Los veranos de los arqueólogos
Carmen Pérez Die: «Sueño con encontrar una tumba de un faraón en Heracleópolis Magna»
La directora de la misión española que lleva más tiempo excavando en Egipto relata desde sus primeros pasos a su última campaña de la que acaba de volver
Con paso decidido, la egiptóloga Carmen Pérez Die (Madrid, 1953) se mueve por el Museo Arqueológico Nacional (MAN) como pez en el agua. «Llevo media vida aquí», explica la exdirectora de esta institución mientras se encamina sin titubear hacia las salas de Egipto. Pasa ... por delante de la vitrina de Heracleópolis Magna , donde se exponen piezas como las que ella lleva 30 años encontrando en este yacimiento, el más antiguo de una misión española, y continúa hasta el sarcófago de Nespamedu , un sacerdote de Imhotep y médico del faraón a quien conoce bien. Su momia fue sometida a una tomografía computerizada en el Hospital Quironsalud de Madrid en 2018 y pudo estudiarla a fondo. «Es la joya» de la sala , dice con admiración en los ojos. A su lado, repasa para ABC algunos momentos de una vida que no duda en calificar como «apasionante».
Recuerda desde sus primeras excavaciones veraniegas de estudiante en Menorca o en Cástulo (Andalucía), al momento en que comunicó a su familia que quería estudiar Egiptología y se fue con una beca a París. A su vuelta sacó la oposición para ser conservadora del departamento de Antigüedades egipcias y del Oriente Próximo y se le presentó la oportunidad de dirigir el proyecto de investigación al que ha dedicado su otra media vida. Las excavaciones en Egipto llevaban años interrumpidas por la inestabilidad política en Oriente Próximo cuando ella llegó al MAN, pero un día el museo recibió una llamada desde El Cairo: « Tenéis aquí la concesión de Heracleópolis Magna. O venís y la retomáis o si no se la damos a otra misión ». Pérez Die no titubeó. Cogió un avión y se fue a Egipto para retomar el proyecto. «Era un sitio en el que solo estábamos nosotros. Esto fue en 1984 y acabo de volver de la última campaña . Excepto dos años: en 2011 por la revolución y el año pasado por la pandemia, he ido todos los años a trabajar allí».
Tuvo la suerte de contar con el apoyo de sus padres y después de su marido ya fallecido, que iba a verla de vez en cuando. De pequeño, su hijo le decía cuando se marchaba: «Mamá, ¿vas a volver?». Y ella solía contestarle que no pasaría fuera mucho tiempo. «Estaba un mes fuera y se quedaba con mi marido o con mi hermana. Lo hemos llevado muy bien toda la familia», asegura agradecida con sus familiares, sus amigos y también con todo el equipo que ha trabajado con ella. « He elegido, yo creo, a los mejores », dice.
Carmen Pérez Die en 1991, junto a un coloso de Ramsés II encontrado en el Templo del dios Heryshef, en Heracleópolis Magna (Ehnasya el-Medina), Beni Suef
De tantas excavaciones vividas recuerda muchas anécdotas, aunque hay una escena que aún le hace sonreír. «Una vez que salió una serpiente muy grande , muy grande -insiste- y todos nos asustamos mucho». Según relata la egiptóloga, los operarios que trabajaban con ellos se negaron a continuar por la posible presencia de la culebra, que se había ocultado y no sabían dónde. Aunque prendieron fuego a una zona y nadie volvió a verla, persistían en su negativa, así que tuvieron que llamar a un especialista en ahuyentar serpientes. «El hombre vino con un burro y se metió por allí hablando unos cánticos mientras todos le mirábamos. Llevaba unas bolsas y de repente hizo así y sacó de una de ellas una serpiente. ¡La traía puesta! Entonces hizo unos ritos muy divertidos y la serpiente se fue». Tras este ceremonial, los egipcios se quedaron muy tranquilos y pudieron retomar su labor. «Fue muy divertido porque nunca me había encontrado con una situación como esa, que me permitió conocer una nueva faceta del mundo de los egipcios modernos», explica la arqueóloga, que ha aprendido a tener cuidado de dónde pisa con sus botas ante posibles cobras o escorpiones.
Nunca ha tenido miedo a la llamada ‘ maldición de Tutankamón ’, aunque ha tomado sus precauciones. «Sabemos que cuando las cámaras llevan cerradas mucho tiempo puede haber dentro microorganismos u hongos y tienes que tener un poco de cuidado cuando entras, bien protegido», comenta antes de recordar la apertura de una cámara funeraria a la que acudieron todas las autoridades. «Todos querían entrar los primeros y yo dije: “No. Soy la directora y si pasa algo que me pase a mí”. No me pasó nada, claro. Abrí, entré y miré y luego ya fueron pasando los demás». Tampoco las tumbas que ha excavado, explica, son como las tebanas, con hondos pozos. «Es menos peligroso, pero igual de interesante», dice.
Le hubiera gustado trabajar con Barry Kemp, «un gran egiptólogo», o en el Valle de los Reyes, aunque su verdadero sueño es hallar una tumba real en Heracleópolis Magna, capital de Egipto en las dinastías IX y X. «Parece ser que como dependían de Menfis se fueron a enterrar a esa zona, que es donde estaban las necrópolis reales, pero no descarto que alguno estuviera por allí enterrado, aunque no quede más que la infraestructura. Si me preguntas: ¿Qué te gustaría encontrar? Yo te diría: Una tumba de un rey heracleopolitano . Eso sería mi sueño. Es difícil, pero bueno, por soñar…», dice la exdirectora del MAN, hoy conservadora emérita.
En el templo de Herizeh
En un yacimiento tan extenso como Heracleópolis Magna -«contamos con una concesión tan grande que tenemos para varias vidas»- , Pérez Die continuó con el trabajo de sus predecesores, como Martín Almagro. «Elegir dónde excavar es complicado porque siempre encuentras algo, pero que sea interesante…», comenta. Actualmente lo están haciendo en el templo de Herizeh. A finales del siglo XIX y principios del XX dos arqueólogos, el suizo Édouard Naville y el británico William Matthew Flinders Petrie, encontraron una parte del edificio. «Nosotros estamos intentando agrandar todo el recinto sagrado, ver las diferentes habitaciones y cómo se articulaba el templo en esta época», subraya. La campaña de este año, que por primera vez se ha llevado a cabo en junio, ha sido breve por el insoportable calor y el reducido número de especialistas que han participado -«solo hemos ido los vacunados», explica-, pero Pérez Die se muestra satisfecha. Han encontrado el basamento de las puertas monumentales de la entrada y han hallado uno de los colosos que la custodiaban. «Hasta ahora he estado excavando necrópolis, pero hacerlo en un templo me está resultando muy emocionante y muy diferente. Ahora tengo que seguir estudiando otras cosas», remarca la veterana egiptóloga.
Carmen Pérez Die en 2021, en el mismo lugar donde se tomó la fotografía 30 años antes, pero en la parte posterior del coloso, que ha sido levantado y colocado en un pedestal
A su juicio, una de las principales aportaciones de este yacimiento es que al ser la primera excavación española en Egipto, muchos de los actuales egiptólogos se han formado allí. « Ha sido la base , la madre de todos estos profesionales que luego han tenido sus propios proyectos. Eso es muy interesante y muy bonito», sostiene. Algunas piezas halladas en Heracleópolis Magna antes de 1980 se pueden contemplar actualmente en el MAN. « Los españoles pueden ver piezas originales que son únicas, porque solamente están aquí », recuerda la egiptóloga, subrayando el alcance de los beneficios que ha proporcionado este yacimiento para los investigadores, el propio museo y la sociedad.