Ni menos misterio ni más oscuridad
Con una obra felizmente realizada se nos ha marchado no sólo uno de los mayores poetas del siglo XX sino también una de las personas más generosas que yo haya conocido. El mucho agradecimiento que se le debe lo es tanto por parte de los ... lectores como de los amigos. Tuvo la fortuna de ser reconocido como el poeta que era desde un principio, y pocos ha habido que hayan gozado de un reconocimiento tan constante y generalizado. Nada de ello ocasionó la más mínima disminución de su natural y extraordinaria modestia, en él compatible con un fuerte orgullo, que sólo aparecía -aunque con prontitud- en defensa del posible menoscabo de su dignidad. Poseía una conformación ética sólida y personal, y nunca la vistió, ni en la vida ni en la obra, en forma de prédica.
Le caracterizó, con respecto a otros poetas de su generación, la importancia que dio a la intimidad. El mundo se mira y experimenta desde el yo personal en una obra que es, en gran parte, de impronta testimonial. En él podían aunarse aparentes características contrarias: una vitalidad desbordada y una honda melancolía, el texto testimonial, de emocionante claridad, y el texto alucinatorio, en el que prima lo imaginativo con tendencia a lo irracional. A pesar de la diversidad de registros le caracterizó siempre una muy cuidada expresión, en la que la precisión buscada siempre lo era al servicio de una intensidad máxima. El verso valía, no por su excepcionalidad, sino porque se supeditaba a la totalidad unitaria del poema. Poesía fluida y natural, en la que están ausentes siempre la vulgaridad del mismo modo que la extravagancia.
Fue el poeta de su generación que anduvo por caminos más cercanos a los que transitaron algunos poetas de la siguiente, y no fue rasgo menor que su poesía narrativa se acompañase de un buscado y perceptible lirismo. O que el referente anecdótico fuese el pretexto para mostrar la subjetividad en forma de reflexiones y emociones. Escribió algo totalmente asentible por los que le sucedieron, «a un poema no se le puede quitar misterio ni añadir oscuridad»: una formulación estética que siempre debería estar en vigencia.
Maestro del oficio, supo actuar ejemplarmente. Hay que saber callar, no publicando, cuando la poesía, a intervalos más o menos largos, se ausenta; no hay que confundir la obra con el oficio. Y otra leccion impagable, sólo cuando se escribe para sí mismo, escribe el poeta para los demás.
No he hablado casi del hombre. Sólo diré que si era ejemplar y admirable su poesía lo era aún más la persona. Y sus amigos eran queridos por él y le querían.
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