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La ruta del metal precioso

La ruta del metal precioso ROLDÁN SERRANO

POR J. M. C.

La mayor parte del oro que compran esas tiendas se lo venden a multinacionales para nuevas joyas o inversión

Cuando alguien se deshace de una de sus joyas en una tienda de compra-venta de oro, a no ser que se especifique bien claro que también se hacen empeños allí, ya puede despedirse de ella para siempre. Habitualmente, estos establecimientos cuentan con talleres para fundir el metal y venderlo luego como mejor les convenga.

Así, pueden darle salida en forma de nuevas piezas para distribuirlas al público desde la propia tienda, como es el caso de Hermanos Martín, en avenida de los Almogávares. También se suelen vender en forma de barras doradas que adquieren las multinacionales o la propia Sociedad Española de Metales Preciosos que las refinan hasta volver a hacer lingotes de 24 quilates para inversión o reelaboración de nuevas joyas. Éstas últimas no hacen ascos tampoco a comprar las joyas todavía sin fundir para realizar ellas mismas la transformación. En cualquier caso, una parte importante de ese oro o plata acaba en el exterior.

No en balde, la Sociedad Española de Metales Preciosos, S.A, constituida en 1920 para suministrar las materias primas, oro y plata, que precisaban los artesanos para sus trabajos, fue adquirida hace ya doce años por el grupo británico Cookson. Éstos vendieron el pasado mayo su división de metales preciosos a Heimerle Meule GmbH para constituir un grupo líder en Europa. En él participan empresas británicas, españolas (Sempsa JP), portuguesas, francesas, alemanas, austriacas y de los Países Bajos.

Venta en Suiza

Además, desde hace años, buena parte de las empresas joyeras, para paliar la bajada de las ventas, habían empezado a vender las joyas usadas a Suiza, donde eran fundidas igualmente para su transformación en oro de inversión. De hecho, en 2012 el sector joyero exportó oro por valor de 187,2 millones de euros, frente a los 61,5 de 2011, los 65,8 millones de 2010 y los 18,7 del ejercicio anterior.

Por entonces, el que fuera presidente del Banco Mundial, el norteamericano Robert Zoellick, propuso regresar al patrón oro como referencia de cambio de las monedas frente al sistema de cambio de divisas flotantes establecido en 1971 y como una buena fórmula para afrontar la crisis, ya que el papel monetario está más abierto a la inflación, mientras que el oro no puede ser creado más allá de lo que ya hay. Da la sensación, por tanto, de que los grupos internacionales que acaparan oro en época de vacas flacas saben que sigue siendo la moneda de cambio, aunque no de forma oficial.

En cualquier caso, la caída del precio del metal dorado, sujeto a numerosas fluctuaciones, está haciendo la vida imposible a los establecimientos de compra-venta, «porque tenemos que poner los precios que marca el mercado», explicó uno de ellos.

En la actualidad, un gramo de oro vale 16 euros frente a los 25 o 15 céntimos que cuesta el de plata. Esa diferencia hace que muchas tiendas únicamente se dediquen al metal dorado, porque la plata «es como el trigo: o vendes mucho o no le sacas ganancia».

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