Gabriel Albiac
Mundo siervo
«La necedad impera. Pero no es sólo necedad. Es el retorno a la barbarie de una sociedad infantilizada: idiotizada, pues»
Es palmario que Louis-Ferdinand Céline fue uno de los sujetos más detestables de la Francia del siglo XX: antisemita, colaboracionista, delator…, mal bicho en casi todas sus facetas biográficas. Tan palmario como lo es que su Viaje al confín de la ... noche alza una de las obras mayores de la prosa francesa en el siglo XX. Que Martin Heidegger fuera nazi está hoy fuera de la menor duda. Tan fuera de la menor duda cuanto lo está la influencia decisiva de su Ser y tiempo en la filosofía de los últimos cien años.
Lo que da vergüenza, lo que inevitablemente hunde a nuestro tiempo en el bochorno, es que haga falta recordar algo tan básico. Lo que deprime más aún es que hacerlo convierta a los firmantes de lo que debiera ser una sencilla evidencia en héroes ciudadanos. Y la verdad, la dura verdad, es que lo son.
Un escritor que hoy no se ajuste al canon ético-político convenido como correcto, se expone a quedarse sin editor, a ver retirar sus libros de los escaparates, a que los críticos alcen en torno a él un muro de silencio. Y ninguno de los firmantes de este manifiesto, por más ilustre que sea, puede saberse por completo a salvo de ese ninguneo , que es la forma más brutal de censura que hemos conocido desde los tiempos dorados de las dictaduras.
Incluso bajo la ocupación nazi de Francia, Jean-Paul Sartre pudo estrenar su inequívocamente antifascista obra de teatro Las moscas ; y Albert Camus podía publicar El extranjero y El Mito de Sísifo . Hoy, un Woody Allen que jamás ha afrontado procedimiento penal alguno, es censurado por sus editores y ve sus películas prohibidas en su propio país. Lo que el viento se llevó es «corregida»… La necedad impera . Pero no es sólo necedad. Es el retorno a la barbarie de una sociedad infantilizada : idiotizada, pues.
Nada hay más dulce que obedecer las órdenes benévolas de un papá-Estado que vela por nuestro bien. Ser libre es un ejercicio de responsabilidad moral demasiado duro. Se está abriendo ante nosotros un mundo añorado: el mundo de la servidumbre voluntaria .
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