la larga guerra del siglo XX. Segunda guerra mundial (XVIII)
Las operaciones en Egipto y Libia suponen una derrota sin paliativos
Desalojadas de sus posiciones, las tropas italianas fueron cercadas y aniquiladas en Beda Fomm
JAVIER GARCÍA ANDRÉS
«Los tranvías circulan de nuevo por Sidi Barrani». Tal era el titular con el que la prensa italiana saludaba la nueva aventura bélica de los ejércitos del «Duce»: la invasión de Egipto . Tras ese fantasioso enunciado se esconde la mucho más prosaica realidad: ... Sidi Barrani, un simple poblado en la costa egipcia, próximo a la frontera con Libia, —con, por supuesto, nada parecido a un tranvía y por el que apenas transita una carretera— es el punto en el que se detienen las «legiones» italianas, en su avance hacia el Canal de Suez…
A principios de septiembre de 1940, y tras las reiteradas exigencias de Mussolini , el Regio Esercito se había puesto en marcha contra las posiciones británicas de Egipto, que, guarecido por exiguas fuerzas, parecía un objetivo fácil de conquistar.
Sobre el papel, la superioridad numérica de las fuerzas italianas es aplastante. Sin embargo, la iniciativa en los combates recae en los británicos que libran una serie de exitosas acciones dilatorias mientras se retiran al interior en espera de refuerzos.
Cautelosos, los italianos se contentan con avanzar tan sólo unos pocos kilómetros, para detenerse y establecer una serie de puestos defensivos. La estrategia del mariscal Graziani, comandante italiano, obedecía tanto a la carencia de tropas y medios ade-cuados para la lucha en el desierto —muy pocas de sus unidades tenían transporte motorizado— como al convencimiento generalizado en los altos mandos y Mussolini de que Gran Bretaña estaba a punto de caer , una vez que la RAF fuese doblegada en la Batalla de Inglaterra.
Ofensiva británica
Así, los italianos permanecen inactivos durante meses en tanto las fuerzas británicas van siendo reforzadas. Dos unidades móviles constituyen su fuerza principal: la 7ª División Blindada -conocida posteriormente como «Ratas del Desierto»- y la 4ª División hindú. En total apenas 35.000 soldados contra los más de 150.000 italianos que se concentran frente a ellos.
Aun así, el general Wawell, al mando de las fuerzas británicas en la zona, decide pasar a la ofensiva: si los italianos no van hacia él, él irá hacia los italianos. El plan es sencillo, sus fuerzas móviles, a las órdenes del general O’Connor, realizarán un ataque limitado contra las posiciones italianas con objeto de expulsarlos de Egipto y neutralizar su amenaza.
La Operación Brújula -Compass- dio comienzo el 9 de diciembre de 1940. Después de realizar una rápida marcha a través del desierto, las fuerzas británicas atacaron por los flancos y retaguardia las posiciones italianas que, demasiado alejadas entre sí como para apoyarse, simplemente se van desmoronando una a una. En apenas tres días, todo el dispositivo del Regio Esercito era destrozado y los restos de sus unidades (los partes británicos hablaban de «hectáreas» (sic) de prisioneros) huían hacia Libia.
El asalto del general O'Connor sorprendió a todos. Un éxito de ese calibre no era esperado y no se habían hecho planes para continuar las operaciones. Es más, las ya de por sí reducidas fuerzas británicas se vieron mermadas: la 4ª División Hindú fue transferida hacia Sudán, para participar en la ofensiva contra las posesiones italianas del África Oriental.
Esta breve —y forzada— pausa en las operaciones concluye con la llegada de refuerzos: la 6ª División Australiana. De nuevo las fuerzas del general O'Connor se lanzan al ataque. Las posiciones fortificadas italianas en torno al pequeño puerto de Bardia (5 de enero de 1941) y al mucho más importante de Tobruk (22 de ene-ro) caen ante el empuje de las fuerzas móviles británicas.
Beda Fomm
Pero el golpe definitivo todavía está por llegar… El 3 de febrero, el general Graziani da la orden de retirada general. Los italianos se repliegan por la costa, abandonado la Cirenaica vía Bengasi hacia la Tripolitana. Sin embargo, una pequeña fuerza móvil británica avanza rápidamente por el interior, a través del desierto, y el 5 de febrero llega a Beda Fomm, un pequeño asentamiento cerca de la carretera costera (Vía Balbia), cortando la retirada a los italianos.
La sorpresa es total, las fuerzas de Graziani son copadas y luchan con renovada determinación para escapar del cerco y la aniquilación. Pero el resultado de la batalla, que se libra en torno a la posición de bloqueo establecida por los británicos y a lo largo de la carretera, es favorable a las fuerzas del general O'Connor, que se impone definitivamente el día 7.
Pocas unidades italianas sobreviven a la batalla o a la captura, y las que lo hacen se repliegan desmoralizadas hacia el interior de la Tripolitana. Toda la posición italiana en Libia se tambalea, no hay prácticamente fuerzas que se puedan interponer entre los británicos y la capital de la colonia italiana: Trípoli. La envergadura de la derrota es tal que, unida al desastre de la campaña que se esta librando en Grecia, puede sacar al país prematuramente de la contienda…
Sin embargo, los británicos se detienen. Gran parte de las fuerzas empleadas en la campaña del desierto van a ser destinadas a la expedición de Grecia. Hitler está consternado, es imprescindible sostener a su aliado en África y se decide el envío de un cuerpo expedicionario móvil al mando de uno de sus mejores generales: Rommel. El Afrika Korps va a entrar en combate provocando un vuelco en la situación. La guerra del desierto no ha hecho más que empezar.
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