Ningún informe de la Comunidad de Madrid defendía la declaración BIP de Velintonia

En 2008 se emitieron dos informes en cumplimiento de una proposición no de ley. La historiadora del arte América Jiménez Hernández firmó un extenso análisis en el que afirmaba que el edificio reunía los requisitos para recibir la protección BIC (Bien de Interés Cultural), y además proponía la compra de la vivienda y la adquisición del archivo documental del poeta, para convertirla así en una Casa-Museo. En cambio, Rosa Cardero , también historiadora del arte, aportó un texto en el que sostenía que Velintonia no reunía los requisitos para ser incluida en el inventario de Bienes Culturales de la Comunidad de Madrid. ¿El motivo? Que carecía de contenido mueble y documental, y que su significación arquitectónica era «escasa».

La opinión de Cardero fue la que abrazó la Comunidad de Madrid, y la que utilizó durante años. En 2015, en respuesta a un ciudadano que había solicitado información sobre el caso a título particular, José María Ballester Palazón , jefe de catalogación de bienes culturales, repetía eso en su respuesta, y además criticó a la familia de Aleixandre por su «actitud claramente mercantilista». Dos años después, en 2017, volvieron a utilizar el informe de Cardero para contestar a las preguntas parlamentarias sobre Velintonia: esta no «posee el valor» para ser BIC ni BIP.

Por último, en 2019 el catedrático de literatura José-Carlos Mainer emitió unas consideraciones sobre el asunto: decía que «aunque sería deseable, no es forzoso que la casa se dedique a un uso cultural».