. Léelos si quieres en ebook, no es cuestión del papel. Pero internet a veces nos deja una falsa sensación de conocimiento».
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