Dominique Lapierre: «Con su muerte me falta oxígeno»

Dominique Lapierre y Larry Collins se disponían ya, como cada año, a pasar el verano en las casas, contiguas, que poseen en Saint-Tropez. Así ha sido durante mucho tiempo. Ya nunca más.

La voz vigorosa de Dominique Lapierre suena al otro lado del teléfono. ... Han pasado sólo horas de la muerte de su amigo Larry, para quien no duda en emplear las palabras que Miguel Hernández dedicó a Ramón Sijé, «compañero del alma, compañero». La fuerza de su carácter parece querer imponerse a la desdicha, atacarla, y es entonces cuando explica: «Me siento revolcado por la injusticia de perder a alguien tan querido. Tardaré mucho en encontrar la paz de mi corazón». Han sido más de 40 años de amistad, de una complicidad que califica de «única en la historia de la literatura entre dos escritores». «No ha existido otro equipo como el nuestro».

Lapierre guarda como un persistente recuerdo el día en que coincidieron en un «kibutz» con David Ben-Gurion, el creador del Estado de Israel. La noche del domingo al lunes, cuando Larry entró en coma, cuenta Dominique que se acercó a su oído para darle una grata noticia: «Ha terminado el rodaje de «Oh, Jerusalén»», película basada en uno de sus libros más célebres. A este último detalle con el amigo lo condujo la creencia de que una persona en coma lo último que pierde es el oído. Si Larry se iba, al menos debía saber algo más sobre el trabajo que los unió de por vida.

Sólo dos o tres libros los separaron a través del tiempo, ya que cada uno lo escribió por su cuenta, pero en marzo de 2004 firmaron, juntos de nuevo, «Arde Nueva York», páginas alimentadas por el terrorismo como primera amenaza mundial. Vinieron a Madrid y era hermoso verlos pletóricos por el acontecimiento, y es que no hay que olvidar que, a través de sus libros, Lapierre y Collins pulverizaron marcas de venta.

Cuando se habla de estos dos hombres, no se puede, a pesar del triunfo, pensar sólo en la literatura. La amistad, que la muerte ha quebrado en Saint-Tropez, fue esencial en sus vidas. Ayer, Dominique confesaba a ABC que con la muerte de Larry le faltaba el oxígeno.

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