Bryce Echenique: «Mi amor por Europa no se lava con agua y jabón»
Bryce Echenique se encuentra ahora en Santander, en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Afirma estar todavía un poco perdido en la Lima actual, aunque haya tenido experiencias magníficas, como poder asistir a la Universidad de Los Andes o a la Amazonía para tratar con los jóvenes.
Hace tres años queBryce Echenique ha vuelto a vivir a su Lima, tras casi tres décadas y media en Europa. Ahora está de visita en España; viajará por el viejo continente casi hasta fin de año: «Me gustaría encontrar un sitio que pudiera llamar mío ... aquí en Europa, porque me precipité y me deshice de él».
- Dicen que hay muchos elementos autobiográficos en su literatura...
- Eso de la autobiografía... Yo puedo probar científicamente que no hay autobiografía en, por ejemplo, «Un mundo para Julius», que ha sido calificada de autobiográfica: mi padre no falleció, y el padre de Julius falleció al año y medio; también falleció su hermana, y eso determina toda la novela. No hay un elemento autobiográfico; lo que hay es mi sensibilidad y mi manera de ver el mundo.
- En «La amigdalitis de Tarzán» se ocupa del género epistolar, ¿cree que se ha perdido con la llegada del e-mail?
- No se ha perdido, se ha modificado. Al contrario, con la llegada del e-mail, mucha gente que antes no escribía cartas ahora sí lo hace.
- Publicó una antología titulada «Para que duela menos», ¿escribir tiene para usted una función terapéutica?
- A veces es interesante entrar en las cosas más tristes y encontrar una sonrisa. El humor, la risa y las lágrimas están desde el principio. Quevedo decía que el mundo empieza con lágrimas y la caca. Pero también con risa, porque el niño también ríe. Creo que en el humor, no aquél que pretende ser chistoso, sino en el humor irónico, siempre hay antes una pequeña reflexión. El humor que yo he buscado es éste, el irónico: primero reírse de uno mismo, con el mundo, del cuerpo y de la sombra del cuerpo al mismo tiempo. El que practicó Cervantes, cuando decía «sólo para mí vivió el Quijote y yo para él». El autor no se rió de los defectos del Quijote, sino de sus virtudes.
- Con el exilio de muchos latinoamericanos hacia Europa, ¿cree que pueden nacer nuevos «Bryces» en el futuro?
- Sí, ¡cómo no! La mía es una literatura del espacio, del movimiento, del cambio de ciudades, de escenarios. Eso sí, no lo había pensado. Una literatura de los contrastes culturales.
- ¿Cómo se lleva con su actividad periodística?
- Creo que mi literatura y mi periodismo no tienen una frontera muy clara. He empezado a escribir artículos que se han convertido en cuentos y viceversa. En «Guía triste de París», mi último libro de cuentos, hay algunos que primero fueron artículos. En realidad, yo no doy noticias. Ahora que venía a Europa tenía que cumplir con varios medios y mandé todos los artículos antes de partir. Entonces tienes que hacer un periodismo que es casi un capítulo de una memoria o algo así. O hago cuentos sobre Lima, la Lima que yo conocí, más ligados a la nostalgia, a elementos literarios, que a la objetividad periodística.
- ¿Cómo se siente en Lima?
- Estoy un poco perdido todavía, es una ciudad muy grande que ha cambiado mucho con respecto a lo que yo dejé. Está en muy mala situación. No te puedes sentir bien al ver a tu gente jodida. Yo ya no tengo la coraza que tiene la gente allí para mirar tanta miseria.
- Pero, prefiere estar allí antes que en Europa, donde no hay miseria económica...
- Necesito de los dos sitios. Mi amor por Europa no se lava con agua y jabón. En treinta y cinco años aquí tampoco me deshice del amor por el Perú. Pero allí ya me ubiqué bien. El país se ha convertido para mí en los escritores amigos, en los amigos del colegio, los familiares... Luego están los paseos en busca del pasado, mis viajes por el interior del país, las conferencias en provincias. Me gusta mezclarme con los jóvenes para conversar de inquietudes mutuas.
- Y a usted le interesa mucho la vida de las otras personas...
- Eso ha sido, en los tres años que llevo en Perú, lo más bonito que he hecho, haber podido ir a la Universidad de Los Andes, en medio de la montaña; estuve en la selva, en la Amazonía, en la costa, charlando con los jóvenes. Y eso, indirectamente, te sirve en la literatura, porque te sirve en la vida. Y lo que te sirve en la vida, finalmente, te sirve en la literatura.
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